—Hola— dijo Bruno; aunque hablar con una criada no era lo mismo que hacerlo con amigos, no había nadie más por allí con quien mantener una conversación, y era mucho más lógico que hablar solo. No había visto a Gretel por ninguna parte y comenzaba a preocuparle la posibilidad de enloquecer de aburrimiento.
—Señorito Bruno— saludó María con voz queda, mientras separaba las camisetas de los pantalo...
Los queremos beatíficos, agradecidos, puros de corazón, impecables. Que no digan una palabra más alta que otra. Que den siempre las gracias y no insistan. Que se acerquen un poco, pero que se retiren enseguida. Que gasten nuestras limosnas en lo que nosotros decidamos que se las deban gastar. Que no haya ni una sola tacha en su pasado, ni un desliz.
Silencio administrativo. Sara Mesa.
Nos han enseñado a emplear el pensamiento analítico, nuestra capacidad racional, a relacionar directamente las causas con los efectos, a estudiar los fenómenos descomponiéndolos en partes pequeñas y comprensibles, a resolver problemas interviniendo en el mundo que nos rodea o sometiéndolo a nuestro control. Esa educación, que ha generado una gran cantidad de poder personal y social es la que nos lleva a consi...
Es el poder como verbo y no como sustantivo el que debería interesar al trabajo social.
Teresa Zamanillo.
Pues ya estaría. Esta frase encierra casi todo lo que hay que decir del poder en trabajo social. Se encuentra en el capítulo dedicado al poder del libro Epistemología del trabajo social. Es un libro sobre el que he escrito en muchas ocasiones (y las que vendrán).
En 1919, la revolucionaria Rosa Luxemburgo fue asesinada en Berlín.
Los asesinos la rompieron a golpes de fusil y la arrojaron a las aguas de un canal.
En el camino, ella perdió un zapato.
Alguna mano recogió ese zapato, tirado en el barro.
Rosa quería un mundo donde la justicia no fuera sacrificada en nombre de la libertad, ni la libertad fuera sacrificada en nombre de la justicia.
Cada día, alg...
La lluvia caía lenta y monótona sobre las hojas y, de vez en cuando, un resplandor púrpura iluminaba fugazmente el gris plomizo del cielo. Los truenos sonaban cada vez más lejanos, de la misma forma que las olas van perdiendo fuerza progresivamente después de una marejada. Y de pronto, en medio de esa escena de luces fantasmagóricas, en el arce que hay delante de mi ventana empezó a cantar un ruiseñor. En me...