Nací y vivo en la esquina de la península, Almería, un lugar lejos de todo excepto del mar. Cuando era niña quería ser periodista. Desde pequeña me encantaba aquello de ir a las guerras, vivir experiencias emocionantes y después contarlo, pero mi madre se las ingenió para que mi cuñado me orientase hacia algo con más salida laboral que mi disparate del periodismo. Así me vi matriculándome en la Escuela de Trabajo Social de Granada en el año 1990. No tenía ni idea de qué era aquello, solo creía que la cosa iba de ayudar a la gente pobre. El tiempo por desgracia me dio la razón.
Hoy dirijo un centro de servicios sociales en el medio rural. Me encanta. Comparto mi vida con tres perretes: Lío, que es todo un modelo, Pingo, que no aparece en imagen por ser un menor y Pili, que llegó a mi vida por accidente. Por último apareció Juanita, mi gata, también por accidente. Es literal: la atropelló un coche frente a mi oficina. Ellos son mi familia.
El ordenador más que una herramienta es mi sparring; siempre he sido muy aficionada a los trastos tecnológicos, no sé si es debido a mi signo zodiacal, acuario, o por mantenerme joven. Creo que más bien es lo segundo, no me gusta nada que mis sobrinos me adelanten en estas cosas, aunque debo rendirme a la evidencia de que así es desde hace demasiados años ya.
Desde mi tierra escribo casi semanalmente sobre el trabajo social en particular y lo que me inquieta en general. También imparto formación de vez en cuando y combato la crisis de los 50 con deporte y amigos.
Gracias por tu visita.