5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
21 de diciembre de 2020 / 10 Comentarios
No me considero corporativista. Quizá porque antes que trabajadora social me considero mujer y persona. Evito posicionarme, de entrada, del lado de una trabajadora social cuyos derechos han sido supuestamente vulnerados, como del lado de una familia que denuncia una mala praxis en los medios. En ambos casos necesitaría tener información fiable y veraz y normalmente hay demasiado ruido, demasiadas interferencias. Al margen de que no me corresponde a mí juzgar a nadie. Los juicios paralelos son muy peligrosos, no quiero ni acordarme de la pobre Dolores Vázquez, a la que se le acusó de la muerte de Rocío Wanninkhof. Prefiero que las instituciones hagan su trabajo. No solo eso, exijo que lo hagan, se trate de quien se trate y si se trata de mí, también.
Sobre prácticas profesionales en general he dicho muchas cosas en este blog y fuera de él. Mientras escribo dudo entre usar el término prácticas o praxis. Voy a decantarme por praxis porque detrás del ejercicio profesional dirigido a controlar a las personas empobrecidas hay teoría y hay ideología, es evidente. Cosa diferente es que se sea más o menos consciente de ello. Bien es cierto que hay trabajadoras sociales que, atrapadas en el queme profesional, han adaptado una actitud defensiva de la que les cuesta salir. Eso tiene solución (creo). Lo verdaderamente preocupante es la existencia de trabajadoras sociales que se vanaglorian de ser el brazo tonto de la ley. De controlar el céntimo que dan —esa es otra— y de exigir y exigir contraprestaciones que son imposibles de cumplir.
Que en la profesión de nuestro país falta un debate serio sobre la pobreza está claro. Que las praxis profesionales basadas en el control y monitoreo de pobres dañan, debiera serlo. Sergio García García y César Rendueles Menéndez de Llano lo explican estupendamente:
Perviven múltiples prácticas y gestos que consideran el Trabajo Social como un modo de disciplinamiento y castigo: el usuario es reducido a un conjunto de faltas y errores que deben ser reconducidas mediante intervenciones conductistas (combinando educación y sanción). El workfare asistencial acompañado de las políticas punitivas que describe Loïc Wacquant (2010) en EE UU tiene versiones más edulcoradas en nuestro contexto, si bien encuentra en el espíritu de algunos profesionales un campo para su desarrollo. Así es como, incluso contraviniendolas normas más garantistas, algunos profesionales usan la gestión de la renta mínima como un modo sociocéntrico de extender su propia cosmovisión moral.
Las praxis profesionales basadas en condicionar la percepción de ayudas económicas al cumplimiento de ciertos requisitos dañan. Dañan porque toman la parte por el todo, dicho de otro modo, parten de la creencia de que todas las personas empobrecidas están averiadas. Que salir de la pobreza solo depende de su esfuerzo. Que deben demostrar,por si fuera poco, que no son vagas. Son por otra parte praxis que perpetuan políticas altamente ineficaces y caras —curioso—. A las pruebas me remito, o que alguien me diga cuantas personas han salido del pozo de la exclusión gracias, por ejemplo, a la Renta Mínima de Inserción. Siempre digo lo mismo: Soluciones biográficas a contradicciones sistémicas.
No seguiré ofreciendo argumentos contra el paradigma del trabajo social neoliberal porque llevo mucho tiempo haciéndolo y sobre todo porque hay mucho material para leer, empezando por este magnífico libro. Que cada una decida qué tipo de desempeño profesional quiere realizar. A tí, trabajadora social neoliberal, solo te pediré que dejes respirar a la gente de vez en cuando. Desde el respeto, la teoría y los argumentos me tendrás enfrente porque tu desempeño daña tanto a las personas que atendemos como a la profesión. Por eso tú no eres mi compañera.
En cambio a ti, que tiemblas de indignación cada vez que se comete una injusticia, que manejas el encargo social con maestría, que actúas desde la complejidad, que buscas lo mejor de cada persona en cada intervención y encuentras grietas en el sistema para que entre la luz, te deseo la fuerza y la serenidad necesarias para acometer el próximo año, que viene con curvas. Espero que tengas unos días para descansar con tus seres queridos, si es que puedes, y que el coronavirus pase de largo por tu vida. El trabajo social te necesita, compañera. Respira.
10 Comentarios
[…] personas de todo tipo de formación, clase social o ideología política. Responsables políticas, profesionales de servicios sociales o en organizaciones de acción social. Con las personas sin hogar o ante medidas como las tarjetas […]
[…] persoas de todo tipo de formación, clase social ou ideoloxía política. Responsables políticas, profesionais de servizos sociais ou en organizacións de acción social. Coas persoas sen fogar ou ante medidas como as tarxetas […]
Buff, pues si son pocas, serán como «l@s tont@s del pueblo» (en el sentido de gilipollas, entiéndaseme), que en todos hay por lo menos un@. No hace mucho, en una intervención de las que más odio y de lo que más tengo que hacer en la actualidad (ayudas económicas municipales/cheques de alimento/bonos de suministros…), tuve que leer la intervención anterior de una «no compañera» para ponerme al día del historial de la usuaria, y me encuentro con que la última ayuda se la había denegado porque en el ticket del supermercado aparecía un paquete de galletas con forma de dinosaurios… Hablamos de una unidad familiar monomarental con una hija de 4 años… Y no digo más porque al final me descubren xD
Jaime, estas cosas que cuentas me ponen tan furiosa que me voy a ahorrar lo que pienso para que no me cierren el blog. Afortunadamente estás tú para contrarrestar ¡Un abrazo enorme, amigo!
Fíjate que yo creo que esas compañeras que describes son minoría en nuestra profesión. El problema es que es el sistema el que está construido sobre la base de control hacia los pobres y muchas otras compañeras no tienen posibilidad para decidir qué tipo de desempeño profesional quieren realizar. En cualquier caso son debates y dilemas fruto de un encargo que ja´más debiéramos haber asumido ni como profesión ni como sistema y del que hasta que no nos deshagamos de él estaremos condenados a sufrir sus consecuencias. Un abrazo.
Jaime, estoy absolutamente de acuerdo con tu escrito.
Personalmente, me encuentro en la disyuntiva de seguír en el sistema que permite y crea la desigualdad y la injustícia y seguir cobrando o salir de él y quedarme sin trabajo.
No sé qué decidiré. Mi balanza tiene estos dos pesos.
Marta, el sistema seguirá ahí si te vas y perderá a una profesional que al menos puede hacerles los trámites más sencillos a las familias… Debemos resistir ¡Un abrazo!
Estoy completamente de acuerdo contigo, Pedro, pero en el estado actual de las cosas, al menos el famoso principio «primun non nocere»… No añadamos más daño al que las personas ya han sufrido. Recuerdos a Wang.
Hola, Belen, bienvenida de nuevo a los servicios sociales municipales, sobre este tema has escrito mucho; yo quiero pensar como Pedro, no son tantos ni tantas, el problema es que no se cortan para decirlo en voz alta, es lo políticamente correcto y la ideología dominante para atender a las personas en situación de pobreza. Esperemos que, más pronto que tarde, les des vergüenza hacer esos comentarios en público y que las garantías de ingresos salgan de los servicios sociales. Por soñar que no quede. Un abrazo. Buen descanso y que el 2021 nos traiga algún pequeño avance y que nos trate bien. Cheli
Tienes toda la razón, no son tantas pero tienen la boca muy ancha. Te deseo un feliz y afortunado 2021, compañerica…