5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
25 de enero de 2021 / 10 Comentarios
La vida es eso que pasa mientras hacemos otros planes decía, y con razón, John Lennon. Estas semanas la vida ha decidido que no me tocaba escribir así que me he dejado llevar. Hoy por fin puedo sentarme al teclado porque aunque la vida nos hace la puñeta, también de vez en cuando nos da un respiro. Aleluya.
Llevo un tiempo queriendo escribir sobre cronicidad. Es uno de esos términos constantes en servicios sociales, como vulnerabilidad. Estoy segura de que si preguntásemos a cada profesional qué entiende por cronicidad posiblemente lo relacionaría con demanda masiva. Si lo pensamos detenidamente observaremos que son dos hechos muy distintos, lo que ocurre es que entendemos la cronicidad como una consecuencia. Dicho de otro modo, vemos la cronicidad como un efecto de la demanda. Por suerte o por desgracia —no lo sé — no somos tan relevantes en la vida de las familias empobrecidas, a pesar de que nos guste engañarnos y creer lo contrario.
Para situarnos, voy a robar a Fantova la definición que hace acerca de la cronicidad: Una situación de cronicidad es una situación en la que la afectación o limitación del bien y la necesidad de apoyo (en nuestro caso, apoyo para la interacción) se prolongan en el tiempo. Cronificar una situación de intervención (social, en nuestro caso) es, en ocasiones, la mejor alternativa disponible.
Quiero detenerme en la última frase de Fantova porque me parece, además de acertada, muy sugerente. Interpretar la cronicidad como un fracaso de nuestra propia intervención o, lo que es peor, como una incapacidad de las familias para salir de su situación es partir de tres errores: Uno, aceptar el encargo de acabar con la exclusión social, dos, creer que los servicios sociales tenemos la capacidad de sacar a las personas de la pobreza y tres, pensar que solo con el esfuerzo personal —y un poco de ayuda por nuestra parte— se sale del pozo. Mientras sigamos atascadas en la falacia del workfare poco podremos avanzar. Lo paradójico es que muchas de nosotras criticamos la existencia de esas ayudas a la vez que nos agarramos a su gestión con uñas y dientes. Da que pensar.
Siempre que trato estos asuntos recuerdo una imagen que ví el año pasado en varias ocasiones: Un hombre de etnia gitana tirando de un carromato lleno de chatarra por una carretera almeriense a las dos de la tarde en agosto. Un vago, vaya.
Me gusta poner ejemplos relacionados con la sanidad porque es un sistema universal. Ser un crónico en sanidad no conlleva ningún estigma —por el momento— , al contrario, da lugar a una mayor intensidad en la atención y en ningún caso se atribuye la cronicidad al propio sistema sanitario, en cambio en servicios sociales las familias han de soportar la situación desfavorable que padecen y además el juicio moral de la sociedad o de profesionales con paradigmas simplistas. El resultado: ser usuario o usuaria de servicios sociales es estigmatizador.
Habrá quien piense que hay personas que no quieren integrarse porque no quieren trabajar. En mis 24 años de ejercicio profesional no he conocido a ninguna familia que viva exclusivamente de las ayudas. Ninguna. Todas las familias que podemos denominar crónicas recibían ayudas como complemento a empleos precarios, irregulares, indignos o al margen de la ley —minoría—. Familias que se encuentran atrapadas en la trampa de la pobreza. Que pueden tardar cuatro generaciones en llegar a la media de ingresos en España. Familias cuyo modo de vida es recolectar las migajas que les deja el sistema y tirar de aquí y de allá. No les queda otra.
Como ya explicó Teresa Matus magistralmente en el congreso de Mérida son los territorios los que cronifican y es que la pobreza tiene código postal. La cronicidad es un asunto que excede con mucho la demanda de percepción de ayudas y es que ¿De verdad alguien en su sano juicio puede creerse que en España se pueda vivir exclusivamente de las ayudas monetarias públicas? Que pruebe.
P.D. Tenemos ganadora: La persona que ha hecho más comentarios en el blog es.... ¡Cheli! Repetiré el concurso en reyes 2022, así que ¡A comentar!
P.P.D. Estoy teniendo problemas con las suscripciones al blog. Estamos en vías de repararlas.
10 Comentarios
Una vuelta llena de luz compa, qué gusto leerte de nuevo! Comento por aquí sólo por el premio de 2022 ;).
No cambio ni una coma a los puntos dos y tres. El lugar en el que nos situamos dentro de la intervención y el lugar que creemos que ocupamos en la vida de las personas a las que acompañamos en nuestro trabajo deben ser objeto de revisión y -si es posible- de supervisión constante. El rollo mister guonderful individualista, meritocrático, con cierto componente de alineación de los planetas, que utilizan los reaccionarios para cargar las culpas del fracaso a cada persona fracasada, qué te voy a contar a tí, me roba demasiada energía.
Quizás sí matizaría (sólo desde el lugar desde el que miro el mundo, claro) que, si bien coincido contigo en que el hecho de que existan problemas que se cronifican, incluso se heredan, no es culpa del sistema público de SSSS, sí debemos asumir la responsabilidad de pegarle una patada de una vez al binomio inamovible necesidad- recurso. O, afino más, misma necesidad-mismo recurso, siempre recurso, sólo recurso. Creo que escuchar de verdad a la persona, a la familia que tienes delante, diagnosticar, de verdad, teniendo muy en cuenta lo que las personas saben o pueden hacer y no sólo sus carencias, revisar nuestra caja de herramientas y actualizar desde qué enfoques trabajo, con qué herramientas cuento, cuáles necesitan desengrasarse, cuáles tengo que aprender, esa es nuestra responsabilidad.
Respeto, escucha, formación, formación, formación y supervisión, están en la receta para acompañar procesos cronificados que están y van a seguir estando ahí.
«Debemos asumir la responsabilidad de pegarle una patada de una vez al binomio inamovible necesidad- recurso». BUAH, BRAVO, BRAVO, casi que me lo voy a quedar para una futura entrada. Gracias por comentar, aunque sea por el premio, jjajajjajajaja
Genial Belén, una perspectiva diferente a esos «etiquetajes» que nos salen y tenemos que ir trabajando continuamente, porque se trata de trabajar con personas de una manera adecuada a cada situación y no estigmatizarlas. Así q me encanta esta perspectiva para el/ la profesional ( de aprendizaje y reconocer los colectivos con los q trabajas con sus características) y para el usuario/a (para ofrecer intervenciones más precisas)
¡Muchas gracias, Enma! Me encanta conocer compañeras con inquietud por mejorar.
Gracias, Belen, no sabía que participar tenía premio.
Entrada muy interesante y como tú bien dices, si con los recursos que hay para salir de las situaciones de pobreza no fuesen crónicos, nosotras seríamos “ Magas” y las personas que atendemos “superhéroes “y ni una cosa ni la otra.
Un besico.
Hola, Cheli, es una nueva iniciativa. Comparto opinión ¡Un abrazo!
Ahora lo entiendo. Gracias
A ti, preciosa …
Tú vuelta ha sido brillante y la parada ha merecido la pena. Gracias
¡Muchas gracias, me pongo colorá!