Trabajo social
5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
La pobreza es la imposibilidad de pensarte distinto
Martín Caparrós
La última parte del estudio se dedica a estudiar en qué medida percibir ayudas sociales durante un periodo constituye un factor de riesgo para llegar a percibir prestaciones económicas en el futuro. Parece claro, indican los autores, que recibir ayudas un año determinado aumenta considerablemente el riesgo de hacerlo también durante el siguiente. Este hecho sugiere que podría haber personas ‘dependientes’ de la asistencia social. No obstante, los autores señalan que, en este contexto, es necesario tener en cuenta el perfil de quienes de manera repetida recurren a las prestaciones económicas: si estas personas reúnen características tales como, por ejemplo, tener un nivel educativo bajo, o ser madre o padre monoparental, no se podría hablar de facto de una dependencia. La dependencia a largo plazo de los sistemas de protección social se produce, según los autores, cuando el propio sistema provoca, de alguna manera, esa supeditación (el subrayado es mío).¿Provoca el sistema, de alguna manera, la supeditación de las personas empobrecidas a las ayudas sociales? Parece claro que, de alguna manera, sí. Como sabemos, el sistema de bienestar social español se sostiene sobre la creación y diferenciación entre prestaciones contributivas, es decir, aquellas a las que tenemos acceso tras haber cotizado a la Seguridad Social y asistencia social para aquellas personas que, por diversas razones, no lo han hecho. Entre las diversas razones para no acceder al mercado laboral la trampa de la pobreza juega un papel muy importante. La trampa de la pobreza es, como también sabemos, un mecanismo auto mantenido que provoca que la pobreza persista. Si persiste de generación a generación, la trampa comienza a perpetuarse si no se toman medidas para romper este círculo. La ciudadanía en general apenas es consciente de esta realidad, pero es más preocupante el hecho de que, nosotras, las profesionales de la intervención social a veces pasamos por alto esta problemática, que incide muy negativamente en procesos de acompañamiento hacia dinámicas de autonomía. Pondré tres casos míos, brevemente, a modo de ejemplo:
En el caso 1 hablamos de una familia con dependencia crónica de los servicios y en proceso de exclusión social severa. Nuestra estrategia: La discapacidad del marido no le impide trabajar y además tiene una vida laboral extensa, la esposa no puede trabajar por su obesidad. Compaginar la pensión no contributiva con empleos intermitentes para él mejoraría ostensiblemente sus ingresos y haría que el marido se reincorporase al universo contributivo. La estrategia de la familia: Nos ha costado un mundo conseguir la pensión no contributiva (cierto) y no podemos permitirnos perderla. Mi marido no puede trabajar porque se la quitarían (cierto) así que yo, la esposa, iré alternando empleos del ayuntamiento (que de ahí no me echan) con ayudas de los asuntos sociales. ¿Qué elección será la más adecuada para ellos? El caso 2 se refiere a un hombre que ha estado esperando el salario social 9 meses, durante los cuales ha sobrevivido mal, con empleos irregulares y ayudas de los servicios sociales. Tras 9 meses esperando el salario tiene que elegir entre un contrato de un mes no renovable o 6 meses de salario social.
- Familia compuesta por cuatro miembros: Padre con discapacidad, perceptor de pensión no contributiva (25 años de vida laboral), madre con obesidad mórbida sin discapacidad reconocida y dos niños.
- Hombre de 46 años, perceptor del salario social, que es admitido en programa de contratación para personas en exclusión de la Junta de Andalucía, con un contrato de 1 mes.
- Anciana de 81 años con pensión no contributiva y en situación de dependencia con grado II que convive con su hija soltera de 52 años, en desempleo.
La leyenda del tiempo
Chip Wickham por Camarón de la Isla
6 Comentarios
¿Qué puedo decir? Anexo emoticono de aplauso…
Qué interesante, Luis, la colisión entre "prescripción facultativa" y "derechos subjetivos". De hecho he tenido debates al respecto en twitter. Con relación a la renta básica ¡Ojalá! La gente está muy jodida, no se me ocurre otra manera de decirlo. Y por último, sí, urge el análisis científico. Mi blog tiene un intencionado sesgo ideológico que cultivo con esmero, pero sí, urge un análisis científico de la situación. Espero con mucho interés los resultados de tu trabajo.
Un abrazo.
En mi opinión es una pena que los sindicatos hayan perdido esta batalla que les corresponde a ellos y no a los trabajadores sociales. Dignidad y Renta Social Universal Ya. No caigamos en trampas de decidir quién sí debe cobrar y quien no,cuanto para este, cuanto para el otro. La Justicia Social y los Derechos Humanos son piedra angular del Trabajo Social pero no podemos convertirnos en los gestores de la miseria.Este es un problema político/sindical/ideológico y no estrictamente profesional. Me parece
Muy interesante debate Belén.
Para enfrentar el asunto (y la lectura del documento de la OCDE) hay que entender que al mundo liberal le horroriza el hecho de que haya ciudadanos dependientes del sistema para su supervivencia. Automáticamente disparan las alarmas hacia la "criminalización del pobre" en el sentido de ver prácticas fraudulentas por doquier y pensar que las ayudas económicas para la supervivencia son una "perpetuación de la vagancia".
Con ese contexto ideológico subyacente es fácil llegar a conclusiones ya prefijadas (como suelen hacer algunos estudios). Parten de la creencia -no demostrada hasta donde yo sé- de que las ayudas fomentan la pasividad y desincentivan la activación. Ese apriorismo es burdo y sin base científica bajo mi punto de vista pero tiene muy buena "venta" como discurso.
Dicho esto, no podemos ser ajenos a que el asunto requiere de una análisis en profundidad que los servicios sociales (y de empleo y vivienda) en España están muy lejos de hacer. La principal conclusión del estudio de la OCDE es que hay que estudiar bien el asunto (qué sorpresa).
Es cierto que -como haces en la entrada del Blog- hay que segmentar bien los diferentes perfiles porque la etiología y el tratamiento deberían ser diferentes. Como sabes estoy trabajando en ello y os trasladaré las conclusiones en cuanto existan. Por el momento ya podemos calcular las probabilidades de "dependencia" en un entorno de "no intervención social" o de "misma intervención social" que la llevada hasta ahora. Estamos experimentando "otra intervención social" para analizar si rompemos o no las predicciones.
Los modelos predictivos podrán indicarnos riesgos pero no nos orientan excesivamente sobre los "tratamientos adecuados".
Dos pistas importantes:
a) Tratamiento individualizado (vuelta al casework). Algo casi imposible en el trágico laberinto de los Servicios Sociales y de sus prestaciones actualmente en España (urge modificarlo). Se impone FLEXIBILIDAD en las medidas. Esta flexibilidad se ha de basar en el análisis profundo de cada caso y en el valor del empoderamiento de las personas y en la "prescripción facultativa". Lo curioso es que ello está en contradicción muchas veces con los llamados "derechos subjetivos".
b) La renta garantizada o la renta básica van a ser una realidad impuesta finalmente por los liberales (oh sorpresa) ante la imposibilidad de manejar la stasis social que supone que una cuarta/quinta parte de la población activa esté condenada a la expulsión del mercado laboral de por vida. El peligro es que el mismo modelo económico que te condena estar ahí abajo… sea el mismo que se encarga de criminalizarte como "pobre-vago-improductivo".
No renuncio a las ideologías, pero en este estado de cosas debemos reclamar un análisis científico de la situación porque es sumamente grave y urgente. Reivindico en ello la utilidad de la aportación de las toneladas de conocimiento que atesoran los servicios sociales básicos, sus "usuarios" y sus profesionales.
O encontramos soluciones plausibles o estamos condenados a la contención residual del conflicto derivado de una estructura social injusta y dual.
Bueno, realmente la reflexión es un acto individual producto de ideas colectivas, así que yo también me alegro de que seamos muchas y muchos los que nos animamos a hacerlo…
Nuestro sistema, nuestras prestaciones, nosotros mismos… ¡formamos parte del problema!. Hasta que no tomemos profunda conciencia de ello no seremos capaces de desarrollar nuevas estragias que, de verdad, ayuden a las personas más allá de algún alivio momentáneo…
Me alegro que entradas como la tuya nos puedan hacer reflexionar. Un abrazo.