Sobre encargos y expectativas

Me levanto cada día tratando de encarar la jornada laboral con energía. Me ducho con la radio de fondo para conocer las noticias matinales que, día tras día, o me entristecen, como la situación del Sáhara occidental o me enfadan, como la muerte de Maradona. En realidad tendría que entristecerme la muerte de Maradona y enfadarme la situación del Sáhara, pero no es así. Y en el paquete informativo, el decreto antidesahucios que prepara el gobierno, explicado por el ministro Ábalos. Con el decreto como excusa, esta es una entrada sobre encargos y expectativas, que rumié mientras me enjabonaba la cabeza.

Parar los desahucios es una prioridad, esto es obvio, al menos en mi opinión. Cosa diferente es el abordaje político del tema de la vivienda por parte de la izquierda del cambio. Es, a mi juicio, equivocado, sin embargo no es el objeto de esta entrada. Quiero entrar en el contenido del decreto, al menos en lo que se supone que viene por lo que le escuché a José Luis Ábalos.

Decía el sr. ministro que las familias vulnerables no podrán ser desahuciadas si presentan un informe de los servicios sociales. Me pregunto que se entiende por vulnerabilidad y aprovecho para meter cuña publicitaria porque viene a cuento. Los días 2 y 3 de diciembre el CGTS organiza una webinar sobre diagnóstico social. Intervienen las compañeras Arantza Laka e Izaskun Ormaetxea, de IOK, un magnífico laboratorio de trabajo social. Y viene a cuento porque hablarán de indicadores diagnósticos concretos, más allá de la vulnerabilidad.

Continuando con el decreto, una vez más hay que señalar lo absurdo de solicitar un informe de vulnerabilidad a los servicios sociales. Bastaría con requerir documentación que acredite la carencia de ingresos, que por sí sola ya implica vulnerabilidad. No salimos del bucle de acreditar pobreza, pero en fin, mientras esta situación de emergencia se mantenga es un mal menor. Siempre y cuando sirva para que las familias no se vean en la calle. Después, el gobierno debiera entrar a fondo en las (raquíticas) políticas de vivienda. La entrada de Laura Guijarro y Fernando Fantova nos ofrece interesantes claves al respecto.

También dijo Ábalos que las familias permanecerán en el domicilio hasta que los servicios sociales encuentren una alternativa habitacional. Y ese es el principal problema. Es un encargo de imposible realización, a menos que el gobierno comience a expropiar viviendas a bancos y fondos buitre y ponerlas a nuestra disposición. Lo demás es generar una expectativa irreal en la ciudadanía. Lo malo es que esa ciudadanía, frustrada, a quien suele culpar es a los servicios sociales por nuestra incompetencia manifiesta.

Sobre encargos y expectativas sabemos mucho en servicios sociales. Soportamos mandatos sociales de imposible consecución: Eliminar la exclusión social, cubrir las necesidades básicas de quienes nada tienen y ahora procurar un techo a las familias desahuciadas. Así es imposible librarnos del sambenito de ineficaces. Que no digo yo que al margen del encargo social no haya profesionales negligentes. El corporativismo no es un pecado que tenga que expiar. Lo que digo es que la clase política no está siendo responsable con respecto a las expectativas que traslada a la población, como ya ocurrió con el ingreso mínimo vital. Si no pueden atajar los problemas de raíz, al menos no emitan mensajes equivocados. Por responsabilidad. Por nuestra salud mental.