5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
20 de abril de 2020 / 18 Comentarios
Esta es la última entrada de las tres que me propuse escribir sobre garantía de rentas y trabajo social. En la primera expliqué la hipótesis de partida: La existencia de resistencias en la profesión a abandonar la gestión de ayudas económicas condicionadas a la inserción. Me propuse también explicar el origen de esas resistencias, en primer lugar, por los prejuicios hacia la renta básica.
La segunda entrada la dediqué a analizar las creencias que sostienen políticas asistencialistas y perpetúan ciertos desempeños profesionales. Opino que estas creencias son el problema más grave al que nos enfrentamos las profesionales, también con nosotras mismas. El bombardeo de mensajes neoliberales es tal que nos obliga a la revisión constante y sistemática de nuestro desempeño, al menos en mi caso.
Esta última entrada trata sobre el miedo —a veces inconfesable— de muchas profesionales de perder la gestión de ayudas económicas condicionadas. Hay otra parte, me consta, que prefiere seguir tramitando miseria para controlar a la gente empobrecida porque les agrada. Este reducto no va a cambiar de idea por mucho que se les den argumentos. Hay algunos demoledores, véase la entrada Controlando a los pobres no erradicaremos la pobreza de María José Aguilar. Es la primera de una nueva serie de artículos que recomiendo seguir.
Lo único que puedo decir a quienes se vanaglorian de detectar las mentiras de los usuarios, a quienes celebran descubrir sus trampas es que han elegido mal la profesión. Habrían destacado en otras ocupaciones pues las capacidades para la inspección son muy necesarias en los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, hacienda y un largo etcétera, no en el trabajo social. En esta profesión están sobrando. Podría expresarlo de un modo más amable, pero la verdad es que no me apetece.
El origen del miedo del resto radica en dos cuestiones: Perder poder profesional y/o capacidad de influencia y una supuesta incapacidad para lo relacional. Con respecto a perder poder, seré muy breve. Cito a Teresa Zamanillo que dice más o menos: El verdadero poder en trabajo social es un verbo, no un sustantivo. Hay un monográfico de la Revista de Treball Social dedicado al poder para profundizar.
Sobre la capacidad de influencia debo confesar que me horroriza que provenga —si es que es así— de la gestión de ayudas económicas. Ayudas por otra parte tan estigmatizadoras y tan nocivas para las personas empobrecidas como las actuales. Yo no la quiero. Prefiero que la influencia de la profesión sea el producto de erradicar la soledad no deseada, trabajar en la resolución de problemas convivenciales, acompañar a personas sin hogar hacia una vida plena, procurar el bienestar de la infancia, tender la mano a mujeres que están viviendo el infierno machista y apoyar a las personas con discapacidad en el control de sus propias vidas. Nada más y nada menos ¿Qué miedo ridículo es el que hay a la intervención con mayúsculas? ¿No hay cursos de formación? ¿No hay lecturas a mano? Y lo más importante ¿Es que no lo estamos haciendo ya?
Claro que abandonar el terreno de la gestión y control de ayudas para pobres implica repensar el rol profesional. Las amigas de Aires me han cedido esta imagen. La ví en una de sus formaciones y me encantó (sus cursos son muy buenos). Nos puede servir como ejercicio de introspección mientras dura el confinamiento, abandonemos o no la garantía de ingresos. Le dedicaré una entrada más adelante a la imagen, no obstante por ahora la dejo como ejercicio de reflexión.
Nunca hemos estado tan cerca de la renta básica ¿Os imagináis realizando una intervención social sin la presión de tener que garantizar lo más básico? decía Marisa, una lectora del blog. Como Billy Elliot hemos de perseverar: Los principios de la justicia social, los derechos humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son fundamentales para el trabajo social. El ingreso mínimo vital es urgente, necesario pero estigmatizador e insuficiente y como el resto de ayudas económicas condicionadas parte de un error de concepto: mezclar subsistencia e inclusión, dos conceptos que dan lugar a un baile odioso: la danza de la demanda. Por eso debiera ser inmediato y sobre todo temporal.
Como Billy Elliot quiero bailar, sí, pero no al compás de la demanda. Quiero danzar al compás de la relación, del vínculo, del acompañamiento, como los zíngaros del desierto con candelabros encima o como los balineses en días de fiesta ¡Que gire todo en torno a la estancia mientras se danza...!
18 Comentarios
Buenisimas las tres entradas. Clarificadoras.Fundamental no caer en el error de mezclar subsistencia e inclusión !
Si cuando me hice Asistente Social , hace muchos años, hubiera pensado que tendría que dedicarme a ser dispensadora de rentas condicionadas me habría dedicado a otra cosa !!
Tu defines muy bien lo que es el ser de esta profesión , estoy de acuerdo, no lo perdamos de vista.
¡Muchas gracias, Montserrat! Tienes mucha razón, yo también me habría dedicado a otra cosa de saber que íbamos a tener que gestionar miseria y estigma ¡Un abrazo y gracias por leerme!
Me he estrenado con tu blog hoy por el tema de la Renta Básica y casi no puedo dejar de leer.
Gracias por la claridad de las ideas por ese conocimiento reflexivo y por los enlaces que nos facilita para seguir indagando sobre el tema.
¡No sabes como me alegra que me digas esto pues es justo lo que pretendo! Espero verte por aquí, sería un placer. Muchas gracias por comentar y por tus amables palabras.
Más claro, agua. Muy directa y al grano. Una reflexión estupenda, desde la visión del Trabajo Social en el que creo. Gracias.
Buenos días Belen, muy de acuerdo contigo, pero no sé, no soy nada optimista…hay mucho profesional del trabajo social…que defiende a capa y espada esa condicionalidad…y es bastante común, que en nuestros entornos esos profesionales tengan credibilidad y se les escuche cuando se están adaptando algunas medidas.
En Esta etapa de confinamiento, en otras también, pero ahora se está notando mucho, la actuación de los servicios sociales y de algunos profesionales de lo social está más cerca del argumento de la película “ techo y comida”, que de un sistema de garantía de ingresos.
Un abrazo y buen sábado. Cheli
¡Hola, Cheli! Ahora que no nos oye nadie, tienes razón, yo tampoco soy optimista, pero la experiencia en el blog me dice que debo seguir la máxima de Vaclav Havel «La esperanza no es la convicción de que las cosas saldrán bien, sino la certidumbre de que algo tiene sentido sin importar el resultado final». Desde esa perspectiva me siento al teclado ¡Y me llevo sorpresas! fíjate, aparecen lectoras inteligentes que hacen análisis bien certeros, análisis que me llenan de esperanza en la profesión 😉 Otro abrazo de vuelta.
Gracias, Manuel, viniendo de alguien tan comprometido como tú es un acicate. Un abrazo desde la provincia vecina.
Fantástica entrada Belén, tocas los puntos fundamentales de las resistencias profesionales a la renta básica universal e incondicional y de forma muy clara y sin rodeos. Yo si me imagino nuestra intervención con una renta básica!!!! Y por eso defiendo y divulgo todo lo que puedo la RBU, desde el conocimiento y experiencia de lo que suponen tanto para las personas como para los profesionales las rentas condicionadas.
Tu activismo en RBU es fuente de inspiración (y de conocimiento) ¡Yo también me imagino unos servicios sociales sin las puñeteras «ayudicas»! Gracias, como siempre, por comentar.
No se puede decir más claro, y me gustaría participar en un espacio de reflexión comprometida con el tema. Cada vez, hace (me hace) más daño la gestión de las ayudas económicas.
Me ha parecido acertado el análisis y cómo siempre da gusto leerte .
¡Hombre, compañero, qué alegría verte por aquí! Gracias por tus comentarios, viniendo de gente comprometida con la profesión se valoran mucho más.
Reme, tu comentario me ha llegado al alma porque «daño» es lo que produce esta función a profesionales sensibles y comprometidas. Sería muy interesante ese espacio de reflexión, si se me ocurre algo, te comento. Un abrazo.
¡¡¡Lo has bordado!!! Clara, directa, sin retórica, transparente, e incisiva.
Eso es todo lo que hace falta que se diga. ¡¡¡Ya está bien!!!
¡Gracias, maestra! Este blog lleva mucho de Te punto incorporado.
Que quieres que te diga me gusta mucho, hay un tema que creo importante ajordar en la línea de rfkexion que planteas: la subalternidad de los trabajadores sociales.
Pues es un tema estupendo, Luis, lo comentamos y escribo, claro que sí. Gracias por comentar y por la sugerencia ¡Me encantan que me propongan temas!