5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
20 de enero de 2025 / 10 Comentarios
En el episodio anterior me proponía escribir tres entradas sobre los tres escenarios del trabajo social deseable que propone Josefa Fombuena para el futuro. Comencé por abordar el primero de estos escenarios, un trabajo social eficaz. Mencionaba la importancia de mantener una relación auténtica y algunas lectoras plantearon la duda en los comentarios sobre qué es una relación auténtica, así que vengo a contar lo que entiendo yo por una relación auténtica en trabajo social.
Quiero comenzar puntualizando: Voy a ceñirme a la relación profesional, no entraré en analizar cuestiones más generales. Dicho de otro modo, parto de que la profesional realiza un buen desempeño, está formada, etc.
He agrupado mi reflexión en cuatro aspectos íntimamente relacionados entre sí: El primero, la curiosidad. Opino que para establecer una relación auténtica es imprescindible sentir curiosidad por la persona o personas que tenemos enfrente. Esa curiosidad implica el interés por la vida de la otra persona. Y por vida me refiero no solo a los problemas que la han traído a nosotras sino a sus deseos, sus miedos, sus proyectos... En definitiva, su mundo.
En mis formaciones me gusta utilizar el símil de la curiosidad infantil. Lo digo en el mejor sentido del término. La curiosidad infantil es valiente y exenta de prejuicios. Sería absurdo tratar de anular nuestros prejuicios porque es imposible, pero sí podemos tratar de identificarlos y gestionarlos y para eso se necesita honestidad, el segundo de los aspectos que traigo aquí.
La honestidad requiere autoconocimiento y autoevaluación (soy consciente de que estoy omitiendo la supervisión). Miren Ariño decía en su comentario de la entrada anterior que una relación auténtica es el resultado de una elección: la de no mentir. Con la honestidad, con el deseo de ser de verdad.
En una reciente entrevista a Teresa Zamanillo se menciona la idea de decirte la verdad ¡Tremenda frase! Ese decirte la verdad incluye el análisis de nuestros sesgos, nuestros prejuicios, reconocer y evaluar nuestros fracasos ¡Y reconocer y aprender de nuestros logros también!...
La honestidad asimismo supone perder el miedo a ser, a descubrirnos, a mostrarnos tal y como somos aceptando nuestras imperfecciones y abriéndonos a lo que la otra persona nos pueda aportar. Eso se consigue a través del diálogo, el tercero de los aspectos de esta relación auténtica que propongo.
Miren Ariño plantea un interesante giro epistemológico en trabajo social. Propone varios tránsitos, entre ellos un tránsito de las relaciones de poder al poder de las relaciones. Un diálogo caracterizado por el intercambio de ideas y acciones, cuyos resultados no pertenecen a cualquiera de las partes que están en comunicación. Es un producto de la relación dialógica, una praxis colaborativa no una intervención.
En ese diálogo hay aprendizaje y enriquecimiento por ambas partes. No me parece un planteamiento naïf, de hecho creo a pies juntillas que las personas que atendemos nos cambian a mejor si estamos dispuestas a abrirnos. El libro Diario de una buena vecina lo muestra a la perfección.
El último de los aspectos que conforman una relación auténtica es, a mi juicio, la mirada. En su magnífico libro La dimensión terapéutica del trabajo social, Lola Urraca dedica un capítulo a la mirada. Te recomiendo la obra, yo la utilizo con frecuencia.
En mis formaciones suelo utilizar la imagen que ilustra la entrada. Es mi perra Pili. La acogí hasta que Rescate Animal Berja le encontrara un hogar, pero su mirada cada vez que me dirigía a ella forjó un vínculo inquebrantable que me impidió dejarla ir. La mirada de Pili es la mirada que me gustaría intercambiar con los demás.
Cuenta Teresa Zamanillo en la entrevista que he nombrado párrafos más arriba:
En los seminarios que hacía, ponía en la pizarra: “¿Cómo veis a los clientes con los que trabajáis?”. Y todo era: pobres, dependientes, tristes, decadentes… Luego preguntaba: ¿cómo se puede trabajar con personas a las que veis de esa manera? Y se quedaban pasmadas e inquietas, sintiéndose mal. Tomaban conciencia inmediatamente, actitud que servía para dirigir el encuentro.
Efectivamente, así no se puede, no se debe trabajar, entre otras cosas porque no es verdad. Las personas somos complejas, contradictorias, ambivalentes... Me viene a la cabeza el famoso poema de Walt Whitman que incluye la frase yo soy inmenso y contengo multitudes. Con esa idea me despido no sin antes formularte una pregunta ¿Qué entiendes tú por una relación auténtica? Te leo en comentarios.
10 Comentarios
Hola Belén, antes que nada agradecerte tus artículos, me ayudan a seguir en la reflexión y ampliar la mirada.
Para mi una relación auténtica es desear lo mejor para la otra persona, dar la mejor versión de mí, y en palabras de Joan Garriga «evitar ponerte por encima o por debajo de nadie que igualmente adulto como tú, sin dejar de respetar los roles y funciones de cada quien, en cada contexto. Cultivar el pleno respeto hacia ti y hacia todos. Evitar juzgar, condenar, salvar, perseguir, temer y asustar».
Muchas gracias, Ana. Me ha encantado la cita de Joan Garriga, sobre todo la parte de «Evitar juzgar, condenar, salvar, perseguir, temer y asustar». Te agradezco que la hayas compartido.
Un abrazo.
Hola Belén, no pude aguantar la tentación de adquirir el libro,»la dimensión terapéutica del Trabajo social», que mencionas en el artículo.
Por fin, me llegó ayer, y si bien estoy en el inicio de la lectura, siento la necesidad de darte las gracias por mencionarlo. No podía imaginar que tuviera tantas cosas en común con la autora, siento que su libro es un regalo para mí. Gracias
¡Ay, muchas gracias! ¡Me alegra mucho que el libro te guste!
Un abrazo…
Hola Belén, gracias por esta entrada tan AUTENTICA.., por otro lado, como siempre.
Tal vez se puede decir de otras manera, pero no tan claro. La mirada de Pili también lo es, todo lo contrario de mirar sin ver o mirar viendo sólo lo que nos dejan ver nuestro ojos.
O también como diría el poeta del pueblo, Antonio Machado: El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve.
Un abrazo
M;ren
Yo entiendo por una relación auténtica lo último que me ha ocurrido con una de las personas con las que trabajo. Quedarme sin palabras y que el otro tenga en su escaso vocabulario en español lo más grande para decirme en un momento límite, cosa que yo no supe hacer. Me despedía de una persona en la cárcel, la cual no sabíamos si finalmente iba a ser expulsado, según resolución judicial, a su país de origen, Irán para cumplir una condena de prisión de 4 años. Esto en la realidad se traduce en una pena de muerte según sus propias vivencias personales, familiares… etc. Fue un momento bien auténtico en el que después de mostrarle cómo había intentado hacer todo lo posible para intentar parar en la medida de mis posibilidades esa situación, y viendo por ambas partes que eso no iba a ser muy fructífero, se dirigió a mí mirándome a los ojos con su escaso vocabulario en nuestro idioma y me dijo:» Tú en mí has entrado en mi vida». Me quedo con eso y con que, finalmente, no está en Irán sino en España.
Un abrazo Belén
Ana, muchas gracias por compartir esta anécdota, que ejemplifica a las mil maravillas la autenticidad.
Un abrazo de vuelta.
Qué bonito lo de Machado… Gracias, amiga, por tu comentario…
hola Belén. que buena entrada. pedagogica e inspiradora. Para mi una relación autentica es aquella que se va generando desde el minuto menos 5 en donde ves quien es la próxima persona que viene. Lo crea ser conocedora de la institucion donde ejerces. Sus limites y sus posibilidades. También conocerse y saber desde donde acompañamos: ideología, dificultades personales, falta de formarcion…..Y ademas la mirada de profundo respeto e interés. A tu curiosidad, le añadiría un me importas y mucho. Este rato que estamos juntas, estoy en lo que estoy……
Un abrazo
¿Qué puedo decir? Que «me importas» lo resume todo a la perfección. Un abrazo, amiga.