5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
21 de octubre de 2021 / 8 Comentarios
Tres veces me preparé para recibir a Pili. Su mami ingresaba en una residencia de personas mayores dejando atrás a su perrita, su compañera de vida, sin saber qué sería de ella. Estaba desesperada la mujer. Se negaba a dejar a Pili con la protectora hasta que el ingreso no se hiciese efectivo. Eso me generó más de un dolor de cabeza para cuadrar mi, por desgracia, apretadísima agenda. Los ingresos residenciales, como sabemos, tienen su aquel.
Me había enterado del asunto Pili por una amiga activista de la protectora a la que había acudido la señora (por cierto, esta amiga es trabajadora social y me estará leyendo). Resulta que además a la mamá de Pili la estábamos atendiendo en el centro. Su trabajadora social, una de mis compañeras, también estaba preocupada por el futuro de la perra. Me armé de valor y decidí acogerla mientras le encontraban un hogar porque esa protectora me había echado muchos cables en el pasado y porque la señora era un caso nuestro. Me tiré a la piscina sin saber como reaccionarían mis perros, Lío y Pingo, ni cuanto tardaría la protectora en buscarle un hogar. Por fin una mañana Pili llegó al centro de servicios sociales temblando de miedo.
Estoy segura de que cada profesional que lea esta entrada habrá vivido mil historias como la de Pili. El año pasado fueron abandonados en España 162000 perros y 124000 gatos. En España cada cinco minutos se abandonan tres animales. Ostentamos el honor de ser un país exportador de animales abandonados. De hecho estamos a la cabeza de Europa. Qué maravilla... Solo espero que la Ley de protección y derechos de los animales que está en trámite parlamentario al menos —qué menos— obligue a las administraciones a cumplir sus obligaciones asumiendo el trabajo que actualmente realizan las protectoras, completamente sobrepasadas, endeudadas y agotadas. Solas. Y aún así continúan salvando animales un día más, un rescate más, una muerte más. Las personas que voluntariamente se dedican a rescatar animales están hechas de otra pasta. Lo digo con motivos.
Los animales son parte de la familia, es evidente. En mi caso formamos una unidad familiar. No se me ocurre imaginar una vida sin mis perros. Ni alcanzo a imaginar el dolor de alguien que ingresa en una residencia, en una casa de acogida, en una cárcel... teniendo que abandonar a un animal a su suerte. Hace unos meses vi por la calle a un hombre sin hogar que llamaba a gritos a Ratita. Preguntaba histérico a los viandantes con los ojos arrasados en lágrimas si la habíamos visto. Para muchas personas sin hogar los animales son su única familia ¿Como es posible que para ingresar en cualquier institución tengas que dejar atrás a tu bichillo? ¿Como es posible?
Quienes nos dedicamos a estos menesteres tenemos que apoyar la creación de recursos que admitan animales. La situación actual es un sinsentido. Asimismo debiéramos incluir en el análisis familiar a los animales de compañía. En esta línea es interesante el artículo de Carmen Caravaca Llamas en la revista Trabajo social hoy las mascotas en el informe social. En él se aborda la integración de las mascotas no solo como elementos de la unidad familiar sino como seres sintientes que pueden recibir violencia o simplemente estar sufriendo. Como Pili. Ha debido de sufrir tanto el abandono de su mamá que ha estado tres días sin comer, la pobre.
Decía anteriormente que las personas que voluntariamente rescatan, cuidan y protegen animales son héroes y heroínas sin capa. Acogí a Pili con la firme convicción de cuidarla temporalmente. Es más, ahora que vivo en una casa con patio me había planteado acoger animales y no he podido.
No soy capaz. Pili es la primera y última perra que acojo. Temblaba tanto, estaba tan encogida y comía tan poco que le he dedicado estos días con mucha zozobra. Pili ahora come, mueve el rabo e incluso da saltillos cuando cojo su correa. Lío y Pingo la han aceptado sin más. Pili brinca a mi alrededor cuando llego a casa y sus lamidos me acompañan mientras veo la TV. Yo ya no la puedo dejar ir, así que la he adoptado porque Pili es más buena que el pan. Y guapa..., qué decir, puedes comprobarlo en la foto que ilustra esta entrada... Es Pili. Es mi Pili.
Quiero aprovechar esta entrada para dar las gracias a mis padres, hermana, cuñado y sobrinos por tratar a mis perros como parte de su familia. Ellos los cuidan y los quieren a pesar de no haberlos elegido.
8 Comentarios
Muchas gracias Belén por este artículo. Las colegas que además amamos a los animales, debemos pasar muchas veces por situaciones difíciles, no solo por la persona, sino también por su compañero de cuatro patas.
Una de las personas a las que acompaño en su proceso vital, ha dejado por escrito que si le pasa algo, su perrito se vendrá a venir conmigo. Ese testamento me hizo reflexionar sobre lo que tan bien explicas en esta entrada.
Efectivamente, Ana, vivimos difíciles situaciones. Otro día contaré la historia de «Pistolas». Qué bonito es que esta persona haya depositado esa confianza en ti. Es precioso…
Por cierto, Pili no puede ser más guapa, ni haber tenido una (segunda) mamá mejor
Siiiiii, Pili es preciosa y más buena que el pan. La mamá lo hace lo mejor que puede con tres perretes, muchísimas gracias…
Que forma mas bonita tienes de decir lo que siento y la que quiero. En la ciudad donde trabajo hay un piso para indomiciliados gestionado por servicios sociales basicos.Ha estado meses vacío o incompleto para su capacidad con un ciudadano y su perro en la calle. La absoluta falta de sensibilidad de los profesionales para entender que el único vinculo de este señor es su perro, hace que sigan en la calle. Los inviernos en la dura meseta castellana no movilizan sensibilidades, ni saber hacer.
Me encanta recibir comentarios tan llenos de sensibilidad como el tuyo. Nada que añadir. Un abrazo muy fuerte.
Brava!!
Esta narrativa no podía tener mejor final!
y por supuesto que tenemos que tenerlos en cuenta, al final es parte de la historia, de las personas con las que trabajamos y si existe vinculo, nada más de lo que hablar.
Buen fin de semana
Gracias, Enma ¡Un abrazo!