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15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
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El blog de Belén Navarro
2 de septiembre de 2024 / 6 Comentarios
En principio fue la imperfección. Una desobediencia al orden preconstituido, una rebelión sin testigos en el corazón mismo de la más negra de las noches. Algo se rompió en la simetría, hace 13.820 millones de años. Se levantó apenas un soplo imperceptible y fue así como el gran lápiz del universo cayó desastrosamente de un lado y no de otro. Una pequeñísima, infinitesimal anomalía se hizo fuente y origen de todo.
¡Hola! ¿Hay alguien ahí? ¿Qué tal estás? Yo estoy plena de fuerzas y con ganas de comenzar una temporada más. Ha sido un verano productivo en lectura: He quedado rendidamente enamorada de Deborah Levy, a la que cité en la entrada de despedida y he aprendido mucho del libro al que pertenece el párrafo que acabas de leer: Imperfección, una historia natural, de Telmo Pievani.
El libro cuenta como la evolución, el desarrollo de la vida ha sido y es posible gracias a la imperfección incluyendo a la especie humana y la tecnología de la que tanto nos vanagloriamos. Contrariamente a como nos han enseñado, la naturaleza es chapucera: No hace proyectos, encuentra subterfugios, artimañas y se desarrolla tal y como lo haría un bricoleur, en español, un manitas, aprovechando y reciclando. Darwin lo captó y trató de demostrarlo a lo largo de su carrera científica.
La evolución del ser humano hasta llegar al Homo sapiens ha sido asimismo chapucera. Hay tres características que nos diferencian del resto de animales: La bipedestación, la neotenia y el lenguaje. La bipedestación surgió accidentalmente y es el origen de numerosos problemas ergonómicos que sería muy largo relatar aquí.
La neotenia, por su parte, hace referencia a la persistencia de caracteres larvarios o juveniles después de haberse alcanzado el estado adulto. También causa problemas porque este retraso en el desarrollo con respecto al resto de animales nos convierte en un prodigio de aprendizaje, sin embargo requerimos desde el nacimiento unos cuidados tan intensivos y prolongados en el tiempo que hacen de la crianza un esfuerzo que, francamente, no todas las personas estamos dispuestas a asumir en contra de lo que dicta el instinto natural.
El lenguaje tampoco está exento de problemas. Su configuración de entrada es imperfecta: Respiramos, comemos y hablamos con el mismo órgano: la boca. El autor cuenta que la bipedestación obligó a colocar la laringe bajo el cuello y a dividirla en dos secciones casi perpendiculares por lo que la función de deglutir unida a la de la respiración y el habla causa millones de muertes por atragantamiento cada año en el mundo ¿A quien no le ha pasado? ¡Qué mal rato!
Podríamos concluir entonces que aunque la naturaleza es chapucera la inteligencia humana tiende a la perfección. Pues no. Nuestro cerebro es imperfecto y nos juega malas pasadas —sesgos, prejuicios, estereotipos...— ya que es otro chapuzas tal y como demostró Daniel Kahneman, entre otros, en su libro Pensar rápido, pensar despacio.
El azar juega un papel fundamental en esto de la imperfección. Por ejemplo, en las extinciones en masa —cuenta Pievani— no sobreviven los más aptos ni los mejor adaptados. No hay tiempo. A veces sobreviven los más generalistas y otras los más afortunados.
Sobre la imperfección y el azar es curiosísima la historia del teclado informático, el que estoy usando para escribir esta entrada, vaya. Lo contaré brevemente. El teclado actual, conocido como teclado qwerty, se diseñó para las máquinas de escribir que, como sabes, funcionaban con un martillo para cada letra (en realidad cada martillo contenía más de un carácter). Se separaron las letras que más se usaban para evitar que los martillos chocaran unos contra otros al teclear; era un buen teclado para las máquinas de escribir, pero es un mal teclado para los ordenadores por razones que no vienen al caso.
Pues se ha impuesto el teclado qwerty por absurdas carambolas del destino que el autor detalla en el libro ¿Significa todo lo que he contado que la imperfección es un mal dentro de la evolución? En absoluto. La imperfección ha sido el motor de la evolución, el núcleo de la vida. Nace de la exigencia de llegar a compromisos entre intereses diversos y empujes selectivos antagónicos. La perfección, suelo recordar a mis exigentes compañeras, es enemiga de la eficacia. Y la naturaleza es, básicamente, eficaz.
Donde hay perfección no hay historia puesto que —afirma Pievani— la perfección es la historia que ha borrado sus propias huellas. No buscar una perfección imposible es un buen consejo, recomienda, sobre todo porque el ansia de desempeño es demoledora. Si me pongo a revisar este texto una y otra vez buscando la perfección siempre encontraré errores o frases susceptibles de mejora, pero permanecerá enjaulado en un asfixiante estado de borrador. En cambio ahora es una entrada publicada, tan imperfecta como feliz de ver la luz.
6 Comentarios
Cuñaína, desde mi humilde opinión, habría que añadir otra característica más de las que nos diferencian del resto de animales: La bipedestación, la neotenia, el lenguaje y la oposición del pulgar al resto de los dedos de la mano:
«Es probable que el desarrollo del pulgar haya sido el elemento crucial que subyace al desarrollo de la cultura compleja durante los últimos 2 millones de años, dando forma a nuestra evolución biocultural»
https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/tu-increible-dedo-pulgar-2-millones-anos-evolucion_16296
Nos ha permitido crear y manejar herramientas y manipular con destreza las sustancias de las fosas nasales, como podemos apreciar en las paradas de los semáforos.
Un besico.
Buenas, Quique, te explico. Tal y como dice Pievani en el libro, hay otros animales con pulgares (o dedos oponibles, que hacen la función del pulgar) como los pandas, los koalas, las zarigüeyas o los mapaches, por poner algunos ejemplos, por lo que el pulgar no nos diferencia de otras especies.
Otra cosa es la función que el pulgar haya tenido en el desarrollo de humanos, pero su función es, como también indica Pievani, complementaria. Dicho en otros términos, sin la neotenia y la bipedestación el pulgar no habría tenido la relevancia que sí tiene en humanos y que National Geographic señala.
Aquí estamos Belén, deseosas de leerte.
Como has comenzado con la evolución del ser humano, voy a recomendar un podcast que me encanta, que me distrae, y del que aprendo mientras realizo las tareas domésticas, aunque es tan interesante que necesita de una atención plena que no siempre se consigue fregando, planchando… Se llama «El placer de admirar» de Arsuaga, un programa que tiene en radio nacional desde la pandemia.
También un libro que estoy leyendo, que trata sobre la crisis que sufrió el mundo de las ciencias matemáticas, a principios del siglo pasado, buscando un axioma, una evidencia irrefutable, que no deja de ser un perfeccionismo llevado a sus máximas consecuencias. El libro se llama Maniac y su autor es Benjamin Labatut. Lo estoy disfrutando mucho.
Un abrazo y feliz regreso
¡Me encantan las recomendaciones, las apunto! Gracias por compartirlas…
Maravillosa imperfección… imperfecto también significa incompleto…, menos mal Belén, así tendremos más. Gracias amiga!!!
La perfección es fin, la imperfección es continuidad, efectivamente… Gracias, India, por comentar… Un abrazo