5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
20 de mayo de 2021 / 6 Comentarios
La visita a domicilio es uno de esos temas en la profesión que de vez en cuando se ponen de moda, no sé por qué. En esos momentos yo me siento en la obligación de escribir sobre el asunto. Muy a mi pesar, pues al igual que Conan Doyle es una cruz escribir sobre un tema que me gustaría hacer desaparecer. No me refiero a la visita en sí, me refiero al ramalazo visitadomiciliador que nos coge todo el cuerpo, hasta tal punto que hay quien define la visita domiciliaria como una técnica privativa del trabajo social.
Técnica privativa del trabajo social que se aplica en el domicilio del cliente, a través de la entrevista y observación, con fines de diagnóstico e intervención y con el propósito de vincular el problema del cliente al sistema socio-familiar (Quiroz, 1998).
Yo leo esto y me quedo tiesa. Por esa regla de tres la observación es una técnica privativa de la antropología. Así pues ¡trabajadoras sociales, mucho cuidado con observar sistemáticamente algo o a alguien en algún momento! ¡Si váis a observar, al menos tened la decencia de hacerlo sin apuntar nada, carajo! ¿O quién inventó el diario de campo? Mucho están tardando los colegios profesionales, por otra parte, para denunciar a cualquier educadora social que tenga la osadía de poner un pie en un domicilio.
Por favor, seamos serias.
No es tampoco de recibo afirmar que la visita a domicilio es un acto profesional que nos define. Lo he visto con mis propios ojos en un libro carísimo de trabajo social. No puedo compartir que una técnica o un conjunto de técnicas defina una profesión y mucho menos la nuestra. De ser así menudo armazón epistemológico el nuestro. En fin. Recupero el hilo de la entrada anterior. Allí dije: Que una persona se niegue a abrir la puerta a una trabajadora social dice mucho de la deriva de los servicios sociales y del consiguiente riesgo para el trabajo social en este sector. También dice mucho de la interpretación que algunas hacemos del encargo social.
Y es que si la visita a domicilio forma parte de una intervención dirigida a acompañar o apoyar es impensable que la persona atendida se niegue a abrirnos la puerta. Lo que ocurre es que hace tiempo que forma parte de los mecanismos de control para disciplinar a las personas empobrecidas a través de las prestaciones monetarias ¿Qué esperamos entonces, que nos reciban con una taza de té?
Y digo más ¿Cómo estamos manejando ese mandato social? Estoy convencida de que el noventa por ciento de las agresiones a profesionales provienen de un mal manejo del encargo. Puntualizo, no todo nuestro desempeño se dirige a controlar a la gente pobre. Creo simplemente que es una práctica que no deja de extenderse y nuestra posición con respecto a las políticas sí nos define como profesionales. El otro día leí al respecto un tweet del Colegio de Trabajo Social de Cataluña para enmarcar.
Existe, al margen de lo dicho, una interesante relación entre las visitas domiciliarias y los contextos profesionales de cambio, un tema del que llevo hablando desde 2014. Aunque no comparto algunas ideas de este artículo de Valentín González Calvo me parece interesante planificar la visita dependiendo del contexto y no al revés. Aplicar los contextos profesionales de cambio ayudan a una correcta aplicación de la visita a domicilio. También de los proyectos de intervención social, otro temazo que abordaré la semana que viene.
Esta interacción entre la visita y los contextos está siendo estudiada por otro compañero en su tesis doctoral. Podéis seguirlo en instagram y participar en su encuesta. Por mi parte concluyo insistiendo en mis dos ideas. Una, que la visita domiciliaria está sobrevalorada porque una técnica, por sí sola, carece de peso en la intervención social. Otra, que, como el resto de técnicas, son opcionales y no deben aplicarse porque sí, porque los trabajadores sociales hacemos visitas a domicilio. Se trata de un planteamiento a todas luces simplista. Elemental...
PD. Estos días me siento un poquito huérfana porque Franco Battiato es parte de la banda sonora de mi vida. Se ha ido, pero su música pervivirá eternamente mientras sigamos bailando al ritmo de siete octavas...
6 Comentarios
Buenos días, Belen:
Totalmente de acuerdo, “la visita a domicilio hay que planificarla dependiendo del contexto”, pero el problema es que, en algunos lugares, los servicios sociales de atención primaria están perdiendo la perspectiva comunitaria y eso hace que algunos profesionales estén bastante disociados, convirtiendo las técnicas en el fin, porque, no nos engañemos, la finalidad es sacar el expediente.
Un besico, que ya estamos a jueves. Cheli.
Me ha encantado la síntesis que has hecho, sobre todo lo de «la finalidad es sacar el expediente». Lo incorporo a la entrada que estoy escribiendo. Un besote.
Me encanta tu planteamiento y es bien claro de entender, tenemos múltiples técnicas, instrumentos y herramientas en nuestra profesión pero no todas son válidas según en que situación. Hay que ajustarla a la intervención, a la familia y al objetivo de la misma.
Forzarlas o pretender encajarlas, sin reflexionar, planificar y mostrar sensibilidad, solo llevan a una mala praxis.
Ante todo respeto hacia las personas y su espacio- domicilio- aunque no encaje en nuestro mapa, la alianza con las personas, observar para ver si podemos apoyar/orientar nuestra intervención, pero siempre seguir avanzando.
lo primordial es/son la(s) persona(s)!
P.D: Yo también lloro a Battiato 🙁
«Respeto hacia las personas y su espacio- domicilio», esa es la clave ¿Tú también lloras a Battiato? Ooooh me llegas al alma…
Toda la razón, Belén. Tener que aclarar obviedades de este tipo es para hacérnoslo mirar.
Comparto, a ver si al final nos aclaramos… Un abrazo.
Tremendo, sí. Otro abrazo de vuelta.