5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
7 de octubre de 2021 / 14 Comentarios
Esta no es una entrada sobre evaluación. Tampoco es exactamente una disertación relativa a los indicadores en intervención social, aunque más adelante lo parezca. Ni mucho menos un alegato contra la medición. Como muchas otras compañeras, opino que uno de los problemas crónicos que arrastra el sector de los servicios sociales públicos es la incapacidad para el análisis y la posterior generación de conocimiento. De las prácticas basadas en la evidencia ni hablamos. No obstante, como digo, no voy a profundizar en la importancia de evaluar nuestras intervenciones aunque, ya puestas, aprovecho y lo vuelvo a reivindicar.
La semana pasada escribí una entrada titulada Elogio de la lentitud. Allí señalaba que la pandemia no ha sido la oportunidad de mejorar el funcionamiento de los servicios sociales que muchas esperábamos. Al contrario, ha empeorado algunos problemas que algunas ya veníamos señalando. También me comprometí a desarrollar las ideas que apuntaba, así que comienzo deteniéndome en esta entrada en el interés exagerado por la pulcritud en los procedimientos y no por los resultados con las personas. A ver si soy capaz de desarrollar un hilo inteligible... Un poco de paciencia, por favor.
Las que ya tenemos una cierta edad aprendimos a diseñar proyectos de intervención social con el libro Diseño y evaluación de proyectos sociales, de los archiconocidos Gustavo García Herrero y José Manuel Ramírez Navarro. Es un buen libro que describe, entre otras muchas cosas, los indicadores en intervención social. Los autores definen los indicadores como las referencias clave para la evaluación en su dimensión cuantitativa.
Según la guía del Observatorio del Tercer Sector de Bizkaia (p.42) existen dos grandes grupos de indicadores:
En el ámbito de la intervención individual-familiar nos interesan sobre todo los indicadores de resultados, y dentro de estos los indicadores de logros. Son mecanismos cuantitativos que sirven para valorar hasta qué punto o en qué medida se están alcanzando los objetivos operativos.
Dicho de otro modo, los objetivos operativos constituyen la expresión escrita de los logros que esperamos obtener con esta o aquella familia y los indicadores de evaluación miden la consecución de esos logros que buscamos alcanzar. Por ello es fundamental saber construir objetivos operativos y sus indicadores de logro ¡de logro! y, por otra parte, lo deseable es que sean las personas atendidas las que señalen qué metas desean conseguir, sin embargo por el momento esto último no me interesa.
Los indicadores de logros son los que, junto con la evaluación cualitativa, van a determinar si nuestra intervención ha tenido éxito. El resto de indicadores arrojará datos en cuanto al esfuerzo que nos ha costado, el uso de los recursos y otras cuestiones complementarias nada desdeñables, pero por sí solos no pueden determinar la consecución de los objetivos.
Pondré un ejemplo: Si uno de nuestros objetivos operativos es eliminar el absentismo escolar de una menor el indicador de evaluación será el número de faltas al principio y al final de la intervención (es un ejemplo muy simplón, es que busco explicarme con claridad). Si, por el contrario, como indicador de evaluación escogemos —un decir— el número de entrevistas realizadas con los padres o el número de reuniones con la tutora el dato resultante arrojará el esfuerzo o el tiempo invertido en esta menor, sin embargo en ningún caso podremos determinar si la menor sigue faltando o el absentismo ha cesado. Los indicadores de actividad, de impacto, de recursos o de procesos en la intervención social por sí solos no nos dicen nada. Absolutamente nada.
Pues observo que cada vez se utilizan con más frecuencia en intervención social y, lo que es peor, en detrimento de los indicadores de logros. En programas de renta mínima, en los PRISOS, en las evaluaciones de los casos. Hasta aparecen en libros y manuales como única medida de evaluación cuantitativa. En mis sesiones de formación batallo a diario para hacer entender al alumnado que en intervención individual- familiar los indicadores de logro son los importantes y el resto son complementarios ¿Por qué está sucediendo esto? y en consecuencia ¿Por qué traigo este asunto al blog?
Porque sostengo que la tendencia creciente a utilizar estos indicadores — llamémosles de procedimiento — forma parte del paradigma que llevaba años gestándose y ha cristalizado en el sector al abrigo de la pandemia, al abrigo de las creencias rancias de la clase política, de la ignorancia de mucho mando intermedio y las posturas acomodaticias de otras tantas profesionales, no solo del trabajo social. Sin olvidar a una ciudadanía cada vez más desinformada, cada vez más manipulada.
Un paradigma que antepone los procedimientos a los resultados. Más orientado a cubrir meticulosamente el expediente que a resolver los problemas de las personas. Interesado por entretener a la gente y no por ayudarla. Preocupado en hacer trabajar a profesionales y sujetos de la intervención como hámsters en una rueda en lugar de impulsar cambios estructurales. Es triste constatar que quienes diseñan estos programas en absoluto creen en la capacidad de las personas de salir del pozo de la exclusión ni en la de las profesionales de reparar, ni siquiera de paliar los problemas relacionales. Y la hay. En ambos casos. Desde otros paradigmas, claro.
Por cierto, los indicadores cualitativos no existen, que alguien tenía que decirlo ¡Hombre ya!
PD. Si crees que una renta básica es necesaria en Europa, te animo a que apoyes esta campaña en Change.org
14 Comentarios
Cuando acabé tu post de hoy comencé a reír con esa contundencia de algo que comparto plenamente y parece una broma que solo entienden dos amigas o dos compañeras que sufren los mismos avatares diarios, pero luego casi me atraganto y me da por llorar, que vamos ni tanto ni tan poco…
Pero es que es tal cual los procesos y protocolos nos han dado la seguridad de hacer un trabajo dentro de unos márgenes de calidad, que por supuesto a nivel cuantitativo ofrecen resultados pero los cualitativos no parecen existir y cuando se tratan de establecer, parecen imposibles de valorar porque parece solo existe una medición numérica.
Así que parecemos unos quijotes, luchando contra molinos de viento, aquellos que aún tratamos de trabajar sobre ellos y tenemos que «inventarnos formas de medirlos»…
Resumiendo, como dice una compañera haberlos hailos (que como gallega me viene perfecto) porque para MUCHOS COMPAÑEROS como bien dices…NO EXISTEN.
Que importante sería darle una vuelta a nuestra forma de evaluación, que ya parecemos un examen de la EBAU. Jajajaja.
FELIZ PUENTE, para aquellos que podamos disfrutarlo!!
Me alegro mucho de que la entrada te haya removido. Sigamos adelante, amiga, que a los caballeros andantes no les toca ni atañe averiguar si los afligidos, encadenados y opresos que encuentren por los caminos, van de aquella manera o están en aquella angustia por sus culpas o por sus gracias; sólo les toca ayudarles como menesterosos.
Me encantan vuestros debates, pues aunque hace mucho tiempo que estoy fuera de combate, el tema de la evaluación es algo que me ha interesado siempre y sobre el que he trabajado con más intuición que conocimiento.
Gracias.
Gracias por interesarte por estas cuitas ¡Un abrazo!
Una buena pelea institucional, entre los indicadores que te interesan a tí como profesional y los solicitados por otros estamentos e instituciones, políticas, consejerías, etc, en eso los mandos intermedios igual podemos aportar un granito de arena. Un beso
Muy cierto, tocaya ¡Un abrazo!
En este mundo digital, de datos y cifras mentirosas, cada vez me interesan más los indicadores cualitativos (que como las brujas, no existen, pero haberlos, haylos). Por lo demás, coincido contigo. Los indicadores se diseñan en función de los objetivos, y hace tiempo que la verdadera función del sistema dejó de ser solucionar los problemas de la gente para, simplemente, paliar las peores consecuencias de dichos problemas y controlar los comportamientos de la población. Y para esa función, los indicadores de resultados no tienen mucho sentido. Un abrazo
A mí me interesa más lo cualitativo que lo cuantitativo, aunque entiendo que no solo no son excluyentes sino complementarios. Dicho esto, a lo que me refería con decir que los indicadores cualitativos no existen es precisamente eso, pues el concepto indicador es por definición cuantitativo. Otra cosa es hablar de evaluación cualitativa. Por lo demás, totalmente de acuerdo, los indicadores de resultados no tienen sentido, es, como decía, la consecuencia de este paradigma que ambos aborrecemos. Un abrazo.
Una buena pelea institucional, entre los indicadores que te interesan a tí como profesional y los solicitados por otros estamentos e instituciones, políticas, consejerías, etc, en eso los mandos intermedios igual podemos aportar un granito de arena. Un beso
Así es…..
Y aquí estamos como hámsteres, el otro día se lo decía a una amiga, somos hámsteres en una rueda cada vez más complicada y que no van a ningún sitio…
Habrá que aprovechar el poco espacio que nos dejan para la relación. Estoy segura de que lo estás haciendo. Un abrazo.
“Por cierto, los indicadores cualitativos no existen, que alguien tenía que decirlo, hombre ya.” Emotivo me quedo muerta matada y vaya ataque de risa…..
Es uno de mis caballos de batalla junto con la visita a domicilio ¡Qué coraje me daaaa!
Un fuerte abrazo, tengo ganas de verte.
Quería decir emoticono de…..