5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
1 de marzo de 2021 / 5 Comentarios
El otro día Academia envió un artículo de la revista Trabajo social hoy publicado en 2017. Se titula Eufemización de la violencia ejercida en trabajo social: Hacia el reconocimiento intradisciplinar del abuso de poder. Lo escribe Francisco Idareta Goldaracena, un investigador muy conocido en la profesión. Su producción, sobre ética en trabajo social, es en mi opinión muy interesante y valiosa.
El autor aborda un tema espinoso: la violencia ejercida por trabajadoras sociales, asunto escasamente analizado en nuestro país, o más bien atenuado con términos tales como negligencia, mala praxis... De ahí la eufemización que aparece en el título.
Como siempre, invito a la lectura del artículo porque sin duda merece la pena. Para que se me entienda me limitaré a describir brevemente el hilo argumental del texto. Según Idareta, la violencia institucional que se ejerce desde el trabajo social es un tema en el que no queremos o sabemos profundizar. Las razones no las desvelo, pero ¿a qué se refiere Idareta cuando habla de violencia institucional?
Estaríamos ante un caso de violencia institucional cuando una o un trabajador social ha abusado de su poder frente a un usuario que ha dado cuenta del mismo y pese a que el resto de profesionales (sean o no trabajadoras o trabajadores sociales) lo saben, ninguno hace nada para evitarlo o remediarlo.
La violencia institucional se concreta en el abuso de poder y la burocracia. Hay muchos ejemplos: Discrecionalidad, falta de participación activa de las personas usuarias en las organizaciones o asimetría de poder: actuaciones como cosificar a la persona atendida, culpabilizarla de una mala relación profesional...
Continúa Idareta: Si hemos llegado a este punto en el trabajo social es precisamente porque la disciplina ha adquirido la suficiente madurez como para comenzar a dar pasos en torno al reconocimiento abierto y explícito del abuso de poder (...) Por lo tanto (...) deberemos enfrentarnos con el mismo compromiso ético y determinación a una realidad compleja, siendo conscientes de que pese a que en la mayoría de los casos se use correctamente el poder en beneficio del usuario, debemos identificar y evitar los casos de abuso de poder para con el usuario.
Esa madurez también debería dar lugar a la reflexión post pandemia cuando todo esto acabe. Hay mucho que analizar ¿En qué nos ha cambiado la pandemia? ¿Hemos sabido conjugar atención telemática y relación de ayuda? ¿Qué es lo que entienden las administraciones por esencialidad? ¿Cuál es el papel que han jugado, hemos jugado, los mandos intermedios? ¿Qué rol atribuyen, cada vez más, las instituciones al trabajo social? ¿Coincide con nuestras aspiraciones? ¿Realmente nos incomoda?
Y, en relación con el artículo ¿En algún momento hemos priorizado de forma exagerada la autoprotección en detrimento de una mejor actuación profesional a sabiendas de que no era lo correcto? ¿Nos ha hecho la presión actuar de forma violencia con alguna persona atendida? ¿Nuestras actuaciones profesionales han sido éticas? No digo que no lo hayan sido, lo que digo es que son preguntas que nos interpelan y que tendríamos que responder(nos).
Al margen de la pandemia, autoevaluarse de vez en cuando es importante. Para quienes deseen hacerlo, el propio Idareta ha elaborado un cuestionario de medición de la violencia hacia las personas atendidas muy riguroso. Y es que quien alguna vez no haya ejercido violencia sobre las personas atendidas que tire la primera piedra.
Predicaré con el ejemplo y la semana que viene hablaré de una experiencia reciente en la que yo misma ejercí violencia institucional. Eso sí, que quede claro para terminar que aquí todas somos grandes profesionales y que todo lo malo que digan sobre nosotras es falso. Salvo alguna cosa...
Quiero agradecer al colegio de trabajo social de Cádiz su invitación a la mesa redonda online del día mundial del trabajo social. Compartir ideas con Koldobi Velasco, Manolo S. Bayona y las compañeras gaditanas es un honor. De corazón lo digo.
5 Comentarios
[…] un tema absolutamente necesario para el avance de la profesión, que ha llegado de la mano de Francisco Idareta, quien a partir de este congreso es conocido por su nombre artístico, Francisco y su […]
Me gusta mucho, Belén me parece enriquecedor plantearse la autocritica. El abuso como estilo de trabajo con el débil. Es sumamente cobarde y todos y todas lo hemos escuchado o visto alguna vez. Hoy me encuentro indignado porque en tiempos de pandemia la vileza se extiende y los y las miserables atacan también a sus propios compañeros/as. Jefas de servicio trabajadoras sociales que maltratan a compañeras por pedir sus derechos. Que no harán con el usuario/a indefenso.
«Jefas de servicio trabajadoras sociales que maltratan a compañeras por pedir sus derechos». Esto es inadmisible, intolerable.
Cebarse con el débil es, como bien dices, signo de vileza.
Muchas gracias por comentar.
Belén el post me parece muy acertado, porque no podemos caer en el narcisismo de considerar que por un lado todos/as cometemos errores, a lo largo de nuestra carrera profesional (de los cuales si aprendemos algo habrá valido) y por otro que existen malos/as profesionales y punto. Pero como en todos los sectores vamos y lo peor de esa situación es como lo normalizamos, no lo comunicamos o denunciamos, por múltiples razones pero no lo hacemos.
Tampoco creo que ante esas situaciones tengamos que ir a lo más punitivo, pero si a la reparación y el aprendizaje, al no volver a realizar esa mala praxis.
Ahora también creo que ante reincidencias de una misma mala ejecución de las funciones que nos son propias hay que valorar medidas más disciplinarias y OJO no solo en la privada, en las administraciones públicas, también, ya que de hecho deberían ser ejemplo.
Gracias de nuevo por tu post!!
Hola, Enma, en primer lugar, muchas gracias por comentar. En mi opinión hay MUCHISIMAS buenas trabajadoras sociales que, como es normal, se equivocan (más o menos), pero también creo, y lo voy a decir claramente, que hay profesionales del trabajo social que más valdría que se hubieran dedicado a ser inspectoras / es de hacienda o de la seguridad social, como creo que hay docentes que no sirven para enseñar o profesionales de la medicina que no saben curar y sobre todo que no reconocen sus errores, errores que cometemos TODAS.
Y creo que hay personas profesionales que lo que les falla es la actitud en el trabajo social, la medicina, la psicología, la educación social, el derecho, la barra de un bar o la caja de un supermercado. Lo que pasa es que a mí me molesta particularmente las malas praxis cuando provienen de mis colegas, pèro no quisiera dar la impresión de que trabajamos peor, al contrario, creo que la mayoría de las trabajadoras sociales hacen un magnífico trabajo.
Y creo, como tú, que una vez es un error, dos, es una mala actuación, estoy completamente de acuerdo contigo. Y que debiera caer el peso de la ley, también.
Un abrazo.