Ousmane

Este es el momento de la valentía, y para mí la valentía no es la ausencia de miedo. Es la determinación de actuar a pesar de tener miedo.

Es el momento de relatos más complejos: no basta saber cómo sufren los refugiados o de qué modo no encajan en una nueva sociedad; también debemos saber qué hiere su orgullo, a qué aspiran, y quién arma las guerras que los convirtieron en refugiados para empezar, de quién es la responsabilidad.

Es el momento de proclamar que la superioridad económica no significa superioridad moral.

Es el momento de analizar el tema de la inmigración, de ser sinceros respecto a ella. De preguntar si la cuestión es la inmigración o la inmigración de tipos concretos de personas: musulmanes, negros, morenos.

Es el momento de la audacia en la narrativa, el momento de los nuevos narradores. Es importante tener una amplia diversidad de voces, no porque queramos ser políticamente correctos, sino porque queremos ser precisos. No podremos entender el mundo si seguimos fingiendo que una pequeña parte de él representa al mundo en su totalidad.

Es el momento de replantearnos cómo pensamos los relatos. La cuestión de los derechos humanos no hace referencia solo a las grandes historias de represión gubernamental. Trata también de relatos íntimos.

Fragmento del discurso El silencio es un lujo que no podemos permitirnos, de Chimamanda Ngozi Adichie.

Esta es la historia de Ousmane. Es solo una de los millones de historias de los millones de personas que migran cada día. Ousmane llegó a España en 2018, tras un aterrador viaje desde su Senegal natal hasta las costas españolas. Logró desembarcar en una playa de El Ejido (Almería). Tenía contactos así que venía con la seguridad de un alojamiento más o menos digno.

Encontró empleo rápidamente, Ousmane, además de ser una persona habilidosa y audaz, cargaba una pesada mochila familiar que incluía deudas que pagar. No pareció ser un problema para Ousmane; comenzó a trabajar, más que con determinación con ferocidad. Recaló en un pueblo vecino, Berja, donde encontró a Pepe, su nuevo jefe.

Ousmane y Pepe

Los jornaleros como Ousmane logran tener estabilidad laboral casi al instante. En el argot agrícola almeriense estabilidad significa trabajar (con o sin papeles) para un solo agricultor y contar con la ventaja de que éste le busque jornales con otros agricultores si no hay faena en su campo. Ese fue su caso. Ousmane pudo comenzar a enviar dinero a Senegal. También enviaba algo de dinero a Francia, donde vive su novia. No la ha visto desde 2019.

La moral de Ousmane junto con su obsesión por hacer dinero para enviar a Senegal, a Francia y salir adelante lo despistaron. No solicitó la tarjeta sanitaria. Tampoco fue a urgencias fingiendo dolores. No era capaz de mentir, se lamentaba. No se matriculó en Educación de adultos ni se apuntó al gimnasio municipal para no ir, como hacen muchos de sus compañeros.

En definitiva, no se preocupó de generar pruebas de su residencia en España como hacían sus compañeros. Ousmane solo trabajaba, comía, dormía y así sucesivamente esperando que llegara el momento de regularizar su situación, cosa segura dado que Pepe lo había empadronado en el cortijo de su propiedad donde Ousmane vivía y además pretendía contratarlo. Para Ousmane el empadronamiento y el contrato eran pruebas suficientes para obtener papeles. Estaba tranquilo.

Y llegó ese momento.

Los papeles

Para entonces Ousmane y Pepe ya eran amigos. Tanto que Ousmane ha confesado a Pepe que en realidad quiere regularizar su situación para marcharse a Francia con su novia. Y aunque a Pepe le dolió no le importó porque Pepe es una buena persona como Ousmane y un empresario responsable, de hecho había intentado regularizar la situación del trabajador en repetidas ocasiones sin éxito.

Además de querer cumplir la ley Pepe reconoce sentirse en deuda con Ousmane por su entrega a la tierra. Ousmane la cuida como si fuese propia con el agravante de la complejidad que entraña el cultivo bajo plástico, altamente tecnificado. La dedicación y destrezas de Ousmane permiten a Pepe alternar el cuidado de la tierra con su empleo (es funcionario de un ayuntamiento vecino en el área de deportes). Como he dicho, Ousmane es un tío habilidoso y entregado por lo que Pepe lo recompensa añadiendo extras a la nómina.

Es común en el Poniente almeriense que algunos hijos de agricultores hereden la tierra y, en lugar de venderla, compaginen el cultivo con un empleo producto de su carrera universitaria. Pueden hacerlo porque han ayudado en el campo desde pequeños y saben cultivar. Como decimos aquí, han acachao la raspa. Los agricultores almerienses, por contra de lo que se cree, son grandes trabajadores que inculcan con su ejemplo el trabajo a sus hijos a día de hoy al margen de la tierra o riqueza que posean.

Cuando era joven, mis amigos y amigas estudiantes como yo e hijos de agricultores se retiraban temprano algunas noches de marcha ya que a la mañana siguiente tenían IPC (invernadero por cojones). Es de justicia reconocer sus valores frente a otros archisabidos defectos, que los tienen.

El arraigo social

Volviendo a Ousmane y Pepe, buscaron un abogado y comenzaron el peregrinaje a través de la maraña burocrática que supone cualquier tramitación en la oficina de extranjería. El abogado que Ousmane había contratado le habló del arraigo social. Le explicó el procedimiento, que incluía la emisión de informe por parte de los servicios sociales de Berja. Con toda la documentación en regla Ousmane y Pepe pidieron cita en servicios sociales.

Continuará...