5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
24 de abril de 2023 / 14 Comentarios
En mis encuentros con estudiantes me preguntan mucho qué es lo que me quita el sueño. Cómo evitar llevarse el trabajo a casa. Qué hacer para sobrevivir a tanto problema, a tanta miseria, especialmente si vives donde trabajas.
Yo suelo contestar explicando que lo importante es tratar de hacerlo lo mejor posible cada día e irte a tu casa con la certeza de que lo has intentado. Que debemos ser conscientes de cual es nuestra función y alejarnos del poder salvífico que, en palabras de Teresa Zamanillo, se nos atribuye. Subrayo la idea de que el trato cálido, empático y respetuoso es un bálsamo para la persona que tenemos delante y para nosotras mismas. Y que habrá días blancos, negros, azules, grises y rojos, como ocurre en casi todas las profesiones.
Sin embargo —y esto no lo suelo comentar con el alumnado— opino que nuestra profesión tiene que lidiar con un encargo que el resto de profesiones de ayuda afortunadamente no asume. Se trata de una función que genera mucho sufrimiento para la ciudadanía y también para la mayoría de profesionales: La implicación en trámites que se han diseñado para complicar la vida a la gente. Son trámites asociados a políticas que dañan a las personas. Ello desemboca en la paradoja de que una profesión de ayuda contribuye a generar dolor.
El colmo es lo que me sucedió el otro día y vengo a contar aquí hoy. Este asunto me tuvo una noche sin dormir. Cada vez que me acuerdo me invade una emoción de furia que tardo horas en sacar de mí. Se trata de una señora que acude sin cita al centro de servicios sociales porque le han cortado un suministro básico. No voy a revelar de cual se trata ni qué empresa lo gestiona, aunque en el marco profesional tanto la trabajadora social como servidora ya estamos dando los pasos oportunos para denunciar en las instituciones oportunas la desvergüenza de esta empresa y del desgraciado personaje que han colocado en su oficina.
Pues bien, la señora acude llorando desesperada. Su hijo acaba de salir del hospital con una enfermedad grave y su marido tiene una enfermedad grave también. Se han encontrado el corte y en esas condiciones no pueden vivir. La hago pasar al despacho de la trabajadora social y nos explica entre sollozos que la anterior trabajadora social del centro (que ha pedido traslado en concurso) trató por todos los medios de solucionar su problema solicitando un fraccionamiento de la deuda al tratarse de una familia vulnerable. Como respuesta a los trámites de la compañera reciben esta carta.
La compañera y yo nos quedamos atónitas. Ante nuestra reacción la señora nos contó que la persona del mostrador le espetó que vendiera los pendientes de oro que llevaba ya que con eso seguro que podía pagar parte de la deuda. Allí se vio la pobre mujer contestando que es el único recuerdo que le quedaba de su madre.
O sea, que los trámites que la compañera hizo no han servido para nada porque la empresa no se los ha creído. La señora no se encuentra en situación de vulnerabilidad. dado que lleva pendientes de oro, un buen coche y según parece, ropa adecuada. Aunque haya un informe que así lo establezca. Como insinué en la entrada anterior, para hacer un papelico que ni siquiera tiene validez alguna no es necesaria la formación en relación de ayuda, paradigma de la complejidad, sistemas, terapia familiar y otras mamandurrias...
Hemos llegado al punto de que ni nuestro juicio profesional ni siquiera la ley importa un bledo. Sin ánimo de parecer presuntuosa, esto lo veía venir. Como he dicho muchas veces, la cobertura de necesidades básicas y especialmente la certificación de pobreza para acceder a ellas es la pistola en la sién del trabajo social. Las necropolíticas no solo causan la muerte a las personas, serán también nuestra muerte profesional si no hacemos todo lo posible por evitarlo. Lo que me quita el sueño es que no lo estamos haciendo.
La empresa no solo se permite negar a una familia con dos enfermos un suministro imprescindible para el sostenimiento de la vida sino que además se siente en una posición tan privilegiada que no duda en cuestionar a los servicios sociales por escrito. Y lo que es peor, se permite opinar y enjuciar a la familia también por escrito. No temen a las consecuencias de esa carta. Posiblemente no las tengan por mucho que hagamos. Y eso me quita el sueño.
La empresa se permite tamaña desvergüenza porque está instalado en el imaginario colectivo que los pobres son culpables. Son vagos. Se administran mal. Son irresponsables y cometen ilegalidades como engancharse a la luz o el agua. Así luego les pasa lo que les pasa. Eso es lo que la mayoría social piensa. Lo que me quita el sueño es que haya profesionales que también lo crean.
14 Comentarios
La situación que planteas es ilustrativa del momento que vivimos y de cuestiones que nos afectan en el desempeño de nuestro trabajo. La primera, como bien dices, el encargo que lleva implicito «vigiliar y sujetar las disfuncionalidades», así nos ve una gran parte de la población, también así se ven muchas compañeras. Por otra parte, desde hace decadas nos vienen adoctrinando con valores, creencias sobre el merito, la competitividad y el éxito/fracaso asociado al esfuerzo individual como única causa. Ser pobre esta mal visto. Somos sociedades que hemos avanzado mucho en derechos sociales y humanos. Llevo días oyendo en los medios de comunicación sobre la revolución de los movimientos feministas y de identidad de género, pero se ha abandonado la lucha por la igualdad de clase.
Estaría muy bien que este artículo trascienda a otros ámbitos y a la población en general, junto con la carta, ofrecelo a medios de comunicación, por fa.
¡Hola, Marisa! Gracias por el comentario, ahora no tengo tiempo, pero en un foro colectivo me ofrezco para escribir a los medios sobre todas estas cosas 😉
que asco de verdad. el otro día tuvimos una charla para » como ahorrar» en suministros básicos,… al buen señor que vino de Sevilla con su exposición y power point, se le ocurrió que era buena idea levantarte a las 5 de la mañana para poner la lavadora antes de ir a trabajar, en el caso que trabajara la persona, que además, podía ir poniendo regletas por toda la casa e ir apagándolas antes de dormir, eso si, a las 5 de la mañana , había que poner lavadoras y además, podía cumular las lavadoras en dos tres horas al día y que así no iban a tener ningún problema en pagar las facturas… que tenían esas facturas porque no se fijaban en las pequeñas cosas… además dicho sea de paso se le preguntó por el bono social para personas dependientes de algún aparato electrico/ electrónico o como queramos llamarlo, oxigeno, la maquina del sueño… no se y dijo que ellos estarían encantados de contemplar a ese colectivo como colectivo vulnerable pero…. que claro el gobierno es quien regulaba,…. ellos estaban atados de pies y manos…..
a mi, que tengo un sueldo digno, me ha llegado una factura de gas del mes de enero y febrero de cerca de 500 euros. he dicho de fraccionarla, porque me parte completamente, y me han dicho que » señora usted sabe como está el precio»… tal cual.
A ese empleado de oficina espero que alguien le ponga los puntos sobre las ies.
Es vergozoso, Pepa, vergonzoso.
Besos.
Ufff, qué mala ostia!!! lo siento, no aporta nada mi comentario pero es honesto.
Es honesto y solidario porque yo siento lo mismo. Gracias.
Amiga Belén, no permitas que estas cosas te quiten el sueño. Vivimos tiempos de incertidumbre y unas contradicciones evidentes en los Servicios Sociales y en el Trabajo Social, que generan dinámicas, como bien dices, muy peligrosas para nuestra profesión. Yo quiero pensar que, poco a poco, cada vez somos más quienes somos conscientes de esas contradicciones y eso puede ser el primer paso para permanecer en estas difíciles trincheras de la intervención social y superarlas. Un abrazo.
Eso espero, que seamos conscientes porque de lo contrario vamos cuesta abajo y sin frenos.
¡Un abrazo!
Hola, Belen:
Yo no sé si estamos haciendo lo suficiente para evitarlo, pero creo que la mayoría de las veces tenemos muy poco margen de maniobra, cada vez que en una normativa aparece la necesidad de Informe de la trabajadora social, de servicios sociales de atención primaria , para tener derecho a una prestación, a un bono social o a cualquier cosa que se les ocurra…ya tenemos un problema.
Un problema para la entidad local que tiene que organizar como dar respuesta a la solicitud de la ciudadanía y un problema con las compañeras de UTS, que no entienden que la dirección no se niegue a hacer ese nuevo encargo…y lo peor es que las direcciones no se pueden negar a dar respuesta a ese nuevo encargo, la pescadilla que se muerde la cola.
A mí una cosa que me quita el sueño, es que los Informes sean preceptivos, pero no vinculantes y que ese tema no sea el caballo de batalla de los colegios profesionales. “ No se pueden seguir pidiendo informes que no sean vinculantes” y esa sería una de las campañas que deberían de hacer los colegios profesionales; costara lo que costara.
Y lo que comentas en tu último párrafo “que haya profesionales que también lo crean” no tengas ninguna duda, son malas y malos profesionales, son minoría, pero muy bocazas…y si no fuera por el daño que hacen tanto al usuario/a como a la profesión, lo mejor sería no darles ningún tipo de coba.
Belen, me gusta leerte, este blog es un lujo para las profesionales del trabajo social y para las de atención primaria un lujazo.
Un abrazo. Cheli
«Tenemos muy poco margen de maniobra», eso es verdad, por eso la lucha ha de ser colectiva.
Lo que no tengo tan claro es que las profesionales que controlan y dañan sean tan pocas, ojalá tengas razón…
¡Muchas gracias por tus elogios y sobre todo por comentar!
¡Hasta yo me he cabreado leyendo esa carta! Y no conozco de nada a esa familia. Mira que hay que escuchar cientos de comentarios parecidos en todas partes (a profesionales de los SS.SS. también a veces), pero por escrito es de una prepotencia sin límites. La gente pobre tiene que parecer pobre para ser creída. Y lo que cada cual entiende por pobre es también relativo, pero por lo que se ve, tener coche y no vestir harapos te hace indigno de recibir «paguitas».
Me quita el sueño lo mismo que a ti, compañera Belén. A ver si somos capaces de poner los cimientos de una revolución profesional, que va haciendo falta.
Prepotencia es la palabra. Qué cabreo, camarada…
Un abrazo
Buenas tardes . Belén.
A mi hay muchas cosas que me quitan el sueño. pero como dicen el que pasemos por el aro y tengamos que certificar situaciones vulnerabilidad económica y o social para empresas suministradoras me parece nefasto. No es objeto de trabajo social . si quieren valorar la vulnerabilidad que contraten trabajadoras sociales en sus multinacionales .
Te contaré un caso. una hija se comunica con ssb para que realicemos el pertinente informe. por circustancia de situación de vulnerabilidad por dependencia. a lo que respondo que si ya entregado el pertinente reconocimiento de dependencia. en este caso severa grado II. no precisaba por mi parte dicho certificado . Tras varias llamadas por parte de la hija cuidadora y por mi parte la empresa en cuestión . No hubo manera de hacerles entender aue la situación que ellos contemplan ya estaba acreditada con la pertinente orde foral de reconocimiento de la situación de dependencia
En fin para dar de comer a parte!! finalmente realice dicho certificado pero por el buen de la persona dependiente no porque , crea que me corresponda. Es más creo que seguir prestandonos a ello es contraproducente para nuestra profesion .
Que nada nos quite el sueño!! salvo la lucha por lo que creemos .
ánimo.
«Si quieren valorar la vulnerabilidad que contraten trabajadoras sociales en sus multinacionales». Totalmente… Hay que empezar a decir no.
Muchas gracias por comentar.