5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
13 de noviembre de 2022 / 16 Comentarios
El pasado jueves tuve el placer de charlar con las compañeras del colegio de trabajo social de Málaga. La excusa: una webinar titulada Prestaciones económicas y trabajo social: Una relación tóxica. Comenté en la entrada anterior que haría una síntesis de lo dicho. Veamos si soy capaz de resumir dos horas de charla (comparto la presentación por si a alguien le interesa...)
Tal y como reza el título, sostengo que entre el actual sistema de prestaciones económicas y el trabajo social existe una relación tóxica. Para justificar esta afirmación, comencé haciendo un recorrido histórico de las políticas de garantía de rentas. Quería explicar la filosofía que hay detrás de las prestaciones económicas actuales. Recomendé al respecto dos libros: El delito de ser pobre, de Albert Sales y Libertad incondicional, de David Casassas (siempre me equivoco colocando las eses).
Después ofrecí algunas pinceladas sobre el actual sistema de servicios sociales, completamente atravesado por el paradigma neoliberal:
Si quieres profundizar sobre las tensiones a las que está sometido el sistema, este libro te dará todas las claves. Prosigo. En este marco a las trabajadoras sociales que gestionamos dinero nos toca desempeñar un encargo odioso: Por una parte hemos de certificar pobreza para que las personas puedan acceder a bonificaciones raquíticas y también controlar condiciones de conducta para el cobro de prestaciones miserables. Por otra parte debemos seguir activando la relación de ayuda ¡Incluso en casos en los que hemos de ejercer este control perverso! Cuando hablo de control, no me refiero al contexto de control, hablo del control de pobres.
Es muy difícil compatibilizar los dos roles y, por si fuera poco, la sobrecarga que genera este tipo de gestiones dificulta poder trabajar con calma con las dinámicas de personas y familias. Por ello afirmo que nuestra relación con este tipo de prestaciones es tóxica: Las personas que las reciben nos perciben cada vez más como elementos controladores del sistema. La ciudadanía que no las necesita piensa que somos excesivamente indulgentes y somos víctimas (o cómplices, no sé qué es peor) de los engaños de esa gente.
Soy consciente de que muchos programas de rentas constituyen un nicho de empleo profesional, sin embargo eso no puede ser una razón para defender su existencia, habida cuenta de su ineficacia y del sufrimiento que ocasionan a la ciudadanía que las solicita. Ese dinero bien podría destinarse a otros programas más eficaces que también requerirían la contratación de profesionales, sin ir más lejos para trabajo social comunitario.
Soy consciente, también, de que hay profesionales que creen que la gestión de la subsistencia nos otorga poder profesional. Sinceramente, si es así, este poder yo no lo quiero. Nunca me gustó posicionarme en el privilegio de dar y quitar porque con este tipo de ayudas de tramitación tan arbitraria, tan alegal y tan inmoral es lo que al final acabamos haciendo, nos guste o no.
Asumir sin más este papel contribuye, por todo lo dicho, a la perversión de nuestra identidad profesional y a un futuro incierto si nuestra única utilidad es tramitar unas ayudas cada vez más cuestionadas. Es cierto que no es posible inhibirnos de este tipo de tareas, pero algo podemos hacer:
1) Manejar el encargo institucional:
●Separándonos del rol que se nos asigna, es decir, poniendo sobre la mesa nuestro parecer con las personas que atendemos.
●Buscando las grietas del sistema que beneficien a las personas.
●Potenciando la defensa de los derechos de quienes acuden a nosotras.
●Educando a la ciudadanía en su propia defensa.
2) Reivindicar:
●La expulsión (o minimización) de la cobertura de las necesidades básicas del sistema público de servicios sociales.
●Un sistema de garantía de rentas no condicionado a conducta.
Esto fue, más o menos, lo que les conté a las compañeras el pasado jueves. Solo me quedó extenderme en mi apuesta por una renta básica universal e incondicional. Este vídeo de cinco minutillos de duración resume estupendamente la RBUI.
Dedico esta entrada a las compañeras y compañeros que usaron dos horas de su tiempo para escucharme y para reflexionar, especialmente a quienes mostraron su malestar con el actual estado del sector. Qué maravillosa es la vida mientras tú estás en el mundo, dice Elton John. Qué maravilla es encontrar compañeras y compañeros que comparten el sentir, digo yo.
16 Comentarios
Belén qué habilidad tienes para poner siempre el dedo en la llaga. Viene muy bien que pongas el foco cada día en los puntos calientes del sistema, para que dirijamos la mirada a temas de tanta trascendencia y nos des las herramientas para profundizar en cosas, que otras personas como tú ya habéis avanzado mucho. Gracias por hacerlo.
Gracias, Mª Antonia, nos queda la palabra y hemos de usarla.
Un abrazo.
Comparto plenamente todo lo expuesto, muchas gracias por la divulgación tan necesaria que realizas entre los y las profesionales. Es importante la reflexión, ayuda a encauzar el malestar al que nos lleva este encargo que, en mi caso, vivo cada día peor desde mi practica profesional.
A las tareas que propones yo añadiría la implicación y participación, como profesionales de servicios sociales, en movimientos sociales y reivindicativos. Se nos ve muy poco al lado de los colectivos más desfavorecidos y así nos perciben ellos.
«Yo añadiría la implicación y participación, como profesionales de servicios sociales, en movimientos sociales y reivindicativos. Se nos ve muy poco al lado de los colectivos más desfavorecidos y así nos perciben ellos.» TO-TAL-MEN-TE. Gracias por el aporte, es súper importante esto.
¡Un abrazo!
Que gran reflexión, aclaración y divulgación. Realmente esto es así, con la burocracia nos podemos perder, dejar de lado lo que es nuestra profesión. Y gracias por las aportaciones de libros que nos pueden permitir profundizar más.
Gracias, María José. Estos libros están muy bien…
Estupenda entrada. Es muy difícil sorber y soplar a la vez. Enhorabuena Belén
Gracias, «Triniá».
Un abrazo.
Más vínculo; más mirar a la cara, más poner una mano sobre la espalda, más coger de las manos, más acariciar la cabeza de un niño/a, más mirar desde el corazón y al corazón de la persona que tenemos en frente. Más recuperar este rol y ya solito va desapareciendo el que nos quieren hacer desempeñar en el contexto de Servicios Sociales y en tantos otros. Gracias Belén
¡Qué comentario más acertado y oportuno para la entrada que publico mañana…! Se titula «La compasión».
Gracias Belen por la webinar y el blog.Nos ayuda a los profesionales a no perder el norte. Como tu bien dijiste: » no estudie para ser certificadores de pobreza» Como podemos hacer para no perdernos en la burocracia y en ese maltrato institucional que llevamos a cabo con la poblacion a la que atendemos…???
Hola, Isa, bueno, el tema es manejar el encargo, no queda otra ¿Cómo? Separándonos del rol que nos impone la institución y tramitando del modo menos lesivo para la ciudadanía (hasta donde podemos…)
Un abrazo.
MUY INTERESANTE la síntesis, que pena no haberme perdido el curso.
Me gusta mucho los análisis que hacer siempre desde la cuestión de clase.
Anoto los libros para profundizar. Gracias Belén, por dedicarle tiempo a compartir en este blog. Cuídate.
¡Gracias, Raquel! Los libros son bien interesantes, ya verás. Un abrazo.
Muy buena síntesis de la webiner a la que asistí . La posición que nos ofreces para colocarnos en otro papel que no sea de controladoras de la pobreza nos da un respiro a tanta gestión. Cada una tendrá que recordar que nuestro trabajo se centra en la relación de ayuda, aunque a veces no estemos de acuerdo con el sistema. De nuevo muchas gracias por tu pasión!!
¡Gracias a ti por estar en la webinar y por comentar!