5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
12 de febrero de 2023 / 8 Comentarios
Acabo de terminar de ver En los márgenes, la película sobre desahucios dirigida por Juan Diego Botto y protagonizada por Luis Tosar y Penélope Cruz (que es además una de las productoras).
El cine denominado de temática social no me gusta. Aún así veo las películas en las que aparecen trabajadoras sociales porque para mí es importante conocer como nos ven y porque opino que asumir la crítica es imprescindible para mejorar como profesionales. Por eso me siento frente a la pantalla con una actitud proactiva y abierta.
La película me ha dicho poco y eso que soy de lágrima fácil. En lo que se refiere a su valor cinematográfico, suscribo la crítica de Carlos Boyero en El País: Para que el espectador vibre (…) es necesario que el guion y los personajes le atrapen (…) Algo que a mí no me ocurre con esta película. La veo con distancia y la olvido rápido. Su propósito me parece encomiable, pero el resultado es tibio. Reconozco que Penélope Cruz está espectacular y el resto de actores y actrices también lo bordan, sin embargo no hay ninguna escena que logre estremecerme. Mi opinión no tiene ningún valor, como cinéfila mis gustos son mediocres y mis entendederas cortas.
Como he dicho al principio, veo estas películas porque me considero obligada a mirar las críticas de frente y encajarlas con racionalidad, así que voy a tratar de analizar el retrato que se hace de los servicios sociales ¡y las trabajadoras sociales! de la manera más ecuánime posible.
Lo primero que me ha llamado la atención es que Botto coloque a las trabajadoras sociales en el ojo del huracán y no a los bancos tratándose de una historia sobre desahucios. Es que ni siquiera hay una escena en la que se produzca una conversación entre alguna de las personas desahuciadas y algún banco. El director malvado de banco no está ni se le espera. Únicamente aparece en una escena muy cortita en la que ni siquiera hay diálogo.
Debo subrayar que desconozco la realidad de los servicios sociales de una ciudad como Madrid. Lo que veo en la película me resulta completamente ajeno. Claro que yo trabajo en el medio rural y las diferencias (por más que haya quienes se empeñen en negarlo) son notables. La despersonalización con la que se trata a las personas en la película, de ser cierta, es en el medio rural sencillamente imposible.
No entiendo la obcecación del director con las trabajadoras sociales y los servicios sociales. Puedo asumir que no salgamos bien paradas en la subtrama de la menor a punto del desamparo, cosa por otra parte mucho más complicada de decretar de lo que se narra en la película. Aún así puedo entender que se nos critique por no comprender las dificultades de una mujer marroquí para criar sola a su hija en un Madrid inhóspito.
Puedo incluso hacerme cargo de las dificultades que muchas personas tengan para obtener el informe social de vulnerabilidad que los juzgados piden para detener el desahucio. De ahí a afirmar que las trabajadoras sociales torean a la gente hay un trecho ¿Qué interés habría en obstaculizar la emisión del informe? La falta de personal, que imagino será la razón, aparece de un modo tangencial en la película.
Y hablo de obcecación porque no le basta a Botto con todo esto. La mujer del protagonista, Luis Tosar, también es trabajadora social. Una trabajadora social que no entiende la empatía de Tosar hacia sus clientes empobrecidos. Es que no era necesario que fuese trabajadora social, es que podía haber tenido cualquier otra ocupación y la relación que atraviesa esta pareja se habría entendido igual. Por eso observo una cierta antipatía hacia nuestra profesión por parte del director. Y esa actitud es simplista ¡Si es que nos da más caña que a la propia policía! Los antidisturbios son malos, pero los policías locales que se llevan a la niña son hasta majos (que no digo que no lo puedan ser).
Hay libros como Silencio administrativo o Lectura fácil cuyas críticas a la profesión y al sistema de servicios sociales suscribo punto por punto. Películas como Malas temporadas, que narran con maestría la complejidad de nuestro desempeño y los fracasos, que son por desgracia muchos. Otras, como Yo, Daniel Blake, son un retrato cruel y descarnado del desempleo y la atención implacable que reciben las personas que se quedan sin trabajo. En cambio creo que En los márgenes ha perdido la oportunidad de hacer un análisis más profundo de las causas de la precariedad, que es, en mi opinión, el telón de fondo y lo más interesante del film.
Sea como fuere, si el hecho de colocarnos a las trabajadoras sociales en el ojo del huracán consigue despertar la empatía de espectadoras y espectadores hacia las historias de vida en los márgenes que describe la película, bienvenida sea la caricatura. Lo digo muy seriamente. Si la película sensibiliza y consigue que se hable de esta realidad vergonzosa y vergonzante, París bien vale una misa.
Por nuestra parte, pienso que debiéramos reflexionar sobre cuánta responsabilidad tenemos en este papel de malas de película que nos han endosado en el cine social. Que alguna habrá...
8 Comentarios
Mil gracias Belén!!! Yo fui de las desafortunadas que pagaron entrada de cine para salir indignada despues de ver esta peli. comparto contigo Belén, que lejos de cargar contra la banca, fondos buitres legitimados y demás, ejercemos de diana contra la que cargar, cuando solemos ser el referente de apoyo para las familias que sufren desahucios, por mi experiencia, las familias no suelen ser escuchados ni por los bancos, ni por los arrendatarios, ni por los juzgados..
Quise dar una oportunidad de réplica al director y me dirigí a él en Instagram transmitiendo mi pesar por el desconocimiento que su peli mostraba de nuestra profesión así como el perjuicio que esos personajes y comentarios tan inadecuados nos generaba; dos semanas después decidí dejar de seguirle, mi comentario se perdió entre felicitaciones de muchos famosos y no famosos que reconocían su labor y su sensibilidad social… por supuesto no recibí comentario alguno, ainss…
Para cuando un observatorio o comité de defensa de nuestra maravillosa profesion, que nos legitime o que por lo menos no permita que se nos desproteja ante la sociedad para la cual nos entregamos en nuestro día a día.
La película se ceba con nosotras, es normal que salieses indignada del cine… Es lo que tiene documentarse solo con una parte de la historia.
Gracias por comentar, compañera.
Buenos días, Belen:
La película me pareció prescindible, yo que también soy de lagrima fácil en el cine, en esta película no me salieron y eso que el tema de los desahucios es de las situaciones más duras que puede sufrir una persona.
Mi crítica en este tema va por otro sitio, a lo mejor como profesionales algo tenemos que ver en la imagen que se tiene de nosotras, pero hay un tema que preocupa más, es cómo “algunos sectores de lo que se considera izquierda “ tienen tanto interés en hacer una crítica tan mordaz del sistema público de servicios sociales y por ende de sus profesionales “, crítica que no veo que hagan con otros sistemas de protección, como sanidad, educación, seguridad social…y buenos y malos profesionales hay en todos los sitios, en esto, tampoco tenemos la exclusiva.
Normalmente estos sectores ,de la llamada nueva izquierda, no tienen ningún tipo de crítica con las entidades del tercer sector, que más que entidades, muchas de ellas , son empresas encubiertas , y que son las que, a cambio de subvenciones , hacen la vista gorda con todas las tropelías que se están cometiendo con el sistema público de servicios sociales.
Si lo encuentras, está descatalogado , léete el “ Diario de una buena vecina” de Doris Lessing.
Es una novela que aunque tiene algunos años , pienso que sigue estando en vigor, habla de nosotras, de nuestro sistema, pero también le hace un repaso al resto de sistemas.
Un abrazo.
«Algunos sectores de lo que se considera izquierda “ tienen tanto interés en hacer una crítica tan mordaz del sistema público de servicios sociales y por ende de sus profesionales “, crítica que no veo que hagan con otros sistemas de protección, como sanidad, educación, seguridad social…y buenos y malos profesionales hay en todos los sitios, en esto, tampoco tenemos la exclusiva». TEMAZO. Estoy completamente de acuerdo, de hecho he estado en política (izquierda unida) y lo he visto.
El libro de Doris Lessing está genial.
Gracias por comentar, es una fantástica aportación a la entrada.
Tampoco he visto la película. Estoy totalmente de acuerdo con vosotros. Estamos cavando nuestra propia tumba. Estamos desaparecidas. No aparecemos en ningún sitio, ni nos hacemos visibles donde deberíamos estar, concretamente ahora en toda la movida de la Sanidad Pública o en el tema de desahucios o de otros campos donde estamos dando el callo.
También quiero señalar que algún informe social, no sé si es de vulnerabilidad o de qué, que pidió un fiscal para ingresar en una residencia a una persona adulta y consciente, aunque con alzehimer contra su voluntad me dio mucha vergüenza.
Efectivamente, amiga Mª Antonia, quiero retomar este tema en el blog, tienes mucha razón. Un abrazo.
Hola Belén. No he visto la película, ni creo que lo haga, pero no me extraña nada de lo que dices. La imagen que proyectamos es consecuencia del papel de chivo expiatorio que ocupamos en la política social y sobre el que tendríamos que reflexionar analizando cómo hemos colaborado a situarnos en él. Creo que es importante, porque me parece que seguimos «cavando en el mismo hoyo». Un abrazo.
Efectivamente, esa reflexión hay que hacerla y además colectivamente. Tú ya lo apuntaste en tu blog y yo también, aunque al hilo de la película la retomaré, a ver si entre todas conseguimos hacer un diagnóstico que nos ayude a avanzar.
Un abrazo.
PD. No veas la película. Hasta quedamos mal por no querer dar datos confidenciales al protagonista, fíjate el nivel…