5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
10 de enero de 2023 / 4 Comentarios
Con cierto retraso acabo mi trilogía dickensiana sobre las últimas reflexiones de Teresa Zamanillo en el Canal de lo social. En la entrada titulada El fantasma de las navidades pasadas abordé la irreverencia como postura imprescindible para sobrevivir haciendo Trabajo Social; esta es una cita textual de la ponencia de Pedro Celiméndiz en el XIV Congreso estatal de trabajo social.
Aprovecho para decirte (aunque ya lo sabrás) que por fin puedes descargar las ponencias del congreso. También las comunicaciones. Una buena iniciativa del Consejo, sin duda.
La segunda de las entradas, El fantasma de la navidad del presente, trataba acerca de la importancia de la filosofía para comprender el trabajo social (si aún no has leído el libro que acabo de enlazar, hazlo).
Óscar Cebolla preguntó a Teresa Zamanillo en la entrevista como veía el futuro de la profesión y su respuesta fue contundente: Una profesión tecnocrática. Un futuro distópico que está comenzando a ser presente.
Aquellas profesionales partidarias de apartar la ideología de la profesión es posible que vean con buenos ojos la deriva tecnócrata del trabajo social. Puede que crean que ofrece una pátina de neutralidad epistomológica. Sin embargo creo que es un error de bulto pensar que el paradigma tecnocrático instaurado en las políticas sociales carece de ideología.
Tal y como se explica con detenimiento en este libro, mil veces recomendado por servidora, el gobierno neoliberal no ha abandonado el campo de lo social. Muy al contrario. Las políticas sociales —o la ausencia de ellas— cumplen una importante función de control social. Y tal como yo he expuesto en algunas entradas, hay un auge de ciertas técnicas e instrumentos que, lejos de ser neutras, persiguen con ahinco que las personas empobrecidas ganen el subsidio con el sudor de su frente.
Por eso me parece tan importante el análisis sistemático de nuestro propio desempeño. Es imprescindible incorporar una especie de zoom que nos permita observar los fenómenos sociales más generales y a la vez los más concretos. Porque, démoslo por seguro, en este modelo neoliberal de servicios sociales en particular y de política social en general, las decisiones técnicas e instrucciones administrativas que recibimos, por pequeñas que sean, responden a un cierto paradigma social y buscan resolver —o desatender— problemas de la ciudadanía de un modo y no otro. En definitiva, la tecnocracia es un arma cargada de ideología. Es, como bien apunta Teresa, el modelo que, tristemente, se está imponiendo.
Y como antídoto a este presente-futuro distópico, en este corte que no debes perderte Teresa nos envía un mensaje precioso. Con sus palabras pongo fin a esta trilogía deseando que 2023 inicie un modelo de sociedad más amable, más humano y menos raro.
4 Comentarios
Gracias Belén por tus notas sobre la entrevista de Teresa; Gracias Teresa por tu magnífica entrevista cargada de sabiduría, alegría y buen humor y gracias al Canal de lo social por haberla propiciado. Creo que estaís haciendo un trabajo estupendo acercando vuestros amplísimos conocimientos y acertadas reflexiones al «bulgo» de la profesión en el cual me incluyo.
Mil gracias.
Lo mejor de este blog son sus lectoras, no me cabe duda, pero gracias, compañera…
Buenos días, Belén, gracias por traerme a tus reflexiones, que suscribo por completo. Sí, no disponer de guía filosófica o ideológica es dejarnos llevar por la vida como maletas. Inauguremos unas prácticas en las que el centro de las mismas no solamente esté el respeto a la libertad de la persona, y la defensa de la igualdad, si no también que podamos experimentar la fraternidad, como reflexionaba nuestro querido profesor Sampedro.
Tengo pendiente la lectura de «El eclipse de la fraternidad» de Antoni Domènech, no s´é si lo has leído… Un abrazo, maestra, espero poder verte en junio, voy al congreso de Madrid.