5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
5 de febrero de 2021 / 14 Comentarios
Se aprueba en el BOE del 3 de febrero el Real Decreto-ley 3/2021, de 2 de febrero, por el que se adoptan medidas para la reducción de la brecha de género y otras materias en los ámbitos de la Seguridad Social y económico. Como el lobo de Caperucita en Manhattan, no puede ser malo teniendo una cara tan simpática: Reducción de la brecha de género y otras materias, entre ellas, algunas modificaciones en el ingreso mínimo vital (IMV). Y no lo es pues lo que pretende el decreto es facilitar el acceso a la controvertida prestación.
El problema es que con la intención de mejorar el IMV nos endilgan la certificación de ciertas situaciones a los servicios sociales. Otra más. Esta tendencia de los gobiernos a utilizar los sistemas públicos de servicios sociales para certificar cuestiones variopintas e inventar prestaciones para entretener a los pobres está acabando con un sistema que con otro diseño sería muy beneficioso para la ciudadanía, lo digo desde la más honda preocupación. Me explico.
En primer lugar, este decreto es la constatación de lo que muchas ya advertimos en su día: el IMV, tal y como ha sido diseñado, es un fracaso. Todas las prestaciones basadas (de una forma o de otra) en la activación laboral lo son, al menos en el estado actual de las cosas. A mi vuelta a atención primaria he podido conocer el IMV y la RMI andaluza y ambas prestaciones son una rueda para cobayas, no se me ocurre otra forma de describirlas. El detalle es que no son cobayas sino personas las que tratan de mantenerse en pie mientras les hacemos correr dentro. Que no acabo yo de comprender por qué la RMI no se tramita desde el SAE ya que, en teoría, la experticia en activación laboral la tienen ellos. Que me lo explique alguien.
En segundo lugar, la sobrecarga burocrática que padecen las trabajadoras sociales es escandalosa. Me marché hace tres años de servicios sociales y a mi vuelta la burocracia se ha multiplicado por dos. Es sencillamente alucinante. Antes de ponerme a escribir me tomé la molestia de contar los procedimientos burocráticos que se realizan en servicios sociales y me salieron alrededor de treinta, de los cuales podrían eliminarse perfectamente veinticinco. En otra entrada me ocuparé de explicarlo con detenimiento porque merece la pena, especialmente para quienes ven los toros desde la barrera.
Con estas mimbres es realmente difícil salir del laberinto burocrático en el que viven, en el que vivimos. Soy muy crítica con muchas profesionales que durante la pandemia no están actuando con la responsabilidad que el código deontológico exige, pero no puedo por menos que preguntarme qué tipo de servicio esencial se pretende que hagan si se les está enterrando en gestiones burocráticas que pueden resolver por teléfono, muchas de ellas absurdas. Tareas que las dejan exhaustas, sin tiempo ni ánimos para desplegar la relación de ayuda. Porque es la relación de ayuda lo que yo entiendo como esencial. Por eso no me parece lógico pedir una cosa y la contraria, que es lo que están haciendo las administraciones.
En tercer lugar, lo que más me preocupa es que un sistema, el de servicios sociales, que debiera ocuparse del malestar psicosocial es un sistema que, con estos encargos, está contribuyendo al malestar psicosocial. Seamos francas, en estos momentos la percepción ciudadana sobre los servicios sociales no está para tirar cohetes. Y el decreto nos coloca, otra vez, en una trampa de la que no podemos liberarnos: Si asumimos sin rechistar una tarea que se podría hacer de otro modo, seguiremos enterradas en papeles. Si nos quejamos por realizar una tarea que por una vez beneficiará a la ciudadanía contribuiremos a la mala imagen que nos persigue. Si nos negamos a certificar estas situaciones perjudicaremos a las personas que necesitan el IMV y provocaremos sufrimiento. Más.
No busco con esta entrada contribuir al desánimo sino más bien llamar a la reflexión e insistir en algunos posicionamientos que defiendo. Uno, si tenemos que asumir estos encargos hagámoslo con calidez. Dos, realizar estas tareas no significa justificar su existencia ni las políticas que las sostienen, si hay prestaciones que no funcionan se dice y punto. Si hay prestaciones que provocan sufrimiento, también. Tres, busquemos las grietas por donde pueda entrar la luz. La gente necesita amabilidad, consuelo, desahogo, calor. Y podemos proporcionarlo desde la gestión.
Mientras tanto, como Sara, no nos queda otra que soñar con un final diferente, un final en el que el IMV da paso a una renta básica universal y los servicios sociales se dedican al malestar psicosocial porque las personas tienen techo y comida garantizado. Mientras tanto, celebremos que estamos vivas. Que muchas tenemos techo y comida. Y no es poco.
14 Comentarios
Gracias de nuevo, Belen, la burocracia en su cara más negativa, es miedo, inseguridad y pereza por parte de las instituciones , ojalá pudiéramos acabar con el «negocio» de las ayudas condicionadas que son las que nos entierran en papeleo y nos nubla radicalmente la vista.
PEREZA, un magnífico adjetivo para describirlo. Muchas gracias, Miren, por comentar.
Gracias Belén, una vez más. (Y gracias también, con tu permiso, a todas las personas que comentan tus entradas, haciéndolas todavía más potentes). Tu espíritu crítico pero constructivo me parece muy adecuado para los y las estudiantes que realizan sus prácticas. Tengo la suerte de que cada vez que inicio el compromiso con uno o una de ellas, te tengo a ti ( a vosotras u vosotros) con una entrada especialmente apropiada.
Gracias a ti, Carlos, por tus amables palabras y, como bien dices, mil gracias a quienes comentáis pues hacéis de este rincón un lugar de intercambio y enriquecimiento mutuo.
Solo puedo decir RBUI ya ( Renta Básica Universal Individual . Solo eso le permitiría a las personas a Todas vivir con dignidad y a nosotras ejercer nuestra profesión que es el acompañamiento…. y no habría más narices que formarse para la intervención y no para las labores administrativas que nos encomiendan. Quienes intentamos hacer las dos cosas…. morimos en el intento.
[…] con un tema que afecta a unos Servicios Sociales que, sin duda alguna, venimos acusando lo que denuncia la compañera Belen en su blog como «tendencia de los gobiernos a utilizar los sistemas públicos de servicios sociales para […]
Belén, como siempre clara, muy cuidadosa y no por ello menos certera en tu exposición!! me llega tu entrada como anillo al dedo porque justo estoy leyendo este sábado el último numero de la Revista de Treball Social , un monográfico sin desperdicio, sobre TS Comunitario.: El poder imparable de las ideas en acción: de la innovación necesaria al cambio posible. Abre el monográfico un artículo de Silvia Navarro que ha coordinado este número.
Navarro Pedreño, S. (2021). Elogio de la imaginación radical o contra las prisiones de lo posible. Revista de Treball Social, 219, 5-9. En fin…. Silvia y Belén, menudo par de Navarros-s. Gracias y tal!
¡Qué bueno, Chus! Yo me lo acabo de bajar para leerlo. Tiene una pinta estupenda. Y de Silvia, qué decir, me quedo muy corta en la comparación, pero te lo agradezco en el alma. Un abrazo.
Gracias Belén. Me iluminan tus comentarios. Llevo 10 años jubilada y hablo más por intuición, que por intervención directa, pero siempre he estado en contacto directo con el T.S., con la ciudadanía y con las profesionales.
Totalmente de acuerdo con todo lo que dices. Me parece que hablo por tu boca y soy muy crítica con el trabajo de muchas profesionales, establecidas en el sistema y en la queja, pero establecidas en su zona de confort y consciente del malestar que este sistema (del que he sido parte «importante» ) produce.
Mi gran preocupación es, cómo pasar de este sistema burocrático a un sistema de cuidados, centrado en las personas, ……. es decir cómo pasar de burócratas a Trabajadoras Sociales.
Estoy siguiendo a Quin Brugué cuando habla de «organizaciones que saben, organizaciones que aprenden» y la verdad es que estoy aprendiendo mucho.
Un abrazo, creo que estás haciendo un buen trabajo.
María Antonia, te agradezco muchísimo que comentes pues tu opinión es muy valiosa dada tu experiencia. Y si encima recomiendas lecturas pues aún mejor. Me apunto el libro para comprarlo, me interesa mucho este tema. Un abrazo muy fuerte.
Me quedo con la relación de ayuda , con la cogida , con generar espacios de ayuda , escucha , consuelo y generar calor. Eso es nuestra fuerza y nuestra competencia profesional a desarrollar y a implantar pese a todo .
Del resto con lo que Estoy totalmente de acuerdo: gestiones burocráticas absurda y agotadoras, certificaciones y clasificaciones de pobreza estigmatizadoras , tendremos que generar una respuesta profesional y colegial argumentada para luchar y defender una renta básica no condicionada que permita a la ciudadanía vivir dignamente y a nosotras dedicarnos al verdadero objeto de nuestra profesión.
Gracias por tus reflexiones Belén ,
¡Renta básica no condicionada! ¡Bravo, compañera! Un abrazo.
Muy de acuerdo con todo lo que expones en la entrada de hoy!
Entre los trámites que se multiplican, cuando muchos de ellos no se deberían realizar desde atención primaria, equipos llenos de interinos temporales, porque los funcionarios se quieren marchar a otros servicios, están de baja, o realizan su trabajo en ese cumplir con lo que me indican, sin el «cuidado» que bien señalas y las estructuras obsoletas de los servicios sociales, o nos inventamos otro cuento o este acaba muy mal…
Para empezar porque generan desmotivación y queme profesional y así no se puede atender a personas que ya vienen con sus propias dificultades!
El queme, efectivamente… todo esto provoca mucho queme. Un abrazo, Enma.