5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
3 de marzo de 2020 / 10 Comentarios
En esta entrada, continuación de la anterior, daré algunas vueltas de tuerca al par intervención / gestión. El fin es generar debate y opinión, por otra parte lo que pretendo todas las semanas. Lanzo para comenzar algunas preguntas así, a voleo ¿Qué es a lo que llamamos gestión? ¿Qué odiamos tanto de la gestión? Incluso me atrevo con ¿Realmente nos molesta la gestión? Que conste, hacer una reflexión sobre la (odiosa) gestión me ha obligado a un mini ejercicio de introspección milfúnchin. Te animo a que hagas lo propio.
Analizar qué resulta tan molesto de la gestión es, como digo, la primera tarea que me marqué al idear esta entrada. Diferencié tres motivos para tanto odio —aunque seguro que saldrán muchas más —, en primer lugar, hay a quien le molesta realizar gestiones que se perciben como intrusas o incompetentes dentro del sistema, sean de la naturaleza que sean.
En segundo lugar, algunas nos resistimos a realizar gestiones aparejadas a lo que denominamos certificar pobreza. Nos incomoda mucho esta función, sin embargo no sería justo omitir la evidencia de que a otras profesionales no les desagrada. Voy más allá: A un número menos reducido del que yo quisiera hasta les agrada. Debiera añadir que esta es una opinión muy personal, pero ¿qué cosa de las que escriba no lo es? así que no.
En tercer lugar, existe entre las profesionales un sesgo sobre el par intervención / gestión al entenderlos como antagónicos. De un lado, la intervención, la función buena, deseable, de otro, la gestión, la función mala, caca, la rémora que debemos sacarnos de encima como sea. Acerca de esto y de otras falsas dicotomías escribí un artículo titulado Sobre el pensamiento complejo. En ese artículo digo que, en la línea de las tesis de Teresa Zamanillo, la gestión no es el antagonismo de la intervención sino que la primera forma parte de la segunda.
Pilar Ríos afirma: Es posible hacer trabajo social a nivel individual / familiar con un enfoque emancipador, y también se puede llevar a cabo un trabajo social grupal / comunitario de una forma completamente burocrática y despersonalizada. Pues sí, amigas, igualmente se realizan intervenciones opresivas y gestiones emancipatorias. Es más, pongamos por caso, una tramitación de una pensión no contributiva puede hacerse desde prácticas opresivas o, por el contrario (esta vez sí) emancipatorias.
Y es que no podemos, no debemos obviar los mecanismos de dominación y control que ejecutamos, consciente o inconscientemente, desde servicios sociales. Sobre la objetivación, uno de ellos, afirma Pilar Ríos: mediante los procesos de burocratización, se les priva a las personas de su capacidad de acción (agencia) en un sistema altamente complejo y fuertemente despersonalizado. Por ello, iniciativas como las de las compañeras Begoña García y Ana Llarena son de un valor incalculable. Son acciones que empoderan.
La gestión puede convertirse en una espoleta. Y reivindico, una vez más, junto con la gestión el despacho, no me repetiré sobre el particular puesto que he tratado el tema en muchas ocasiones. Podría contar muchas gestiones que acabaron funcionando como el hilo de Ariadna. Por esa misma razón la atención en despacho no puede durar cinco minutos por persona.
Una reflexión sobre la (odiosa) gestión ¿me ha convertido en una conversa? En cierto modo. El desempeño profesional también. Opino que en el estado actual de las cosas sería interesante redefinir nuestra idea de la gestión desde una perspectiva más compleja y más emancipadora. Eso no significa que no haya que tratar de depurar aquellas gestiones que no sean competencia propia y tampoco creo que haya que gestionar más para intervenir mejor.
Lo que defiendo, en resumen, es que hay que gestionar mejor; cuando digo mejor me refiero a mejor para las personas atendidas. Hacer los procedimientos más eficientes y aliviar la presión asistencial es deseable. Es necesario. Digo más: es imperativo, siempre y cuando no repercuta en un empeoramiento de la atención o en la vulneración de los derechos de las personas. En el estado actual de las cosas, insisto.
Porque todo lo que acabo de afirmar es hojarasca, filfa, bulanillos en el aire frente a la pregunta: ¿Qué políticas sociales deberíamos defender en el contexto español para dar respuesta a las necesidades de la mayoría social? ¿Y qué papel ha de jugar el sector dentro del grueso de la política social? Esa es la pregunta y no qué nos gusta o qué nos disgusta como profesionales.
Fantova propone definir los servicios sociales como cuidados, apoyos e intervenciones para mejorar y complementar la interacción de las personas, es decir, su autonomía para las decisiones y actividades de la vida diaria en relaciones primarias familiares y comunitarias. Nada más y nada menos.
10 Comentarios
Hola Belén, un tema muy complejo, interesante el abordaje qué haces, entrada complementaria a la de Pedro Celimendiz.
Para mi la regulación de las prestaciones ha sido una garantía de derechos para el ciudadano, en eso creo que la profesión contribuyó bastante, el error fue el informe social como parte del expediente, informe que, en la mayoría de las ocasiones, no era vinculante y toda la gestión que se está realizando en el sistema de servicios sociales que no deberíamos estar haciendo, la situación para la primera línea es muy difícil, pero el planteamiento que hacemos del problema, algunas veces pienso que no es correcto, yo el gran problema lo he visto siempre en la ratios, ratios muy elevadas, que impiden que se puedan hacer buenos diagnósticos del caso y utilizar los recursos como instrumentos de trabajo.
Nuestro empeño debería de estar en no gestionar nada de otros sistemas y que el Informe Social solo fuese necesario, si la propuesta del Informe es vinculante.
Creo que hemos hablado tanto de la gestión, de los expedientes, que se nos ha olvidado hablar de las situaciones que atendemos y el peligro que corre la atención primaria es terminar viendo expedientes y no personas.
Dicho esto, es más fácil trabajar con el expediente, que con la persona, pero el expediente es garantía de derechos para la ciudadanía.
Un abrazo y sigue escribiendo que me gusta leerte. Cheli
Interesante tema el que introduces, Cheli, lo del informe vinculante, que tiene mucho que ver con la prescripción facultativa. El expediente es garan´tia de derechos, sí, pero a veces también puede ser un instrumento de dominación y control, todo depende, como diría Jarabe de Palo. Muchas muchas gracias por leerme, una escribe para eso y los comentarios son pura vitamina. Un abrazo de vuelta.
Bueno, yo creo que, como profesionales, «odiamos» la «gestión que no es Nuestra»…. es decir…. la gestión que «genera demanda en sí misma y no satisface necesidades». Ejemplo: la demanda de gestión del «vale de alimentos o del ropero de Cáritas» ( en Cáritas también tienen sus propias trabajadoras sociales en plantilla pero las «voluntarias» prefieren derivar a SS para que emitan el informe social correspondiente generando una demanda especifica a tal fin y el informe de SS no es «vinculante» porque vuelven a pedir documentación para segunda valoración) o «el informe de exclusión social» que demanda la Empresa de Inserción Laboral para desgravar gastos de contratación…. Es decir, nos carga la gestión que no lleva intervención en sí misma…. y sentimos que somos «instrumentos de otros servicios»…. Donde solo se aplica la norma económica y poco más…
Por otro lado…. reconozcamos que, la gestión pura y dura de la que tanto nos quejamos, no nos involucra tanto como una intervención con su vinculación y… «tal» . No nos remueve…. no necesitamos una «supervisión profesional» de la gestión…. mientras que de la intervención… en ocasiones, si.
Por tanto, la intervención que conlleva una o varias gestiones, no nos molesta, ni es objeto de queja, ya que forma parte de la misma intervención en sí misma…. la «gestión de la queja» (que precisamente es qua queja que no sabemos gestionar) es precisamente tras donde nos «escondemos» para no intervenir….. resulta provocativo, verdad?
Gracias Be´lén porque el tema da para mucho y… más. Un saludo.
¿Qué puedo añadir? Estoy plenamente de acuerdo con lo que has planteado. Lo de la gestión de la queja me ha encantado. Un abrazo.
Buens entrada y buen tema para reflexionar! Tus post son cada vez más profundos. 👌💯
Por partes:
La gestión es parte de nuestro trabajo, está en nuestra realidad laboral, forma parte de nuestra experiencia. Gestionar prestaciones ofrece un espacio de interacción qué bien dirigido facilita el vínculo, cuestión que entiendo fundamental en procesos de desarrollo, de apoyo o de ayuda.
Entiendo, como bien indicas, que todas las intervenciones implican gestión, pero no todas las gestiones van unidas a una intervención. Léase garantizar el acceso a un derecho subjetivo, simplemente.
Control y dominación desde luego ofrecemos y este es otro encargo de nuestro sistema. Cada uno lo llevamos como podemos. Yo con un sentido más o menos subversivo y cuestionador pero consciente de donde estoy. Tener contradicciones forma parte del ciclo vital.
Por último, comparto que tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos.
Me ha encantado la entrada
A mí me ha encantado tu análisis. Gracias por comentar, F.J. ¡Un abrazo!
Gracias, primor. Me sonroja viniendo de tí. Hablando de tí ¿El libro pa cuando? Po lo pronto guárdame 2 siempre y cuando me los dediques con un vermú por delante.
Sacas un tema complejo, con respuestas complejas. No estoy de acuerdo con el binomio intervención vs. gestión. Tampoco suscribo la tesis de que la gestión forme parte de la intervención. Con matices, pero estoy más cerca de de pensar que la gestión es UNA forma de intervención. El problema es que se crea que es la única, que se utilice como tal o que se use de forma inadecuada (y esto último puede suceder con cualquier otro tipo de intervención). Sobre los niveles de intervención y la atribución del tipo de intervención más adecuado para cada uno de ellos también me parece otro falso debate. En fin, que me enrrollo. Un abrazo.
Hola, Pedro. Yo tampoco estoy de acuerdo con el par desde el antagonismo, de hecho es lo que pretendía cuestionar. En cambio sí suscribo la tesis de que la gestión (tal como la entendemos hoy) es una hermana menor de la intervención porque la primera la entiendo como un proceso y la segunda como un procedimiento subalterno al proceso. No creo que en un estado ideal de las cosas haya «gestiones» solas, como tales, en el desempeño profesional (no digo administrativo). Un abrazo de vuelta.