Me propongo terminar la reflexión que comencé la semana pasada sobre las etiquetas en trabajo social. Para ello introduje la víctima como ejemplo de etiqueta. Decía entonces que la palabra víctima es una palabra a priori carente de connotaciones negativas. Al contrario: La víctima goza de reconocimiento social, la compasión de sus semejantes y en algunos casos el disfrute de ciertos derechos. Es más, la víctima puede llegar a convertirse en voz autorizada. Por encima, incluso, de la de aquellas personas que no hemos atravesado su situación o vivido su padecer. Una creencia que casi es ley cuando se trata, pongamos por caso, de víctimas del terrorismo.
¿Son las víctimas del terrorismo una voz autorizada en materia de política penal? En mi opinión, no. Las víctimas no deben marcar la agenda política ni con el terrorismo ni con ningún otro asunto colectivo. De ser así acabaríamos sustituyendo justicia por venganza ¿Tienen derecho las víctimas a exigir los grados de reparación que estimen oportunos? Sí ¿Tienen la obligación moral los poderes públicos de obedecer? No.
La condición de víctima es una foto fija ¿Hasta cuándo somos víctimas? ¿Se hereda? Decía Daniele Giglioni en su fantástico libro Crítica de la víctima: La posición de víctima se vuelve más chantajista a medida que desaparecen sus titulares efectivos. Generalmente son los descendientes, de los muertos o de los sobrevividos, quienes se arrogan un reconocimiento que sus antepasados jamás habrían soñado con demandar.
La condición de víctima otorga derechos. Sin ir más lejos en el caso de mujeres víctimas de violencia machista. Si se les reconoce como tales pueden acceder a la red de servicios de protección y a las (escasas) ayudas económicas de las diferentes administraciones. Para ello deben formular la correspondiente denuncia. Una vez que lo haces ya eres oficialmente víctima de violencia de género ¿Hasta cuándo? Pues según parece hasta el fin de tus días.
La condición de víctima es, decía, una foto fija por lo que juega un papel desmovilizador. Y es que decía también Giglioni que somos humanos en el sufrimiento, pero perdemos nuestra capacidad de acción social cuando solo nos asumimos a través de los agravios que hemos sufrido. Por eso cada vez más mujeres que han padecido la peor cara del patriarcado prefieren el término supervivientes.
La víctima como ejemplo de etiqueta es, en definitiva, la constatación de que detrás del sustantivo se esconde una complejidad que la propia etiqueta oculta. En la complejidad a la que me refiero también se halla el hecho de que una víctima puede ser asimismo victimaria. Temazo para otra entrada. Complejidades aparte una víctima es, además de agraviada, madre o padre, hijo, empleada, amigo, jugadora de mus, acuario con ascendente en virgo y, en definitiva, una persona única en el mundo. Las etiquetas, está claro, están cogidas con pinzas.
* La foto que ilustra esta entrada es propiedad de Amparo S. Gilarte (@sociaLOGIA en twitter). Gracias, Amparo, por el regalo.
Hola Belén! me encanta el lavado de cara tu blog, está precioso e intuitivo, enhorabuena!
A pesar de seguir trabajando en fundaciones de empresas y estar bastante alejada de los temas principales del trabajo social, sigo disfrutando de tus artículos como en mis años mozos.
En mi opinión, la etiqueta de víctima debe ser el algo temporal, pero es necesaria, reconoce y valida la experiencia de la persona, así como sus emociones.Luego prefiero el término de superviviente, mucho más empoderador.
Un abrazo desde Sevilla!
¡Hola, compañera! Gracias por tus palabras sobre la página, la he trabajado con mucho cariño y me alegra que te guste. Y con respecto a tus consideraciones sobre la víctima, muy de acuerdo: valida. Gracias por leerme, tus opiniones son de referencia para mi.
Estupenda reflexión. Detrás del sufrimiento terrible de cualquier víctima existe la posibilidad de renacer desde el planteamiento de la superación y la ruptura con el sufrimiento. La primera vez q escuché a una mujer maltratada expresar q se consideraba una superviviente y q deseaba abandonar el concepto de víctima comprendí el gran salto que acaba de dar ese ser humano para posicionarse en el renacer y la vuelta a la vida. Un cambio de óptica crucial para afrontar un futuro con esperanza y salir dela victimización de por vida.
Debo reconocer, no obstantes, q algunas mujeres o personas quedan tan dañadas q sobreponerse a esa condición debe resultarles una lucha titánica. Mi solidaridad y ánimo para todos los afectados y afectadas, pero con ayuda lograrán salir adelante, seguro.
6 Comentarios
Hola Belén! me encanta el lavado de cara tu blog, está precioso e intuitivo, enhorabuena!
A pesar de seguir trabajando en fundaciones de empresas y estar bastante alejada de los temas principales del trabajo social, sigo disfrutando de tus artículos como en mis años mozos.
En mi opinión, la etiqueta de víctima debe ser el algo temporal, pero es necesaria, reconoce y valida la experiencia de la persona, así como sus emociones.Luego prefiero el término de superviviente, mucho más empoderador.
Un abrazo desde Sevilla!
¡Hola, compañera! Gracias por tus palabras sobre la página, la he trabajado con mucho cariño y me alegra que te guste. Y con respecto a tus consideraciones sobre la víctima, muy de acuerdo: valida. Gracias por leerme, tus opiniones son de referencia para mi.
Estupenda reflexión. Detrás del sufrimiento terrible de cualquier víctima existe la posibilidad de renacer desde el planteamiento de la superación y la ruptura con el sufrimiento. La primera vez q escuché a una mujer maltratada expresar q se consideraba una superviviente y q deseaba abandonar el concepto de víctima comprendí el gran salto que acaba de dar ese ser humano para posicionarse en el renacer y la vuelta a la vida. Un cambio de óptica crucial para afrontar un futuro con esperanza y salir dela victimización de por vida.
Debo reconocer, no obstantes, q algunas mujeres o personas quedan tan dañadas q sobreponerse a esa condición debe resultarles una lucha titánica. Mi solidaridad y ánimo para todos los afectados y afectadas, pero con ayuda lograrán salir adelante, seguro.
Una reflexión rigurosa y sensible que me ha gustado mucho ¡Gracias por compartirla!
¡Fenomenal reflexión!!
¡Gracias, maestra!