El debate constituye un sano ejercicio para la sociedad en general y el Trabajo Social en particular. Siempre. Aunque se aborde un asunto tan espinoso como la
mediación en violencia de género, uno de los ejes del
I Congreso Internacional de Mediación, que se celebrará en Alicante el próximo junio. Yo no soy experta en violencia de género, por lo que no me siento legitimada para defender mi postura, a medio camino entre la sorpresa y la indignación. Al margen de que
la ley lo prohíbe expresamente, considero que no es aconsejable desde una perspectiva terapéutica, pero como digo, no es un tema que domine a fondo, así que prefiero que se expresen otras compañeras blogueras, y no señalo a nadie en particular...
Además de la cuestión de la mediación, ha surgido otro debate en facebook sobre el trabajo social grupal en relación con
esta noticia, referida a sesiones de información grupal desde algunos centros de servicios sociales del Ayuntamiento de Madrid. Se ha lanzado la siguiente pregunta
¿Podemos considerar este servicio como trabajo social grupal?
Yo me he puesto muy contenta al ver este post en el muro de la Plataforma en Defensa del Trabajo Social. Habitualmente me encuentro en todas las páginas de trabajo social,
todas, debates insustanciales de cuyo contenido no quiero acordarme, anuncios sobre cursos, técnicas de yoga, alimentación, bendiciones y memes sobre nuestros presuntos superpoderes, por no hablar de las oleadas de indignación cada vez que aparece una oferta de empleo en la que pone asistente social. Que no digo yo que tenga que poner asistente social, que nadie me apedree, lo que digo es que hay cosas más importantes y esta es una de ellas.
Es curioso, en los dos debates que he mencionado ocurre lo mismo: Se presta más atención a los aspectos colaterales que al debate en sí. Sobre todo me llama la atención las alusiones continuas al respeto y a la agresividad, como si el hecho de discrepar constituyese un acto agresivo o intolerante. En ninguno de los dos debates he observado faltas de respeto o agresividad por parte de ninguna de las intervinientes, sin embargo cada día tenemos la piel más fina y eso empobrece el intercambio de ideas y la confrontación dialéctica. Cosas de la posmodernidad y lo políticamente correcto, supongo.
Todo esto me recuerda a un episodio protagonizado por el magnífico jugador de fútbol Carles Puyol en un clásico hace algunos años. En el Bernabéu lanzaron un mechero que impactó en Piqué y éste fue a mostrárselo al árbitro.
Puyol se interpuso, lanzó el mechero fuera del campo y envió a Piqué a seguir jugando. Qué maravilla de jugador, Pujol.
Pues eso mismo pido yo, lanzar el mechero fuera del campo y jugar. En este caso y en cualquier otro lo verdaderamente enriquecedor es debatir simple y llanamente con argumentos. Nada más. Y si se separa el argumento del argumentador, mejor. Por lo tanto, me propongo debatir sobre trabajo social grupal al hilo de esta noticia en la próxima entrada, que saldrá el viernes. Opino que este sí es un debate sustancial y me parece importante demostrarlo. Hasta el viernes.
(You gotta) fight for your right (to party)
El rap de los 80 y 90 me fascina, es tan incorrecto...
4 Comentarios
Hola, Pedro: Efectivamente el cara a cara y la regulación de los debates evitan el lanzamiento de mecheros, sin embargo yo soy muy partidaria de debatir en redes por varias razones. La primera es que, nos guste o no, las redes sociales han venido para quedarse y son potentes generadoras de opinión, por lo que no debatir en ellas es perder una preciosa oportunidad de ofrecer nuestro punto de vista, sobre todo cuando lees cuñadeces. Ahí se hace imperativo otro punto de vista.
Por otra parte los congresos, colegios y demás foros que mencionas son lugares cada vez menos frecuentados por la gente más joven, y debo decir que es normal porque no se les facilita la entrada. Al final estamos siempre las mismas personas y una gran parte de profesionales que no pueden ir se quedan al margen así, que, a riesgo de ser atacada por un mechero, sigo en la pelea digital. Un abrazo de vuelta.
Completamente. De hecho twitter es peligrosísimo en ese sentido, porque sólo seguimos a quienes piensan como nosotros, hay que cambiar esto. Un besazo.
Hola Belén. Estoy contigo en la importancia de que debatamos, todo y en todo momento, hasta de cosas que nunca nos hemos atrevido, de algunas que reservamos ocultas y de otras en las que tenemos la certeza de que son inamovibles… Es un ejercicio sano y que creo imprescindible en estos momentos para nuestra profesión.
Pero… las redes sociales no me parecen el mejor lugar para estos debates. Son potentes y su impacto es innegable y en ese sentido pueden señalar el debate, pero no se puede desarrollar en ellas con la profundidad necesaria. Siguiendo tu metáfora, el campo de juego se llena enseguida de mecheros, objetos, asientos arrancados… hasta que se hace imposible "jugar la pelota" (argumentar, contraponer, desarrollar, justificar…). Es mi humilde experiencia y la razón por la que tiendo a participar poco en esos debates (y no es por falta de ganas…). Creo que hay otros lugares más adecuados para debatir estos temas (Congresos, Colegios Profesionales, Encuentros, la propia Universidad…) En fin, que me alargo. Espero tu entrada el viernes y un abrazo.
Al hilo de lo que dices, una de las cosas que más me han sorprendido de las redes sociales es precisamente que parece que se está perdiendo la posibilidad de utilizar su potencial para estar al tanto de diversas opiniones, opciones, y poder así tomar decisiones con una mayor conciencia. Al contrario, la gente quita de sus redes a quienes no están de acuerdo con sus opiniones, se molestan por cualquier crítica y sólo leen prensa y noticias de su ideología. En lugar de crecer empequeñecen el mundo.