Trabajo social
5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
23 de agosto de 2015 / 4 Comentarios
Por el contrario, la falta de identificación profesional puede ser el primer paso de un camino hacia una práctica acomodaticia y, finalmente, corrupta, sobre todo cuando ésta tiene que realizarse en organizaciones ya degradadas por el ejercicio de una autoridad anacrónica y la falta de recursos.Al darle vueltas a esta idea me surgen varias reflexiones. En primer lugar, que la práctica profesional corrupta o, sin llegar a tal extremo, acomodaticia, es un proceso que comienza con una interpretación laxa de las normas y los valores, lo que me lleva a pensar en la importancia de no perder de vista ambas cosas; nuestros códigos deontológicos, nuestros compromisos éticos, nuestros principios profesionales, en definitiva, son nuestra tabla de salvación ante la degradación como profesionales en un sistema ya degradado. Aquí, los colegios profesionales tienen un papel central, tanto en el refuerzo de la identidad profesional como en la promoción y difusión de nuestros valores y, por qué no, en la resolución de dilemas éticos a través de comités de ética, grupos de trabajo, etc.Por otra parte, como decía, vivimos en un momento de total degradación del sistema público de servicios sociales unido a la más que evidente falta de recursos, dos factores, como sabemos, generadores de mala praxis. Tal y como escribe Pedro Celiméndiz, languidecemos.
Languidece el Sistema de Servicios Sociales. Incapaz de definirse y de posicionarse, golpeado por la realidad que tiene que afrontar, desarmado y vencido. Fracasado entre lo que quiso ser, lo que supo ser, lo que le exigieron ser y lo que al final fue.Es momento, quizá, de aferrarnos a lo único que el sistema no nos puede robar: a nosotros mismos, a nuestro ser profesional, a nuestra capacidad de acompañar a los usuarios, de proporcionarles un punto de apoyo. En esta línea, el autor afirma
De los profesionales se espera que construyan su identidad profesional en torno a la adhesión íntima a los valores profesionales. Ahora bien, un profesional que ha vivido dramáticamente un dilema entre sus convicciones personales y sus convicciones profesionales, es alguien que se ha roto por dentro.Para evitar esta fractura, Salcedo propone una nueva manera de entender la identidad profesional, que compatibilice los valores profesionales y personales. Termina su artículo ilustrando el argumento con el concepto derecho a fracasar de Soyer. Un concepto elaborado ¡en 1963! No me he podido resistir a finalizar mi entrada con un fragmento del final del artículo, a mi entender, demoledor por lo real.
(...) es un principio esencial de la práctica de la profesión el respeto al derecho de autodeterminación del cliente. Si bien, también se sabe que no hay que respetarlo cuando, de su ejercicio, se derive un peligro grave para otras personas o para el propio cliente. Luego, quizás, se pase a creer que tampoco habría que respetarlo cuando las decisiones del cliente sean irracionales o erróneas. Por último, se termina adoptando, como una conducta rutinaria, la protección del cliente de cualquier elección que pueda realizar y que, a juicio del trabajador social, pueda implicar una experiencia penosa. El resultado es conocido.Seré sincera: siempre que me preguntan si la profesión del trabajo social sigue adoleciendo de tics asistencialistas, yo respondo quizás, quizás, quizás. Y así pasan los días...
Gaby Moreno
Quizás, quizás, quizás
(Gracias, Cristina Castellano
por darme a conocer a Gladys)
4 Comentarios
¡Vaya sorpresa! Es un honor que hayas comentado mi modesta entrada, sobre todo teniendo en cuenta que no me centro en el meollo de lo que quieres transmitir. Pues sí, estoy experimentando estas in-coherencias, resolverlas forma parte, en mi opinión, del crecer profesional y personal. Muchas gracias, Damián, por tener la amabilidad de comentar, es una satisfacción para mí. Un saludo y mucho ánimo para continuar con tus reflexiones e investigaciones, son una brújula para los que estamos en la praxis.
Enhorabuena Belén por tu blog. Y gracias por referirte a mi articulo. Como ya estarás experimentando, la coherencia entre lo personal, lo profesional y lo político no es siempre fácil. Cuando uno se pregunta "¿Quien soy?" significa no solo que le importa su identidad personal, sino también su integridad profesional. El no hacerlo significa, pro el contrario, un desapego por la propia actividad y por el colectivo profesional. En fin, de nuevo recibe mis felicitaciones y un saludo para ti y tus lectores, Damián Salcedo
No te contengas, Pedro, porque artículos como el tuyo son necesarios, de hecho me dio que pensar para escribir mi entrada. Efectivamente los mesías y demás tampoco me parecen buenos profesionales, aquí Salcedo se limita al concepto de profesión desde la moral, lo que ocurre es que el artículo es demasiado complejo para abordarlo desde todas sus vertientes. Otro abrazo (sureño) para tí.
Gracias por la cita, Belén. Estoy de acuerdo con el concepto de que el buen profesional se construye desde la identidad profesional y los valores compartidos como colectivo. Para mí es fundamental el ejercicio profesional co-construido con otros colegas y compañeros/as. Francotiradores, paracaidistas y mesías, por mucho que tengan interiorizados los valores de la profesión, no me parecen buenos profesionales. Leeré el artículo que recomiendas, y en cuanto a mis "mazazos", intentaré contenerme… Un abrazo.