5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
22 de septiembre de 2025 / 12 Comentarios
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.
Me da que José Luis Sastre conoce el poema, pues su columna, de la que extraje el fragmento que abre esta entrada, me lo recordó (puedes leerla completa aquí). La idea de que los adjetivos, cuando no dan vida, matan, la he desgranado en mi futuro libro. Voy por la mitad.
La columna de Sastre, a su vez, me retrotrajo a una conversación de hace unos meses con Teresa Zamanillo, una parte de ella dio lugar a esta entrada.
La semana pasada abordé aquí el primero de los ejes del encuentro de Madrid, el referido a abandonar. El segundo de los ejes —en mi opinión el más interesante— analizaba aspectos del trabajo social a mantener. Las integrantes de la mesa protestaron al recibir el encargo. Yo, sabedora de los conocimientos que atesoran, las ignoré, con lo que todas pudimos disfrutar de sus valiosas aportaciones.
Semanas después, Teresa y yo hablábamos sobre lo que ella denominó constructos blandos, es decir, la proliferación de términos políticamente correctos o de aparente modernidad. Al acabar la conversación caí en la cuenta de que en la mesa mantener quizá debiéramos haber incluido ese tema. Opino que en trabajo social, como en otras profesiones, estamos cayendo en la trampa de los constructos blandos. Me explico.
No alcanzo a comprender de dónde sale el concepto acompañamiento social. En particular, no entiendo por qué debería imponerse sobre relación de ayuda. El acompañamiento social es, a mi entender, uno de esos constructos blandos de los que hablaba Teresa. Es más, me maravilla el reciente rechazo que despierta la palabra ayuda. El mismo que despierta gestión. No lo entiendo.
Como es lógico, comparto el interés en desarrollar formas mejores de abordar los malestares ajenos: más centradas en las capacidades, menos directivas, más emancipadoras... Por supuesto. En mi opinión, eso no invalida el hecho de que, entre otras cosas, lo que hacemos es ayudar a la gente. Incluso prestamos asistencia.
No entraré a analizar otros constructos como counselling y coaching ya que pretendo continuar en el tono sereno que reservo para el blog (y tanto me cuesta mantener en algunos aspectos de mi vida). Me limitaré a señalar que todos los términos acabados en -ing me ponen de los nervios.
Resumiendo: Como apunta José Luis Sastre, lo de Gaza es un genocidio. Las trabajadoras sociales establecemos relaciones de ayuda y lo que he dicho al principio de la entrada acerca de mi futuro libro no es hacer marketing de contenidos, sino propaganda de toda la vida. Las cosas por su nombre.
12 Comentarios
Pues lo primero que me viene es que esto de las palabras y adjetivos que van y vienen para denominar lo que hace el Trabajo Social tiene mucho más que ver con «parecer» que con «ser». Todo lo que tiene que ver con lo «-ing», en mi opinión, es para parecer más… lo que esté de moda (la cual a veces lo está durante años), y así mientras sólo consuelas no llegas a ayudar (y no digo que no haya momentos para consolar por supuesto). Y así se va vaciando el Trabajo Social sin parecerlo pero sin serlo. Justo esta semana he descubierto una de esas palabras en mi nuevo trabajo (repleto de ellas) , «branding» ;y cuando les digo a mis compañeras que para qué utilizarla si suena a copita de esas que aparecían en los anuncios «esos» de los años 70, en la mano de un señor y en la otra un puro, se me quedan mirando entre, esta nos está vacilando y risas. Mientras parecemos no tenemos que hacer. Gracias por hacernos reflexionar Belén y compañeras.
Me parece muy acertada tu reflexión sobre el «ser» y el «parecer», compañera…
Gracias a ti por comentar y contribuir a la reflexión… Un abrazo.
Qué interesante reflexión, Belén, siempre es un placer leerte.
Desde mi punto de vista, las compañeras que reniegan del término relación de ayuda, están confundiendo ésta con relaciones asimétricas. Pero la relación de ayuda en trabajo social implica relaciones de complementariedad entre la profesional y la persona atendida. En una relación complementaria cada parte tiene su rol, la profesional aporta su conocimiento técnico y la persona atendida su conocimiento sobre su vida y necesidades; no tiene cabida la verticalidad en la relación en la complementariedad, pero sí el reconocimiento mutuo del papel del otro…
Pensar, como dice Miren, que hablar de relación de ayuda implica no reconocer(nos) como susceptibles de precisar ser receptoras de esa ayuda en cualquier momento de nuestra, creo que no se ajusta a la realidad (o al menos, no a la de todas las profesionales). En mi ejercicio del trabajo social establezco relaciones de ayuda con las personas a las que atiendo, del mismo modo que cuando solicito atención en un recurso social, lo que espero es establecerla con mi trabajadora social. Y en cada una de esas relaciones, tengo claro que mi rol es diferente… Por otro lado, creo que es muy enriquecedor vivir la experiencia de ser la receptora de la atención, nos ayuda a ver la profesión con otros ojos…
Hola, Marta, gracias por comentar (y por tus palabras amables). Suscribo todas tus palabras. De hecho, cuando una amiga te ayuda no visualizamos asimetría. De cualquier forma, el debate es sano, yo estoy encantada.
¡Un abrazo!
¡ Hola, Belén!
Creo que era mi profe de lengua el que nos decía que si no acertamos con las palabras significa que no acertamos tampoco con aquello que representa y la única manera de entender las cosas y a las personas y las formas de vida es con palabras; y si las marcamos con etiquetas falsas ¿ cómo vamos a entender nada?
En trabajo social hace años que estamos cayendo en lo que Teresa denomina los “ constructos blandos”, pero esas palabras no las utilizan las personas que atendemos y si ellas no las usan ¿ por qué las utilizamos nosotras? Es algo que me pregunto a menudo…Son palabras que aparecen y desaparecen, es como si fuese una moda. Este tema sería muy interesante tratarlo en el próximo encuentro.
En mi caso cuando en un texto veo los “constructos counselling y coaching” dejo de leer, el artículo es demasiado elevado para mi nivel.
Belén, continúa haciendo propaganda, ya tenemos ganas de leerlo, y como apunta Sastre “es un genocidio”.
Un abrazo y buena semana.
Cheli.
¡Cheli, me has dado una idea para el libro, gracias!
Gracias Belen, creo que tus reflexiones complementan de algún modo las mías que, ahí van.
Un besote!!!
india
Porque relaciones de ayuda suponen una creencia que está en la base de un etilo de relación arriba-abajo (up-down) una creencia absurda en la que nos situamos en la posición de sujetos de las soluciones. Cundo preguntaba a mis alumnas porqué querían ser trabajadoras sociales y me contestaban que, para ayudar, sabía que tras esa afirmación no contaban con sus propias limitaciones, necesidades y posibilidades de ser ayudadas en cualquier momento de su vida… Sentirse bien por ayudar es algo bonito siempre y cuando seamos conscientes de que no somos salvadoras del mundo, no lo somos, ni podemos. Cuando ayudamos, siempre es muto el beneficio. Sólo podemos colaborar, cooperar, es decir trabajar conjuntamente para reivindicar derechos, justicia y dignidad; para mejorar nuestras vidas, todo aquello que nos concierne como seres humanos, sentirnos y pensarnos comunidad. Por tal motivo, todos aquellos verbos que utilizamos en nuestro trabajo cuyo sujeto apunte a nosotras, creo que debiéramos repensarlo y buscar el sujeto colectivo, reflexivo, por eso creo que unas relaciones de colaboración son una forma mejor de decir lo que queremos hacer; acompasarnos o acompañarnos, podría ser más correcto que acompañar-les; informarnos, mejor que informar, realizar co-diagnósticos, mejor que diagnosticar…, y tal vez, no hacerlo, aún mejor, más real… Colaborar supone aceptar la conjunción de su saber-el nuestro, situados en un plano horizontal.
“… porque las razones no se transmiten, se engendran, por cooperación, en el diálogo”. (Antonio Machado).
Si, creo que abandonar conceptos o modernizarlos por el mero hecho de ser más modernas o novedosas, “apedreando originales (Mairena dixit) es una idiotez y, tal vez peligrosa, pero aferrarnos a conceptos, que han colonizado nuestro pensar y hacer, después de haberlos repensado y dado las vueltas necesarias para saber que pueden anclarnos en un pasado plagado de intervencionismo humanitario, podría ser. Porque es cierto que “Habéis de ahondar en las frases hechas antes de pretender hacer otras mejores”. Juan de Mairena.
Eso creo y, sólo lo creo.
Amiga mía, gracias por ofrecer tu punto de vista y por abrirte a debatir… Te veo muuuuy pronto.
Hola, buenos días. pienso que si contamos con las personas con las que hemos establecido una relación de lo que sea y dicen que se han sentido ayudadas con la intervención ¿por qué eliminar el concepto de ayuda? Habría mucho que debatir con todo lo que queremos reconceptualizar. Este es un espacio muy corto, aunque necesario para dar qué pensar y qué hablar
Estoy contigo, maestra….
Buenos días Belén!
Me encanta empezar la semana leyéndote. Temazo el que nos abres hoy: la alergia a la identidad propia a la vez que abrazamos conceptos, nomenclaturas y corrientes que hacen un batiburrillo de esto y aquello.
La relación de ayuda, la relación asistencial, análisis de la demanda….me resuena a lo que viene ocurriendo con el trabajo grupal: ¿todo lo que se haga en círculo es trabajo social grupal? Por cierto, para que sea grupo hay que montar muchas dinámicas ¿ en serio? ¿Las trabajadoras sociales estamos delegando el trabajo grupal a otras profesiones? ¿ Es por qué las agendas están desbordadas? ¿Podemos dedicar tiempo a analizar la casuística y valorar si la intervención grupal puede dar espacio a las personas que atendemos de forma individual? y tantos otros interrogantes…
Quizás sea tiempo de permitirnos parar y ver si realmente nuestra práctica profesional está al servicio de la ciudadanía, de la acción política colectiva o también estamos vaciando de contenido la esencia de lo que es el Trabajo Social.
Un abrazo y buen inicio de semana!
Vaciar de contenido el trabajo social ¡Qué interesante!
Un abrazo, amiga.