Esta es una entrada acerca de la película Roma y las reflexiones sobre trabajo social que me han venido a la mente al hilo de este magnífico trabajo de Alfonso Cuarón. Si has decidido verla casi mejor no sigas leyendo porque acabaré destripándola. Odio el término spoiler pues no aporta nada su uso cuando en español existe el término destripar que es bastante más gráfico.
La película me ha impresionado. No entiendo de cine, pero entiendo algo de fotografía y la de la peli es simplemente espectacular: los encuadres, los tonos del blanco y negro, maravillosos, el uso del travelling... Por otra parte me ha sorprendido la dirección de actores y (subrayo) actrices que destilan una emoción que desborda la pantalla tratándose además de personas no profesionales. En fin, resumo mi crítica en palabras de
Carlos Boyero:
En 'Roma' todo suena a verdad, su formidable lenguaje visual sirve para expresar
con complejidad sensaciones y sentimientos
Hay dos aspectos de la película que considero aportes para el trabajo social, el primero, el protagonismo de las mujeres y la relación entre ellas. La película cuenta una historia de mujeres: no hay a primera vista grandes aventuras, gestas o logros tan propios de las narraciones masculinas. Se podría decir que en la película no pasa nada, y esa es precisamente la magia narrativa de Cuarón, ser capaz de mostrar que pasan muchas cosas como si no pasaran. Como la magistral escena de la kata colectiva: Sucede algo increíble, así de pasada, sin que nadie preste la más mínima atención. Porque así transcurre la vida de las mujeres, en segundo plano.
La sororidad se muestra diáfana entre las dos sirvientas a través de sus conversaciones en
mixteco, sin embargo es más interesante observar como también se va tejiendo entre Cleo, la protagonista, y la madre de los niños y señora de la casa. Dos mujeres procedentes de mundos casi antagónicos a las que les unen más cosas de las que les separan y acaban construyendo una relación de complicidad.
En mi opinión el segundo aspecto es el más aprovechable para nuestro desempeño profesional, la opción por contar la vida de una indígena. Cleo es un personaje condenado de antemano a un papel secundario. Un adorno en una historia burguesa destinada a ser protagonizada por un padre que se debate entre su papel como pater familias, su exitosa carrera como físico y sus necesidades como hombre. Pero no. Cuarón obvia la vida de su padre y opta por revelarnos la complejidad del personaje de Cleo, una más de las miles de sirvientas que aparecen en el Mexico D.F. de los años 70.
O una de las miles que podemos encontrarnos en el metro de un Madrid de 2018, sentada en un vagón con bolsas de plástico en la mano y la mirada perdida. A veces acompañada de una niña sobre su regazo. Una latinoamericana más. Parecen todas iguales, como nuestras familias, todas demandando lo mismo con dramas que se repiten y trayectorias con finales ya escritos en un pronóstico que es en el fondo ciego y sordo a la aventura de observar, de sentir, de preguntar, de admirar. Qué simpleza la nuestra.
2 Comentarios
Muchas gracias por tus amables palabras, Chelo, son un acicate para seguir escribiendo. Felices fiestas!
magnífica reflexión, Belen. Tan simple, tan auténtica, tan llana y entendible que casi casi hace daño leerla. Como el Trabajo Social del dia a dia (intenso y simple al mismo tiempo) que tan bien describes en tu bloc. Como la vida misma.