5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
1 de febrero de 2022 / 6 Comentarios
Leí el otro día una entrada en el blog de Fernando Fantova. Lleva por título Desempeño profesional, potestad pública y gestión administrativa en servicios de bienestar. En ese interesante post (que recomiendo leer) Fernando afirma:
Posiblemente sea todavía más problemática la erosión del desempeño profesional que proviene de la potestad pública en los casos en los que, de determinadas valoraciones o juicios, se deriva el acceso a recursos económicos para la subsistencia material.
Efectivamente, la certificación de pobreza para el acceso a prestaciones económicas es un elemento que genera una tensión cada vez mayor. Sobre todo en las trabajadoras sociales de los sistemas de servicios sociales de nuestro país. ¡Ojo! también en la propia ciudadanía que las recibe. Al menos en aquellas comunidades autónomas que carecen de sistemas dignos de garantía de rentas.
El problema es que esa tensión está derivando en desempeños profesionales diversos. La entrega dineraria o material es entendida muchas veces por personas destinatarias, responsables políticas e incluso profesionales de la intervención social como la oferta principal que el sistema pone a disposición de algunas personas. Se convierte así la intervención social propiamente dicha en una aportación secundaria e incluso prescindible.
Hay profesionales del trabajo social que aceptan el encargo a regañadientes. Ellas saben que en realidad no funciona para resolver los problemas de las personas. Otras, por desgracia, lo aceptan sin reservas porque asumen el dogma neoliberal hegemónico. Por último nos encontramos una minoría que nos resistimos al encargo. Algunas tratamos de ofrecer alternativas desde nuestro minúsculo lugar. Lo curioso es que en algunos casos todas coincidimos en encontrar prescindible la intervención social. Eso me lo guardo para una próxima entrada.
De cualquier modo, estos posicionamientos diversos no acababan de aflorar en forma de debate en la profesión y es preocupante. Máxime si la mayoría de las profesionales que aceptan el encargo sin reservas lo hacen sin un posicionamiento profesional consciente. Es por ello una buena noticia la aparición del anteproyecto de ley marco de servicios sociales. El consejo general lleva años trabajando una propuesta de modelo de servicios sociales. Ahora se está debatiendo el el ámbito de los colegios profesionales con una propuesta en firme. Esperemos que el gobierno nos escuche.
Por mi parte, lo he dicho innumerables veces: Opino que las prestaciones económicas para la subsistencia no deben estar condicionadas a la inclusión. Pedro Celiméndiz lo ha explicado de maravilla en su blog, ya cerrado. Una pérdida importante, por cierto.
Creo que un proyecto de intervención no debe ser impuesto por definición. Pienso que los desempeños profesionales basados en la aceptación sin más del encargo están pervirtiendo nuestro rol. Y creo que no es posible ejercer nuestra profesión sin una perspectiva ideológica (que no política) que oriente nuestros desempeños profesionales. Una perspectiva ideológica que debe ser coherente con nuestros planteamientos teóricos.
Por ejemplo ¿Nos hemos planteado qué significa la igualdad de oportunidades? ¿Es una buena herramienta contra la monstruosa desigualdad de España? César Rendueles sí, en el libro que abre esta entrada. Lo comentaré la semana que viene. Hasta entonces.
6 Comentarios
Belén, completamente de acuerdo… de las mejores entradas que he leído en mucho tiempo.
Percibo a diario el esfuerzo de muchas y muchos compañeros que luchan en dos vertientes que pueden ser por ejemplo las obligaciones impuestas en un Itinerario de Inserción Sociolaboral encorsetado y condicionado a la Renta Mínima versus el acompañamiento, asesoramiento, respuesta a la demanda, información, siendo fieles a la intervención social y a la propia perspectiva ideológica del profesional. Es una tarea complicada puesto que son dos trenes en distintas direcciones pero aquí el buen hacer profesional y ser consciente de nuestra disciplina es vital.
Esta entrada ha sido de las mejores que he leído, con respeto a la entrada de Pili… jejeje
Un abrazo.
A las lectoras: Lidia es una de las protagonistas de la entrada «Pili». Además de trabajadora social es activista animal y la responsable de la llegada de Pili.
A Lidia: Gracias, bonica. Por todo lo que señalas es por lo que me parece tan importante el manejo del encargo social. La labor de «seguimiento» de la RMISA no la podemos rechazar, por lo tanto hagámosla de la manera más terapeútica y menos lesiva posible. Se puede.
Gracias Belén por plantear este tema y contribuir a que se reflexione sobre ello. Sabes que comparto totalmente lo que expones en esta entrada y lo que está perjudicando a la intervención social y en mi caso, desde la experiencia y vivencia desde una Comunidad (Madrid) en la que se está desmantelando el sistema de garantía de ingresos (RMI). La garantía de ingresos nunca debe ser condicionada a cumplimiento de medidas/obligaciones de inclusión. Un abrazo
Esperemos, amiga Berta, que la ley de servicios sociales arroje algo de luz al respecto. Un fuerte abrazo.
Gracias Belén.
¡Ay, Pedrico, de nada!