La profesión del trabajo social está plagada de tópicos. Imagino que en otras profesiones pasará igual, al menos sobre la nuestra sobrevuelan históricamente una serie de deseos, aspiraciones o utopías (llamémoslo como queramos) empalagosamente recurrentes que salen a colación en cualquier curso, jornada, seminario, reunión o simplemente café entre colegas, y se exponen como la solución a la crisis que atraviesa el trabajo social (esa es otra...).
Me saturan estas utopías, lo digo desde el respeto a quienes las expresan, no tanto por lo repetidas sino por lo sesgado de los planteamientos sobre los que se sustentan, así que, como gran aficionada a pisar charcos que soy desde que mi santa madre me trajo al mundo, me he decidido a dedicar esta entrada a desmontar uno de estos tópicos tan cansinos y sobre todo tan perniciosos.
El otro día, en una sesión de supervisión que he tenido la oportunidad de realizar, apareció como uno de los problemas de los servicios sociales que los trabajadores sociales estamos atrincherados en los despachos y tendríamos que hacer más trabajo social de calle ¡Ya salió! me lamenté para mis adentros. Por otra parte me alegró tener tema para la entrada de hoy así que me esforcé en dar mi opinión lo más concreta y respetuosamente que pude, opinión que es la que voy a exponer aquí.
Vayamos por partes. Este tópico descansa sobre el presupuesto de que, debido a la carga burocrática que padecemos, los trabajadores sociales estamos encerrados en el despacho, realizando tareas administrativas que odiamos; encerrados en el despacho nuestra visión de la realidad es sesgada y por ello deberíamos salir más a conocer la verdadera realidad de la calle (voy a obviar el análisis del supuesto odio de los trabajadores sociales hacia las tareas administrativas para no convertirme yo misma en motivo de odios ajenos).
Lo peligroso de esta afirmación es que contiene una parte de verdad: muchos trabajadores sociales estamos atrincherados en nuestro despacho esperando que lleguen las demandas para darles una respuesta automatizada entre las que manejamos en nuestro menú. Nos convertimos en una especie de cajero en el que la persona inserta una demanda y nosotros devolvemos una respuesta, normalmente en forma de recurso. Es lo que se ha dado en llamar el prestacionismo, que vino para trascender al asistencialismo.
Hagamos ahora el ejercicio de pensar en la trabajadora social Belén Navarro, que tiene un estilo profesional prestacionista, todo el día encerrada en el despacho entre un montón de papeles; son tantos papeles y tanto trabajo administrativo por realizar que ni siquiera Belén tiene tiempo para formarse o simplemente reciclarse leyendo alguna cosilla. Pues bien, a partir de ahora, por arte de Pablo Iglesias o Pedro Sánchez, escoja usted el que prefiera, se acaba el trabajo administrativo y por fin Belén puede cumplir su anhelado sueño de salir ¡a hacer trabajo social de calle! ¿qué pasaría? Pues posiblemente que saldría a la calle con los mismos ojos, las mismas manos, el mismo cerebro y por tanto las mismas cogniciones que elabora dentro del despacho, por lo que su visión de Menganillo Gómez o el grupo de chavales de la plaza con el litro y el canuto sería la misma pero enmarcada en la puerta de la panadería o en los bancos de la plaza, lo que no sé hasta qué punto convierte la realidad de Menganillo o los chavales del litro en más auténtica.
Ahora en serio, a mi entender, salir a la calle per se no tiene ningún sentido si la salida no va acompañada de una nueva mirada sobre los procesos sociales macro y micro, si la salida no va acompañada de una nueva actitud abierta al roce, al acomodo a ritmos vitales ajenos, a la novedad, o mejor dicho, a la sorpresa, a la aventura de la otredad y de las posibilidades que ofrece, en definitiva, al acompañamiento en los procesos vitales de las personas y colectivos en situación de vulnerabilidad y a la promoción de la autonomía en su más amplio espectro, que es, en mi más que humilde opinión, a lo que debería dedicarse el trabajo social.
Si para subir al cielo se necesita una escalera grande, para cambiar la mirada y salir a la calle con otros ojos necesitamos dos escaleras: una, la técnica, porque para emprender procesos de desarrollo comunitario, de empoderamiento ciudadano o simplemente de análisis de la realidad social, necesitamos teoría para hacer el análisis y técnicas para aplicarlo y, dos, también necesitamos dotarnos de una actitud más proactiva. Soy consciente de la dificultad pero es que si hay que ir se va, pero ir por ir...
Y como me gusta rizar el rizo, terminaré esta entrada afirmando que esa nueva mirada es perfectamente extrapolable al despacho, lugar que siempre he entendido como un marco perfectamente válido para comprender la realidad de quien tengo enfrente, el despacho es un escenario válido que se complementa con la calle, donde desplegamos otras técnicas y perseguimos otros objetivos, porque ¿quién ha dicho que no tengamos que salir más a la calle? ¡pues claro que tendríamos que tendríamos que hacer más trabajo de calle, menuda tontería!
6 Comentarios
Totalmente de acuerdo…Gracias por comentar ¡un abrazo!
¡Gracias por comentar!
Voy con muchísimo retraso… pero he de decirte que completamente de acuerdo con tu planteamiento. Tirando de tópicos, lo bueno esta en el equilibrio. En este caso, entre trabajo de despacho y de calle. Lo mejor de mis reflexiones, que se que tu eres capaz de ello y hay muchos otros que también. Lo peor, que hay mucha gente no incapaz, sino cerrada a hacerlo. Y la cerrazon y no abertura de miras no es solo a salir a la calle, sino también a tu visión de la realidad desde el despacho.
Que bueno Belen, me he reido contigo, desde el reconocimiento de la experiencia vivida. Hace muchos años me enseñó un profesor que si eres capaz de hacer una buena entrevista no necesitas más para conocer a la persona y sus circustancias, y que verdad es, como tu bien dices tienes que abrir los sentidos y estar bien pertrechada de un conocimiento y de unas herramientas, sino estamos hablando de voluntarismo, que todavia se nos confunde. Esto no quita que el estudio de campo es uno de nuestros instrumentos fundamentales, del Trabajo Social, que nos permite analizar todos los factores sociales, pero ir por ir…..
Gracias por comentar, compañero ¡feliz navidad!
Totalmente de acuerdo Belén, si hay que salir se sale porque hay que hacerlo, pero no es suficiente ….