Hoy mi entrada persigue animar a la lectura de un libro que acabo de terminar. Se trata del libro
Indies, hipster y gafapastas. Crónica de una dominación cultural. Lo escribe Víctor Lenore, periodista y crítico musical y lo edita
Capitan Swing, una pequeña editorial que está publicando grandes libros.
He conocido Capitan Swing a través del librero de mi pueblo (
Librería Sintagma); el dependiente de la sección de libros de El Corte Inglés, que lo tengo también a mano, no tendría esta información, dicho sea de paso. Pequeña librería la de mi pueblo que recomienda una pequeña editorial gestionada con talento.
Prueba del acierto del editor es el éxito que ha cosechado publicando el ensayo de Owen Jones,
Chavs, la demonización de la clase obrera. También lo he leído y también lo recomiendo; en principio no me planteé dedicarle a Chav una entrada en el blog (y debería) porque aborda la realidad cani o poligonera británica (allí se les denomina despectivamente Chavs), pero verdaderamente es extrapolable a la española. Una realidad, la de los canis, que los profesionales de la intervención social deberíamos conocer más allá de los abominables estereotipos por la que se los define en la calle, entre otras cosas porque son usuarias y usuarios de nuestros servicios y solemos aplicarles las mismas etiquetas.
En este sentido, opino que los profesionales de la intervención social en general y los trabajadores sociales en particular debemos estar más atentos a los fenómenos sociales macro porque nos ofrecen las claves para abordar correctamente la realidad micro que trabajamos desde la intervención social. Además, dotarnos de una visión crítica y analítica de la realidad social nos previene de aquellas políticas sociales supuestamente bienintencionadas que se basan en lecturas sesgadas de la realidad o, lo peor, en agendas ocultas. Pondré un ejemplo al término de la entrada para hacer inteligible este hilo argumental.
Los dos libros, Hipsters y Chavs, me han resultado bien interesantes porque parten del análisis crítico de estas tribus urbanas bajo la lente del contexto social y político actual, por encima de aspectos folklóricos o meramente anecdóticos. Ambos libros coinciden, así, grosso modo, en definir a unos y otros como un subproducto de la sociedad neoliberal que padecemos y yo añadiría que unos y otros parecen la cara y la cruz de la misma moneda.
Los hipsters constituyen el lado hedonista y esnob del capitalismo. Son, según el autor del libro, una tribu que reniega de su propia colectividad (curiosamente cada individuo persigue ser especial) y que pretende situarse en la cima de la pirámide social, aunque tan solo sea en cuestión de buen gusto y estilo cool; los canis o poligoneros, el resultado de la creciente estratificación social que expulsa a la infraclase a cada vez un mayor número de personas y a mayor velocidad. El sistema solo necesita una excusa, en este caso, la vulgaridad en el vestir y hablar, la falta de formación académica y una supuesta indolencia que les impide progresar.
Centrándome en el libro sobre los hipsters, motivo de la entrada, cito literalmente un fragmento del libro que me ha resultado revelador:
Cuando alguien habla hoy de hipsters se refiere a la subcultura nacida a comienzos del siglo XXI en Brooklyn, barrio de Nueva York convertido en patio de recreo para jóvenes blancos acomodados que aspiran a triunfar en las industrias creativas. El daño colateral de la operación fue expulsar de la zona a negros, latinos y «sin techo» mediante una combinación de represión policial y subida de los alquileres. Este proceso de transformar un barrio en decadencia en parque temático del cool recibe el nombre de gentrificación. Mark Greif, director de la revista n+i, nos ofrece una primera descripción de la tribu: «Los valores del movimiento hipster ensalzan la política reaccionaria, pero disfrazados de rebelión. (...) Los hipsters se declaran antiautoritarios pero no es más que una treta mediante la cual los jóvenes de clase media se perdonan a sí mismos por haber dado la espalda a las reivindicaciones de la contracultura, al mismo tiempo que conservan el atractivo de la contracultura (...)». La primera idea clave es que los hipsters son una falsa subcultura, practicada esencialmente por miembros blancos de la clase dominante o de clases más modestas identificados con sus valores.
Como acabamos de leer, la idea clave del libro es que los hipsters son una falsa subcultura practicada por miembros blancos de la clase dominante o de clases más modestas identificadas con sus valores. Los valores a los que Lenore se refiere son:
- Interés por el consumo, disfrazado de consumo alternativo (tiendas vintage, de comida ecológica...) que no barato (afición por los gagdets Mac)
- Un estilo de vida fuertemente individualista, que se traduce en las letras de las canciones, la temática de los libros, de las películas.
- Nulo sentido de la colectividad (no se habla, por ejemplo, de comunidad indie, sino de escena indie), lo que nos lleva a
- Un fuerte rechazo hacia la política en general, rechazo que curiosamente no pone en tela de juicio los valores de la sociedad capitalista dominante (consumismo, individualismo, apolítica...) sino que los ensalza.
- El hedonismo, la banalidad como motor existencial (Simone lo denominó la carnavalización de la sociedad) que lleva a hacer este tipo de arte:
Fuente: http://simenmeyer.com/portfolio/adolf-hipster-3/
En palabras del autor, habría que preguntarse ¿a quién beneficia el crimen? o lo que es lo mismo ¿quién apoya esta subcultura? Por no extenderme y sobre todo por no destripar el libro, me limito a ilustrar la idea con esta foto:
Fuente: http://blogs.20minutos.es/rosyrunrun/2012/06/21/esperanza-aguirre-se-hace-intima-de-alaska-y-mario/
Hace tiempo que vengo observando con amarga tristeza el giro ideológico de Alaska, una diva de mi juventud, que comenzó en grupos tan irreverentes como Kaka de Luxe y ahora hace alegatos a la banalidad, casada además con un artista que interpreta bodrios dirigidos por Amenábar como
Me encanta. No quiero decir con esto que los artistas no tengan derecho a escribir letras banales (y nosotros a disfrutar con ellas, no todo va a ser leer a Sartre), pero sí llamo la atención sobre el hecho de que Alaska se fotografíe sonriente al lado de la representante de la derecha más liberal y privatizadora y cómo encaja todo esto con su carrera.
Esto de la cultura e incluso las tendencias de moda ha de ser revisado con mirada crítica porque guarda una estrecha relación con lo que decía al principio de la entrada referiéndome a la intervención social y la política social. El ejemplo que tenía guardado es la tendencia en ciudades de todo el mundo: Barcelona, Madrid, Valencia,
Gamonal ¡e incluso Almería! a reconvertir barrios populares en zonas culturetas y cool: peatonales, con comercios molones y donde nos sentimos modernos. A mí también me gusta pasear por esas calles, visitar esos museos y ver esos molones escaparates, el problema es que ese inocente y supuestamente bienintencionado proceso de gentrificación, ya definido en la cita textual, pasa por echar a patadas de los barrios a sus antiguos moradores, no tan modernos y cool (y que luego vendrán a servicios sociales a pedir un techo, los muy caraduras), subir los precios de los terrenos y, en definitiva, reconvertir la zona en una zona exclusiva.
Se estará de acuerdo con las tesis de Lenore o no (el libro se lee casi de un tirón, está muy bien escrito), con las tesis de Jones o no, con las tesis de Simone o no (crítica de su libro,
aquí) pero lo que realmente importa es mirar todos estos fenómenos con un punto de escepticismo y preguntarse si contribuyen a hacer de esta sociedad una sociedad más justa, igualitaria y digna para vivir. Para todo lo demás, Master Card.
Dos canciones que me encantan para bailar con amigos, de fiesta. Lo digo en serio. Las dos tienen una letra insulsa, pero una es cani y la otra es moderna. Yo no observo ninguna diferencia.
2 Comentarios
Pues sí. Lo leí y me pareció muy recomendable. Gracias por pasarte y por comentar. Otro saludo para tí…
Hola Belén!!! De vez en cuando me paso por tu blog, y hoy la sorpresa fue mayúscula al ver el título de la entrada. Pensé: Anda mira!! otras manos a las que ha llegado "la ruptura del mito hipster".
Yo tambien lo he leído, prestado y regalado estas pasadas navidades,. Lo considero ameno, muy acertado en su análisis y muy útil para entender el fenómeno cultural global de los últimos años. La hegemonía del mercado presente en la industria cultural es brutal!!! Y lo peor es que nos aliena haciendonos creer cultos, modernos y de mentalidad abierta. Nada más lejos de la realidad!!
Muy recomendable su lectura.
Un saludo.