5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios


El blog de Belén Navarro
10 de noviembre de 2025 / 6 Comentarios
Como sabrás, ando inmersa en el proceso de escritura de mi primer libro. Me está apasionando el proceso. No negaré que es duro y que la obra está verde, sin embargo, cada amanecer del fin de semana me siento al ordenador y recuerdo los versos de Kavafis:
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues —¡con qué placer y alegría!—
a puertos nunca vistos antes.
Así me siento yo cuando escribo. No he encontrado ninguna otra actividad que me reporte tanto bienestar, exceptuando la lectura. Por eso la satisfacción es doble cuando me pongo a buscar artículos, libros, textos... que me acompañen en este viaje increíble. En el camino me encuentro de todo y sin empacho lo voy echando a la mochila. Unas veces lo que me encuentro sirve para mis propósitos literarios ¡Eureka! Otras veces no. Da igual, Dialnet nunca defrauda.
En esta búsqueda he encontrado varios textos con un denominador común: la desviación. Me han parecido tan interesantes —y necesarios— que los he conectado para resumirlos aquí. Es largo de explicar así que he dividido mi reflexión en tres entradas. Componen mi particular trilogía de la desviación.
Hoy analizo el texto El peso del diagnóstico en Trabajo Social. Una mirada crítica sobre etiquetado y estigma, de David Alonso González, Andrés Arias Astray y Juan Brea Iglesias. Se encuentra en la revista Itinerarios de trabajo social, de la Universidad de Barcelona. El texto pretende que tomemos conciencia del poder de nuestro discurso como profesionales legitimadas para establecer regímenes de verdad, o sea, reglas y discursos que establecen qué se considera verdadero, falso, normal o inaceptable en una sociedad. Lo recomendable, sin duda, es que lo leas. Con todo, aquí va mi resumen.
El texto comienza con la teoría del etiquetado, de Becker. Él propone un giro epistémico: en lugar de poner el foco en la conducta desviada lo pone en la reacción social a la desviación. Para Becker y otros autores la normalidad es una construcción social. En este sentido, la desviación es la consecuencia de un proceso sociopolítico de etiquetamiento en el que participan diferentes grupos hegemónicos, que pretenden imponer sus normas. Ellos establecen lo que es marginal, lo que es desviado. Así, la marginalidad no tiene tanto que ver con la transgresión de normas como con el grupo que las juzga.
Los autores del artículo afirman que frente a los intentos por encontrar características individuales y psicológicas que expliquen las conductas desviadas, lo que tienen en común estas personas es la etiqueta y la experiencia que viven al llevarla. Vayamos un poco más allá... Los autores diferencian entre desviación primaria y desviación secundaria.
La desviación primaria se refiere a la conducta que provoca la etiqueta y la desviación secundaria se manifiesta cuando la persona actúa en función de la etiqueta que ya posee. La desviación secundaria es fundamental para comprender ciertas conductas de las personas que atendemos y, por supuesto, de aquellas de nosotras que nos encontramos en el grupo de personas desviadas. El aprendizaje de estas conductas producto de la desviación secundaria se denomina carrera.
La desviación conduce al estigma. En relación con las personas estigmatizadas, los autores diferencian entre personas desacreditadas y personas desacreditables, que apuntan a dos de las dimensiones básicas del estigma: la visibilidad y la controlabilidad. Goffman establece dos formas de manejar el estigma: por un lado, la personalización, es decir, la búsqueda por parte de un individuo de la aprobación de los demás actuando en base a las cualidades negativas que se le imputan y, por otro lado, la normificación, o el esfuerzo desmesurado realizado por una persona para mostrarse como alguien convencional.
En definitiva, a la persona desacreditada (consciente de que las demás saben que es portadora de un estigma) se le exige que gestione la tensión que se genera en los contactos mixtos, mientras que a la desacreditable se le exige la gestión de la información oculta que desacredita el yo. En ambos casos, con fuertes implicaciones para el individuo que está siendo estigmatizado.
La pregunta que se plantea a continuación es: ¿Como manejan el estigma aquellas personas desviadas que deciden vivir fuera de los cánones establecidos? La semana que viene lo veremos.
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6 Comentarios
Que pena Belén que no nos lleguen tus entradas, yo ya he tomado todas esas medidas y no hay manera. Pero seguiré entrando y/o daré otra cuenta.
Un abrazo
Entonces es la peor de las opciones: me han incluido en sus listas negras. El informático me dijo que cree que es temporal. MARDITOS.
A cuántas personas hemos conocido que se resisten y que «deciden» como pueden, quedarse voluntariamente fuera. Y que difícil se lo hacemos. Para no permitir quizá vivir cómo nos/les gustaría a muchos pero no hay oportunidades unas veces, valentía otras. Y nos refleja la propia incapacidad; y una vez más, para que no duela y no se aprecie la cobardía se va aparcando a la gente a los márgenes, a la desviación para que la etiqueta de la » normalidad» perdure con todo su sistema. No se vaya a romper el «equilibrio» y se vayan a caer los privilegios y privilegiados/as.
Maravilla de canción, Belén y de artículo por su puesto. Gracias.
La segunda parte de la trilogía te va a encantar…
Solo puedo darte las gracias, una vez más, por poner exquisitas y bien encontradas, palabras a lo que veo y siento no pudiendo definir ese sentimiento. ¡Qué harta estoy de lo correcto, lo normal, lo que encaja y demás términos que solo nos han llevado a despreciar al diferente! Me pregunto::¿diferente de quién?
Siempre tu amiga,Geli.
¡Qué alegría me da saber de ti, aunque sea por aquí! Nos debemos una cerveza, soy consciente de que me toca a mí fecharla. Un beso de tu, también, amiga.