5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
2 de junio de 2024 / 12 Comentarios
A lo largo de mi carrera profesional he conocido a compañeras y compañeros estúpidos. Pocos, afortunadamente. Pero ahí están. Personas que no deberían estar ejerciendo ninguna ocupación que implique interacción humana. También he conocido y conozco a personas atendidas por los servicios sociales dotadas de una inteligencia notable. Por desgracia frecuentemente damos por hecho que la formación académica otorga inteligencia a pesar de que lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta.
También asociamos la carencia de estudios con la estupidez, es inevitable. En cambio muchas de nosotras analizamos las conductas de las personas que atendemos desde nuestros parámetros y no desde los suyos. Una mala praxis que desemboca en análisis completamente sesgado de los comportamientos de estas personas, máxime si no son funcionales al sistema. Y así es como acabamos siendo nosotras las estúpidas, los estúpidos. Lo veo a diario.
Hoy quiero escribir sobre la inteligencia de algunas personas que he atendido durante mi desempeño como trabajadora social. Esta entrada es una continuación de la entrada de la semana pasada. En ella mencioné que utilizo el humor en mi vida y en mi trabajo. También subrayé que el humor es una cosa seria que debe manejarse con mucho cuidado. Y traje a colación el artículo de Sergio García sobre desvíos del lenguaje.
En ese artículo Sergio analiza los linguae lapsus de los usuarios y sus modos de relacionarse con las instituciones. Yo voy a contar algunas anécdotas mías que ejemplifican algunas de las cuestiones que Sergio señala y muestran la inteligencia que atesoran muchas de estas personas detrás de sus modos de expresarse. Vamos allá.
Usuario 1, al que llamaremos Juan. Gitano, en rehabilitación por abusos de drogas, sin estudios y en paro. Solicitaba sistemáticamente la Renta mínima a pesar de que no le correspondía porque su esposa tenía ingresos. Él lo hacía con la fe del que compra un décimo para el sorteo de Navidad y yo gestionaba religiosamente la solicitud cada vez, a pesar de que sabía que se la iban a denegar, y así se lo hacía saber. Igualmente él insistía e insistía con el papeleo y pedía y pedía citas conmigo para que llamase a Almería a preguntar o para rogarme que hiciese algo para que le viniese aprobada. Me tenía frita. Frita. Un día estaba yo en la puerta del centro acompañando el cigarro de la conserje y llegó Juan:
Juan: Belén ¡Llama a Almería! ¡Nunca me viene la renta, nunca! ¡Mete mano a ver, venga, llama, mujer!
Belén: Juan, tú crees que me estás viendo en este momento, pero no. En realidad soy un holograma. Vamos, que no soy real y no estoy aquí, así que no puedo llamar a Almería. Pide cita para que la verdadera Belén te atienda.
Juan se vuelve y dirigiéndose a la conserje va y le suelta: Manuela, cuando veas a Belén dile que haga el favor de llamar a Almería para que me venga la renta, que me hace mucha falta ¡Y dale recuerdos!
Solté una carcajada y por supuesto entré al despacho a llamar a Almería para que —por enésima vez— me comunicaran que le habían denegado la solicitud. Juan me dejó ese día con las patas colgando. Y alguno más... Todavía me río al recordar como Juan obtuvo su propósito con un arte que te mueres. Me encanta Juan. Todo un ejemplo de inteligencia.
Usuaria 2. La llamaremos Isabel. Divorciada, residente en una infravivienda. Trabajo en precario, muchas deudas... Un cuadro tenía la pobre. Acudía día sí día también a solicitar ayudas económicas, pero era y es lo que en Almería denominaríamos pachorrona porque nunca traía la documentación que yo le pedía. Ni siquiera el DNI, hasta el punto de que acabé memorizándolo yo. Un día, cansada de la letanía de Isabel y su pachorra con respecto a su situación, le espeté ¡Isabel, ya que nunca llevas el DNI, apréndetelo por lo menos, que me lo sé hasta yo y tú no!
Y en mi cabreo absurdo se me ocurrió exigirle que no la iba a atender más hasta que se lo aprendiese. Y acabó aprendiéndoselo, claro. Un día abrió la puerta de mi despacho, se me plantó enfrente y muy seria me dijo su DNI de corrido. Me levanté para felicitarla y sacándose un objeto de su bolso me frenó en seco ¡Toma! Me puso en las manos un cubo de Rubik y yo le pregunté ¿Y esto? Y me contestó muy seria ¡Para que te calientes la cabeza tontamente como he tenido que hacer yo! Tenía razón. Tenía toda la razón. Podría contar muchas anécdotas sobre la inteligencia y la chispa de esta mujer.
Usuaria 3. La llamaremos María. Sesenta y tantos, jubilada y separada con antiguas retiradas de hijos y de nietos. Me la encontré por la calle y me acerqué a saludarla, más que nada porque la vi nerviosa. Le pregunto el por qué de su azoramiento y me contesta: ¡Belén, mi Mariquilla, que se ha ido a los almacenes y me ha dejado al niño! ¿Has visto como corre? ¡Es muy nervioso, he convencido a la niña para que lo llevara al médico del dinero y el médico ha dicho que es espelestivo! ¡Que lo ponen los papeles!
Este es uno de los desvíos del lenguaje de los que Sergio hablaba en su artículo. Más allá del espelestivo, del que me estuve riendo mucho tiempo, lo importante para ella fue que un papel por fin decía lo que le pasaba a su nieto y lo importante para mí fue la preocupación de una abuela. Porque a veces se nos olvida que los usuarios en cursiva sienten y quieren lo mismo que nosotros: un proyecto de vida y el bienestar de los suyos, aunque para expresarlo no usen las palabras adecuadas. O quizás si.
12 Comentarios
Belen, me ha gustado muchísimo esta entrada inteligente e inteligible, natural y no artificial, entrañable y real. Gracias!!!
¡Hey, gracias! Me encanta que te guste, un abrazo.
Solo puedo decir que siempre me gustan tus entradas porque aprendo muchas cosas, me recolocan en el sentido (o sentidos) reales y verdaderos de nuestra profesión. Es un chute de disciplina profesional… pero esta entrada Belén, además es HUMANA. Que importante son los ojos con los que miramos…
¡Hola! Opino igual. La mirada es FUNDAMENTAL. ¡Gracias por comentar!
¡¡¡Me encanta!!! El sentido del humor, que además de terapéutico, apunta a un vínculo genuino en la relación.
Un abrazo maestra!
¡Gracias a ti! Por cierto, magníficas entradas las tuyas…
Yo también he tropezado en mi vida laboral con compañeros deseables e indeseables pero entre los «buenos» recuerdo especialmente a una compañera que siempre, siempre me decía….no subestimes el valor de las personas tengan lo que tengan y sepan lo que sepan, se refería indudablemente a esos usuari@s que como cada uno de nosotros lo que perseguimos es el bienestar, tengan títulos o no, tengan cortijos o no, porque inteligentes lo somos tod@s por el mero hecho de perseguir eso…nuestro bienestar.
Qué importancia tiene esto que dices de no subestimar…. Gracias por comentar, Inma.
Cómo siempre Belén, muy acertadas tus entradas, ésta no podía ser menos.
La primera vez que me solicitaron la ley de «independencia», la señora debió ver mi cara de sorpresa, que me lo volvió a repetir tal como si estuviera un poco sorda. No sabía que la supuesta sordera era mi proceso mental de esa ley de «independencia»
¡Ay la independencia! ¡Pues claro que sí! !¿No es lo que todos queremos,?
Maravillosa entrada Belén! Que necesaria es la inteligencia, una inteligencia de verdad. cuanto tenemos que aprender de tantas personas!!!!
¡Gracias, Cristina! Efectivamente tenemos mucho que aprender…. Un abrazo.