El arte del trabajo social

Durante años mi madre llevaba padeciendo una enfermedad mental que había partido nuestra vida por la mitad (...) Por aquel entonces se había aprobado la Ley de Dependencia y animado por mis compañeras presenté la solicitud (...) Entramos en el despacho (...) y fuimos con el discurso bien preparado para mostrar todas nuestras penalidades con tal de conseguir aquella plaza en el centro de día. Sentamos a mi madre entre mi hermana y yo y comenzamos la entrevista relatando las penalidades y las deficiencias que mi madre tenía: no se vestía por sí misma, no cubría sus necesidades básicas, era dependiente al cien por cien. Fue entonces cuando comprendí lo que en realidad era el trabajo social. Mayte, la trabajadora social, nos paró y nos dijo...

Óscar Cebolla es muchas cosas: Principalmente es conocido en la profesión por ser el coordinador de la revista del Consejo General del Trabajo Social, es también ilustrador, fue usuario de los servicios sociales, es licenciado en derecho y padre. Sin embargo Óscar es, sobre todo, una persona sensible que ha sabido conjugar algunas de estas facetas en su libro El arte del trabajo social, editado por el trabajador social y escritor Alejandro Robledillo.

El arte del trabajo social, en palabras de su autor, es un híbrido. Por un lado, es un ensayo sobre la historia de la identidad del trabajo social, por otro, relatos personales sobre mi visión del trabajo social. Es, en definitiva, un homenaje y una deuda que tengo para con el trabajo social.

La obra se divide en dos partes: La primera se titula Iconología de trabajo social. En ella hace una interesantísima investigación sobre los orígenes y el emblema de la profesión en España. Presenta además a sus cuatro fantásticas del trabajo social español actual: Montserrat Colomer, Patrocinio de las Heras, Teresa Zamanillo y Natividad de la Red.

La segunda parte del libro, titulada Iconografía de mi trabajo social, a su vez también consta de dos capítulos. En gajes del oficio describe con sorprendente profundidad nuestros fantasmas ¡Viva el trabajo social! hace un recorrido por todas nuestras fortalezas, aquellas que hacen de nuestra profesión una hermosa manera de ganarse la vida.

Como toda obra, es susceptible de crítica. El contenido podría haberse estructurado mejor y echo en falta alguna corrección en el texto, aunque, como decía al principio Óscar es ilustrador y son las ilustraciones el plato fuerte de la obra. Bueno, las ilustraciones y sus meticulosas investigaciones hasta el punto de que nos desvela un importante descubrimiento sobre nuestra figura más representativa, Mary Richmond. Y es que algo pasa con Mary, pero tendrás que leer el libro para descubrirlo.

En suma, se trata de un apasionado canto a la profesión. Una búsqueda de nuestros orígenes, a los que nunca debimos dar la espalda porque son motivo de orgullo y de reconocimiento.