5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
6 de octubre de 2025 / 8 Comentarios
El pasado miércoles, 1 de octubre, viajando en mi coche oí en la radio la noticia de la muerte de Jane Goodall, la primatóloga más importante de la historia. Con 26 años y una escasa formación científica, se desplazó a Gombe (Nigeria). Tenía previsto permanecer 6 meses. Resultaron ser 65 años. Mientras escuchaba su historia en la radio, me vino a la cabeza la imagen de Jane Goodall como una orgullosa leona entre monos.
El jueves 2 y el viernes 3 estuve impartiendo la formación que me había llevado hasta Burgos. La formación lleva por título Del encargo imposible al desempeño posible; se trata de un curso que he impartido en bastantes ocasiones. En mi larga experiencia docente observo que las compañeras ejercen lastradas por la alta exigencia combinada con una bajísima autoestima, así que suelo hacer algunos ejercicios para que tomen conciencia del problema.
En todos, repito, en todos los territorios donde he dado la formación, aparece el síndrome de la impostora, la alta exigencia y la baja autoestima profesional. Excepto en Burgos. Los resultados que arrojaron allí los ejercicios me dejaron de piedra: las compañeras se perciben fuertes a título individual y cohesionadas entre ellas con una intensidad verdaderamente llamativa, que pude constatar durante el curso.
A la vuelta paré en un bar de carretera de Santa Cruz de Mudela, cerca de Despeñaperros. Muy cansada, pretendía disfrutar de la soledad de un café revisando los muchos correos y whatsapp entrantes. La notificaciones habían ido interrumpiendo constantemente la lista de Spotify, cosa que me pone de los nervios.
Apenas había gente. Dos camareras de veintitantos años discutían en broma sobre estudiar trabajando. Yo me reí, sin más, porque eran muy graciosas. Una de ellas se dirigió a mí. Yo no entiendo por qué me pasan estas cosas, el caso es que la camarera me preguntó con amabilidad qué opinaba yo. Le contesté que todo es mucho más difícil sin dinero, sin privilegios... Entonces, la chica, desde la barra, comenzó a contarme su vida. Yo dejé el móvil boca abajo, pedí un segundo café y me giré hacia ella.
Me confesó que trabajaba como camarera para que su hermana menor pudiese estudiar ya que su padre las abandonó. Que su madre padeció una depresión y ella había tenido que tirar del carro con 20 años. Que su hermana estudia con remordimientos. Que el año pasado le denegaron la beca por no se qué de un papel y que ellas removieron Roma con Santiago para nada. Que entonces su hermana decidió abandonar con todo aprobado y ella se negó. En ese momento entró un grupo de personas y la camarera se dispuso a atenderlos.
Recordé una frase de Teresa Zamanillo que siempre incluyo en las formaciones: Es el poder como verbo y no como sustantivo el que debería interesar al trabajo social. Jane Goodall pudo. Las trabajadoras sociales de Burgos pudieron. La camarera, a sus veintitantos años, puede.
Son todas unas leonas, pero en realidad no necesitan que se les reconozca. Necesitan apoyo y recursos para no tener que tirar del carro a costa de su propia vida. Aún así, lleguen o no esos apoyos, las leonas seguirán estremeciendo con su rugido cada amanecer de la sabana.
Dedicado a Jane Goodall, a las trabajadoras sociales del Ayuntamiento de Burgos y a la camarera de un bar de carretera cerca de Despeñaperros.
8 Comentarios
¡Buenas tardes, Belen!
Leyendo esta entrada se me han saltado las lágrimas.
Un abrazo.
Muy bueno amiga. hice el bachillerato en Burgos. son brava gente y lleva de lealtad. aprendí mucho de la forraleza de sus gentes. Fuerte abrazo
Ha sido una experiencia estupenda, maestra… Un abrazo.
Que me has emocionado LEONA!! La piel de gallina se me ha puesto!!
Por todas la leonas❤️
Me ha encantado. Para bien o para mal, estaré en breve sin trabajo, así que me pondré al día con tu blog, me inspiraste mucho en el Encuentro ‘Abandonar, Mantener, Incorporar’ de Madrid. Gracias!
¡Muchísimas gracias, Ana! ¡Un abrazo!
Gran artículo, muy emotivo y emocionante. También necesitamos las emociones para seguir adelante.
¡Grrrrrrrrrrrrrr! ¡Aaaarghhhhhh!
(Un abrazo, jejeje)