5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
30 de octubre de 2023 / 4 Comentarios
Es frecuente leer en la literatura profesional aquello de que las personas son las expertas en sus propias vidas. Es cierto. Nadie sabe más de sus infiernos interiores que quien los sobrelleva. Si bien las personas somos expertas en nuestras propias vidas, las profesionales somos expertas en la relación o deberíamos serlo para poderlas acompañar bien. Por ello es una constante en mis escritos la reivindicación de la formación permanente durante toda la carrera profesional.
Aún así, no es este no saber del que me quiero ocupar hoy. Es otro no saber. Es un no saber literal. Me explico. El otro día me llamó una compañera directora de otro centro. Me hacía el siguiente planteamiento: Una joven separada, atendida por sus servicios sociales, había dejado que el irresponsable padre de su bebé se lo llevara unos días para estar con la familia extensa. El padre reside en una comunidad autónoma vecina. No solo no ha devuelto al bebé después de dos meses sino que protección de menores de esa comunidad se lo ha retirado.
La madre está desesperada. El equipo de tratamiento familiar acababa de cerrar su expediente por incumplimiento de objetivos. Ahora la madre va todos los días a servicios sociales para preguntar cuando volverá el bebé a Andalucía. La compañera me preguntaba sobre quién tendría que telefonear a protección de la comunidad vecina. De haber reunificación, también se preguntaba quién tendría que encargarse si el equipo de tratamiento familiar o servicios sociales comunitarios. Ellas se sienten muy presionadas por la joven madre, que implora saber cuando recuperará a su bebé. Quiere respuestas concretas.
Yo le hice a la compañera la siguiente devolución. En primer lugar, esta madre debería asumir las consecuencias de haber permitido que el bebé viajase con un padre que había demostrado su negligencia en numerosas ocasiones. No se trata de castigarla sino de situarla en la realidad actual, que es ni más ni menos la entrada de un bebé en un sistema de protección de otra comunidad autónoma con todo lo que ello supone.
En segundo lugar le respondí que los servicios sociales de aquí deberían facilitar a esta madre un canal de comunicación fluido con los servicios de protección de menores de la comunidad vecina. Debe recibir toda la información necesaria para poder ejercer sus derechos, pero las profesionales no deberían asumir ninguna portavocía. Tampoco generar ningún tipo de expectativa sobre una retirada que ni siquiera se ha producido en nuestra comunidad.
En tercer lugar, la compañera me planteaba la conveniencia (o no) de saber del caso a espaldas de la madre. Yo le hice la siguiente devolución al respecto, que es la que me trae hoy aquí ¿Para qué queréis saber del caso sin decírselo a la madre? ¿Os han pedido un informe? ¿Os han solicitado algún tipo de intervención? Imaginad que el bebé se pasa el día llorando ¿Con qué cara vais a mirar a la madre cuando vaya a vuestro centro a preguntar? ¿No deberíamos confiar en que el bebé esté bien atendido en la red de protección? En definitiva ¿Para qué queréis saber como está el bebé si descartáis informar a la madre de vuestros contactos? ¿No tendrían que ser los servicios de protección de menores que han retirado al bebé quienes informasen directamente a la progenitora? ¿Acaso no tiene derecho a ello?
Después de colgar me quedé pensando y llegué a la conclusión de que en servicios sociales tenemos una cierta obsesión por saber y por adelantarnos a los acontecimientos. Considero que hay ocasiones en que lo mejor es no saber, especialmente si se trata de información que no podemos revelar o que no podemos utilizar en el desarrollo de la intervención. Son informaciones que acaban entrampándonos del mismo modo que nos entrampan ciertas portavocías.
Hablando de no saber, no sé qué hacer con Juanita, una gata que ha llegado a mi vida por cosas del trabajo que no puedo revelar. La atropelló un coche y ha habido que operarla de las dos patas de atrás. Con mucho pudor os pido ayuda para costear la carísima operación ya que todos los implicados se han lavado las manos y en estos momentos yo sola no puedo hacer frente a sus gastos. En este vídeo os lo cuento.
Escribo la petición para Juanita y pienso avergonzada en la gente de Gaza, cuyo único crimen es haber nacido en el lugar más conflictivo de la tierra. No sabemos la suerte que tenemos porque nacer en uno u otro lugar es solo eso, suerte. Hasta para un gato.
4 Comentarios
Qué bonito lo de «incorporar con naturalidad». Me lo guardo. Un abrazo…
Hola Belén,
Este caso me remueve especialmente porque los casos de menores me parece de lo más delicado de lo que tenemos que afrontar en nuestro trabajo. No entiendo del todo bien cómo la madre no ha tenido parte ni información siquiera por parte las profesionales por mucho que se encuentren en otra comunidad. Después entiendo que vendría la coordinación y la información según surjan la necesidades, pero las de las personas a atender, no las e las profesionales, que se tendrían que trabajar por otro lado con los recursos personales y profesionales al alcance de cada una/o. Porque me da la impresión de que se centra en foco ahí y en los » inconvenientes» que les genera a ellas.
Si sabemos, sabemos.
He difundido a Juanita.
Hola, Ana. Es un caso muy enrevesado del que ni puedo dar más información aunque tienes razón. ¡Muchas gracias por difundir la ayuda a Juanita!
Buenas tardes Belén,
¡felicidades por tu entrada ! El caso que planteas me ha conectado con la dificultad que supone sostener y acompañar la angustia , la culpa, las dudas, las elecciones de las personas con las que trabajamos. Hablas al principio, del tema de la formación continuada: creo que formarnos y tratarnos( tratar nuestras luces y sombras) nos ayuda a entender mejor, a salir del juicio, a diferenciar qué es lo nuestro y qué no lo es.
La formación, el tratamiento y la supervisión son herramientas útiles para no perder el norte e incorporar, con naturalidad, todo lo que no sabemos.
Gracias siempre por hacerme pensar.
¡Un abrazo!