Estaba soñando que llegabas a casa a las dos de la madrugada
¿Y qué mas?
¿Cómo que y qué mas? ¿De donde venías?
Paraíso. German Sánchez Espeso
Un año más, el 25 de noviembre ha transcurrido con el habitual aluvión de actos institucionales, minutos de silencio y manifestaciones. Que se reivindique la lucha contra la violencia machista es positivo, qué duda cabe. El problema es que, como explica el compañero Pedro Celiméndiz en su entrada sobre el #25N, a la postre las formas son más importantes que el fondo. En mi opinión, por otra parte muchos de estos actos contribuyen a fijar un estereotipo muy perjudical para las potenciales víctimas. Lo explico con un suceso que viví hace unas pocas semanas en mi desempeño como directora del centro.
Visitaba uno de los nueve municipios que comprenden la zona básica de servicios sociales. Me encontraba dentro del despacho de la trabajadora social conversando con ella cuando llamaron a la puerta. Era una mujer procedente del este de Europa que lloraba desconsoladamente maleta en mano. No paraba de repetir ¡me quiero ir, me quiero ir!
La hicimos pasar al despacho y en la entrevista nos contó que recién casada había venido con su marido, de su misma nacionalidad. El marido le había prometido una vida mejor, sin embargo al llegar a España lo primero que hizo fue alquilar una vivienda en mitad del campo, aislada. Aunque ambos comenzaron a trabajar como jornaleros el marido cobraba el salario de los dos y el dinero que le daba apenas le alcanzaba para comprar alimentos. Ella pretendía, entre otras cosas, enviar algo de dinero a su madre. Él se lo prohibió, como también le prohibió obtener el carné de conducir.
Tras narrarnos una vida de aislamiento, silencios y prohibiciones le propusimos marcharse a una centro de atención inmediata, al menos un tiempo para poder pensar con calma (era incapaz de hacerlo en casa). Aceptó marcharse no obstante se negó a denunciarlo porque él nunca le había agredido; en realidad ni siquiera estaba segura de ser una víctima de violencia pues, además de no haber sido golpeada, en su país muchos hombres son así.
Para trasladarla al centro de atención inmediata tuvimos que pedir al concejal que llamase un taxi con cargo al ayuntamiento. Éste, después de presenciar la marcha de la señora en el taxi, vino a decirnos muy extrañado que no podía ser cierto que esta señora sufriese malos tratos. Conocía muy bien al marido, un hombre trabajador y formal al que él mismo había contratado en algunas ocasiones. Probablemente la mujer estuviese exagerando las cosas. Debíamos escuchar la versión de él antes de meterlo en un lío. Debíamos pararnos a pensar que lo podíamos meter en un lío. Que él se ponía en su lugar. Ponte en su lugar, me repetía.
¿Donde estaba el citado concejal esta mañana? Manifestándose contra la violencia machista.
PD. Mi más cálida felicitación a la compañera trabajadora social por su intervención, que continúa.
Belén, que puedo decir que tú no sepas ¡¡¡¡¡¡¡¡¡. Me emociona tu sensibilidad y tu capacidad para poner el dedo en la llaga. No te parece que nuestra profesión falta mucho de estas cosas y de perspectiva de género???.
Gracias una vez más por tu lucidez y por compartirla.
Buf, qué duro es intervenir en la realidad de estos casos y qué poca idea tienen muchos de los que se manifiestan, sobre las infinitas dificultades y obstáculos a las que se enfrentan las víctimas y quienes intentamos ayudarlas. Hemos avanzado en conciencia y presencia pública, pero en intervención real protectora queda mucho camino. Un abrazo.
8 Comentarios
Belén, que puedo decir que tú no sepas ¡¡¡¡¡¡¡¡¡. Me emociona tu sensibilidad y tu capacidad para poner el dedo en la llaga. No te parece que nuestra profesión falta mucho de estas cosas y de perspectiva de género???.
Gracias una vez más por tu lucidez y por compartirla.
¡Oh, me pongo colorada! Muchas gracias, compañera. Efectivamente, falta sensibilidad y perspectiva de género. Un abrazo sororo.
Me dejas helado.
Cuánto que aprender y que caminar hacia la igualdad real.
Gracias por esta brutal y sincera entrada.
La vida misma, amigo Óscar. Un abrazo muy fuerte.
Belén, gracias por qué de nuevo pones el dedo en la llaga. Eres muy crack! Brava!
Muchas gracias, Enma, por tu palabras tan amables. Esto es gasolina para el tanque de la escritura. Un abrazo.
Buf, qué duro es intervenir en la realidad de estos casos y qué poca idea tienen muchos de los que se manifiestan, sobre las infinitas dificultades y obstáculos a las que se enfrentan las víctimas y quienes intentamos ayudarlas. Hemos avanzado en conciencia y presencia pública, pero en intervención real protectora queda mucho camino. Un abrazo.
Así es, compañero. Y qué difícil es no revictimizar y proteger. Ay… Un abrazo de vuelta.