Hola de nuevo:Hoy no he ido a trabajar, y no porque haya caído enferma (Mariano, ya te dije que te ibas a quedar con las ganas), es mi perra la que ha tenido un accidente doméstico por el que le han cosido y vendado la patita y he tenido que quedarme para vigilar su evolución. Es curiosa la mezcla de sensaciones que estoy experimentando con el accidente: pena al ver cómo mi Nikita ha perdido su vitalidad habitual, lamiéndose su patilla y culpa por sentirme tan apenada: es un animal y todo eso, pero igualmente me siento muy triste.Pienso que somos muy tacaños los humanos con esto de los sentimientos, parece que solo es lícito querer a un determinado número de gente, en orden: familia, luego amigos, y hacia los compañeros de trabajo mejor sólo cierto apego; también es aconsejable sentir dolor por un determinado número de cosas, como si un dolor desplazase a otros. Por ejemplo, la gente me dice con cierta frecuencia: "la perra está muy consentida ¿no te da cargo de conciencia con la de niños que hay pasando hambre?". Pues no. No me da cargo de conciencia porque los niños que pasan hambre igualmente me duelen y trato de ayudarlos de la manera que mejor puedo, y ello no debiera ser obstáculo para sentir amor por mi perra también, qué coñe.Así pues, paso la soleada mañana alternando ojeadas al bichucho con la búsqueda de libros en internet sobre la relación de ayuda en Trabajo Social. Este interés por retomar la relación de ayuda me surge observando-me en el despacho al entrevistarme con los clientes. Trato de imaginar que soy una tercera persona que observa, cual terapeuta sistémico, desde un figurado espejo, el proceso relacional entre TS y cliente y últimamente me veo, digamos, rígida, estereotipada, fría y poco empática. "No money-no help".(Entiendo que en estos momentos pienses que estoy como una regadera, pero no desesperes, sigue leyendo).Me da que estamos los trabajadores sociales sufriendo un proceso de bloqueo con esto de la crisis; son tantos los problemas y tan escasas las posibilidades de respuesta material que hay momentos que no sabemos ni qué decir, tan grande la herida y tan pequeña la tirita. Error.No descubro nada al afirmar que los trabajadores sociales somos expertos en lo que se refiere a la relación. Ninguna otra profesión de ayuda ha contribuido tanto como la nuestra a hacer de la relación un fin en sí misma. Malcolm Payne escribía en su fantástico libro "Teorías contemporáneas del Trabajo Social", que la relacion es uno de los aspectos que constituyen la esencia de la profesión.La relación puede (y debe ser) una importante herramienta en nuestro proceso de acompañamiento a las familias; ni todas las demandas son de carácter económico, como bien sabemos, ni la gente espera de nosotros que nos convirtamos en un cajero automático. Los clientes necesitan ser escuchados, hoy más que nunca, y necesitan, además de lo obvio y fundamental, encontrar escucha activa, apoyo y un punto de vista diferente. Pienso que debemos ser capaces en este momento de ejercer un doble papel, de escucha y apoyo en los despachos y de reivindicación y lucha fuera de ellos. Es complicado, lo sé, pero ya sabemos que en nuestro negocio, nada es fácil.Con los recortes, la moratoria de la ley de dependencia y demás, no tendremos recursos pero tendremos tiempo. Aprovechémoslo. Abramos el oído a las familias. Trabajemos la relación de ayuda y el acompañamiento. Aunque nos duela. No es malo sentir dolor. Ni por una perra. Eso significa que estamos vivos y que este mundo cruel y desalmado no ha conseguido volvernos insensibles.Hasta la semana que viene.
¿Tú que opinas?