Hoy es un día muy especial para mí. He recibido una llamada que me ha hecho mucha ilusión, proveniente de María, una amiga mía de 21 años que me ha llamado para comunicarme que acaba de aprobar su último examen de la aún diplomatura de Trabajo Social, en fin, que ya es Trabajadora Social (al menos eso dirá en su diploma, el empleo tendrá que buscarlo con ahínco).Me siento feliz por ella porque creo que será una estupenda profesional. María es una persona inteligente, empática, generosa y honesta y considero que hoy más que nunca es necesario para la profesión que se nutra de personas como ella, que crean que pueden ayudar a los demás a mejorar sus condiciones de vida y que puedan contribuir a la transformación social. Las nuevas profesionales deben estar preparadas, al menos con su actitud, para atender a una masa de personas en situación de pobreza como no se había visto desde hace 50 años, siento enormemente ser tan agorera pero creo que es así.Recuerdo que María tenía muchas dudas sobre si matricularse o no en Trabajo Social. No sabía si sería capaz de soportar convivir con tanto problema, tanta necesidad, tanto dolor; yo le dije lo que le digo siempre a la gente cuando me pregunta: hay dolor en nuestra profesión, pero también hay grandes (y pequeñas) satisfacciones y hay que aprender a vivir en esa dinámica; un día sufres, otro te alegras, pero es que la vida también es así, lo más importante es creer que lo que haces sirve para algo y levantarte por la mañana creyendo que vas a desempeñar un trabajo que es importante. Es por eso que hoy me siento feliz por mi amiga pero también por la profesión; hemos reclutado a una buena persona y eso siempre es motivo para alegrarse. María, sé que encontrarás empleo muy pronto y sé que mejorarás a las personas que se crucen en tu camino.Bienvenida.Hasta la semana que viene.
¿Tú que opinas?