5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
18 de noviembre de 2024 / 7 Comentarios
He sido precoz en muchos aspectos de mi vida, como por ejemplo en el amor a la lectura o en mi identificación como lesbiana. En cambio hay dos cosas a las que he llegado tarde, lo confieso: El feminismo y la poesía.
Llegué tarde al feminismo porque estaba tratando de ocupar mi lugar en el mundo como lesbiana y creía que la causa feminista era para mujeres heterosexuales. Pensaba que los temas como el aborto, la prostitución, la brecha entre mujeres y hombres no me afectaban. ¡Qué tonta era! El feminismo nos atraviesa a todas las mujeres; en realidad atraviesa a todo el mundo, pero de joven yo no lo supe ver. Cuando por fin caí del guindo pasé muchos años considerándome una aprendiz de feminista y me costó borrar de mí misma la palabra aprendiz.
Confieso que hasta hace poco la poesía no me interesaba. Soy una mujer poco espiritual, apegada a la realidad y a los problemas materiales. Mi madre es producto de su tierra, Almería, una tierra lejana a cualquier lugar, árida, difícil, que ha dado gente austera y poco dada a las ensoñaciones. Ella nos crio para ser fuertes e independientes y en mi caso se le fue la mano ya que la niña ya venía bollera de por sí y la combinación resultó un tanto explosiva, lo confieso también.
De hecho lo que más me cuesta al escribir es encontrar los términos para expresar pensamientos abstractos, emociones... hasta el punto de que me he matriculado en un curso de búsqueda de palabras.
Sin embargo, desde hace un tiempo la poesía se me viene plantando delante, impertinente, como diciendo aquí estoy yo, no me ignores, y, en su insistencia, ha acabado por conquistarme.
Comenzó mostrándome una cara que yo desconocía de la Gloria Fuertes que salía en Un globo, dos globos, tres globos..., el programa que se estaba emitiendo en la primera tele en color que mi padre, henchido de orgullo, trajo a casa un día de invierno. Tendría yo seis o siete años... Al encender la TV experimenté una emoción tan grande que en ese momento pensé que sería imposible ser mas feliz de lo que yo era viendo a Gloria Fuertes en color. Lo recuerdo perfectamente. Ni te cuento lo que me entró por el cuerpo cuando apareció en esa TV Mazinger Z.
Escribo como escribo,
a veces deliberadamente mal
para que os llegue bien.
Después releí a Lorca. Me lo había tenido que tragar en el instituto. Confieso que me hice una idea de Lorca que no sé cómo describir sin mostrar lo burra que he confesado ser. Digamos que sus poemas me parecían una cosa banal...
Solo tu corazón caliente
Y nada más
Releí también a Miguel Hernández, a Machado... Sin embargo el flechazo definitivo lo experimenté con Emily Dickinson ¡Qué mujer salvaje! Me enamoré de ella a través de la serie Dickinson. Confieso que me acerqué al personaje por su relación amorosa con Sue Gilbert (la cabra tira al monte).
Poseer una Susan mía propia
Es de por sí una Bienaventuranza
Sea el que sea el Reino que yo pierda por condena, Señor,
¡Perpetúame en este!
Los poemas de Emily Dickinson son una locura. Expresa con tanta intensidad en tan pocas palabras que cada vez que los leo me deja muerta.
Se necesita un trébol y una abeja
Para hacer una pradera,
Un trébol y una abeja,
Y soñar.
Soñar es más que suficiente
Si las abejas son pocas.
Y se queda tan ancha...
Ando escribiendo un fan fic ambientado en la serie Sueños de libertad. Lo hago porque me divierte mucho y me vale como ejercicio de escritura de ficción. Leo otros fan fics sobre la serie; me gusta mucho Letras prohibidas. Ahí acabo de encontrar dos poemas preciosos, el primero es de Octavio Paz. Se titula Cuerpo a la vista.
Y las sombras se abrieron otra vez y mostraron tu cuerpo:
tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu boca y la blanca disciplina de sus dientes caníbales, prisioneros en llamas
tu piel de pan apenas dorado y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que sólo mis labios conocen,
desfiladero de la luna que asciende a tu garganta entre tus senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
playa sin fin de tu costado.
Tus ojos son los ojos fijos del tigre
y un minuto después son los ojos húmedos del perro.
Siempre hay abejas en tu pelo.
Y el segundo poema es de Adrienne Rich, puedes leerlo aquí.
En mis viajes me voy cruzando con cada vez más trabajadoras sociales que escriben poesía. Me da la sensación de que nuestra profesión es proclive al tormento y por ende a la poesía; la verdad es que no tengo pruebas de esta relación... Sea como fuere, la semana que viene te presentaré a algunas de ellas.
"Por la mar chica del puerto" es una de mis canciones favoritas, de hecho la compartí en este blog hace unos años y la traigo de vuelta. Mayte Martín dedicó un álbum a musicar los poemas del malagueño Manuel Alcántara y le salieron temas como esta joya, que dedico a quienes escriben poesía porque sus versos hacen del mundo un lugar más amable, más humano, menos raro.
7 Comentarios
¡Hola, Belen!
Qué entrada más emotiva, no sé cómo puedes decir que no encuentras las palabras.
Belén gustándote tanto la música es imposible que no te guste la poesía.
Hay un poema de Elisabeth Bishop, “el arte de perder” que a mí me gusta mucho.
“ El arte de perder se domina fácilmente tantas cosas parecen decididas a extraviarse que su pérdida no es ningún desastre…”
Un abrazo. Cheli
¡Ay, Cheli, gracias por lo de emotiva!
El poema me encanta. Verás, por razones que no debo revelar, llevo unos años perdiendo objetos, recuerdos… y estoy muy de acuerdo con el poema: Tantas cosas parecen decididas a extraviarse que su pérdida no es ningún desastre.
Gracias también por compartirlo.
Tu sinceridad tiene un punto de madurez que me encanta, será que en ella me reconozco. Voy a compartir contigo lo que para mí es el mejor poema de nuestros tiempos, espero que lo disfruteis como yo.
“Hay caricias que duran incluso después del roce. Hay, a veces, personas a la que la distancia no puede separar. Y escalofríos provocados por el calor de un abrazo. Aún hay sonrisas de esas que parecen cualquier otro amanecer. Algunas noches tengo la sensación de que el camino corto también puede ser el correcto. Que, por una vez, la felicidad no depende de llegar a ningún sitio, sino de disfrutar del lugar en el que estamos. Solo hay que cerrar los ojos, cerrarlos con fuerza y acordarse de lo bonito. De la brevedad, del detalle, del momento. No se puede vivir como aquel que no recordó darse una oportunidad para ser feliz. Y agarrarse a la esperanza. Agarrarse con fuerza a las ilusiones. Y seguir. Seguir, parar, tomar aire. Respirar. Mojarnos bajo la lluvia. Y nunca, nunca, creer que las cosas que se derrumban no pueden levantarse de nuevo. Nunca creer que lo triste durará más que nuestras fuerzas. Quizá el problema sea que miramos el cielo por la noche y nos parece que ya no hay demasiadas estrellas. Que algo se apagó hace tiempo y que nada luce igual. Pero no lo olvidéis. No olvidéis hacer brillar vuestros ojos. Que nadie nos quite, nunca, el derecho de iluminar un poquito el mundo”.
SERGIO CARRIÓN en “En un mundo de grises”.”
¡Pero qué maravilla de comentario! Las lectoras, como siempre, me sorprendéis, esta vez compartiendo poemas…
Qué maravilla de lectoras, compartiendo poemas
¡Muchas gracias!
Muchas gracias Belén por tu sinceridad y por mostrarnos tu amor tardío a la poesía y a poetas como Emily Dickinson… ¡grande!
Copio unas palabras de Machado sobre la poesía:
El sentimiento no es una creación del sujeto individual, una elaboración cordial del yo con materiales del mundo externo. Hay siempre en él una colaboración del tú, es decir, de otros sujetos. No se puede llegar a esta simple fórmula: mi corazón, enfrente del paisaje, produce el sentimiento. (…) Mi sentimiento ante el mundo exterior, que aquí llamo paisaje, no surge sin una atmósfera cordial. Mi sentimiento no es, en suma, exclusivamente mío, sino más bien nuestro. Sin salir de mí mismo, noto que en mi sentir vibran otros sentires y que mi corazón canta siempre en coro, aunque su voz sea para mí la voz mejor timbrada. Que lo sea también para los demás, éste es el problema de la expresión lírica. (Machado, 1917).
Gracias de nuevo ¡un abrazo enorme!
Un texto precioso que pienso atesorar. Un beso y muchas gracias, India…