5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
10 de marzo de 2024 / 20 Comentarios
Hace mucho tiempo que quería escribir esta entrada. No lo hice por miedo. Miedo a perder lectoras, pánico a ser tachada de rancia. Temor a parecer intolerante. O lo que es peor, vieja. Miedo en general, por eso mismo me decidí el otro día a escribirla. Con miedo.
No me considero nada miedosa. Tampoco especialmente valiente porque hay actos como salir del armario que no los considero signos de valentía, al menos en mi caso. Salí del armario por supervivencia —dentro me habría muerto por asfixia—. Tampoco lo tuve difícil porque mi familia me ha apoyado siempre. El caso es que no soy miedosa y por eso me molesta mucho afrontar cualquier tarea con miedo. De hecho, no me había autocensurado jamás en este blog. Hasta la llegada de la ley trans. Autocensurarme me jode fastidia.
Por eso hoy voy a escribir, con miedo, sobre el 8 de marzo y la división que estamos viviendo en el interior del movimiento feminista. Escribo con miedo porque —y con esto salgo de otro armario— soy feminista radical. Estoy en desacuerdo con algunos aspectos de la ley trans, cuestiones sobre las que no voy a profundizar porque hay otra cosa que me da mucho más miedo y es entrar en un debate que acabe convirtiendo los comentarios de esta entrada en un cruce de insultos .
Como feminista radical me da miedo y pena que me llamen tránsfoba. Estar en desacuerdo con ciertos aspectos de la ley no es estar en contra de las personas trans, decir esto me parece tan evidente que me dan ganas de borrar la frase.
La persecución que están sufriendo algunas feministas radicales es terrible. Terrible ¿Cómo es posible? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo puede comportarse de una manera tan violenta una parte del colectivo LGTBI+ —el mío— adalid de la tolerancia? Un colectivo perseguido durante siglos y perseguido a día de hoy. No puedo entenderlo.
Tampoco estamos el colectivo de feministas radicales —el mío también—como para dar lecciones de respeto. Me abochorna leer ciertos tuits de compañeras sobre mujeres trans como Elisabeth Duval, una mujer que me merece el mayor de los respetos aunque no comparta su opinión sobre la ley. Estar en contra de la ley trans no justifica insultar ni ridiculizar la apariencia física de estas mujeres (nótese que las estoy denominando mujeres). Mucho menos despreciar otras facetas de su trabajo.
Tengo pendiente leer el libro de Alana Portero. Mi podcast favorito es Deforme semanal, conducido por dos feministas trans inclusivas ¿Y qué? A menudo mantengo conversaciones sobre el tema con mi sobrina Elena, que es feminista trans inclusiva. No solemos estar de acuerdo, pero siempre aprendo algo. Siempre. Me alegro mucho de poder hablar con ella desde la calma. Será porque nos queremos mucho, pero no debería ser necesario quererse mucho para mantener una conversación con puntos de vista divergentes, digo yo.
El insulto, el escrache, la persecución no están justificados en ningún caso. En ninguno. Muchísimo menos en el seno del colectivo feminista, un movimiento que lleva siglos abanderando la igualdad, el respeto, incluso otras formas de ser, de estar en el mundo, como el feminismo de la diferencia. Como lesbiana me siento interpelada e incluso atacada en no pocas ocasiones y no debo, no puedo responder con violencia, aunque sea únicamente verbal. No es el camino.
Escribo esta entrada con miedo y a la vez con convicción. No es admisible esta crispación, al menos dentro del colectivo de trabajadoras sociales. Este año el lema del día mundial es el Buen vivir. En palabras del Consejo general, este día brinda la oportunidad de reconocer cómo las comunidades pueden realizar acciones poderosas que conduzcan a una transformación social inclusiva y el papel del trabajo social al trabajar con las comunidades en este viaje.
¿Estamos en condiciones de dar lecciones sobre el buen vivir y la convivencia pacífica si no hemos sido capaces de articular un debate sosegado sobre la ley trans? Francamente, yo creo que no.
20 Comentarios
Aunque tarde me ha llegar leer este artículo y a las compañeras en su comentario.
Por un lado me parece que esta división está bastante impulsada indirectamente en la sombra y con mecanismos muy ocultos propios de él , por del patriarcado y la machosfera, que funciona a la perfección a través de sus algoritmos en las redes pero que tan fácilmente traspasa a la vida real y genera opiniones, pensamientos y acciones con asombrosa facilidad . Es cuestión de que esta división interesa de toda la vida como decía la compañera, para contrarrestar el avance del feminismo, hoy en día muy agresivo y proporcional a la evolución y consecución de derechos …etc.
Yo también tuve miedo cuando creé el primer grupo Lgtbi dentro de una prisión ( “Rejas Rosas”) y me sorprendí del nivel de aceptación y respeto por parte de internos, compañeros, institución …etc. en el entorno penitenciario nada más y nada menos. De donde menos te lo esperas y a quien menos se le exige. Mi aprendizaje , hay que hacerlo y ya está. Había una necesidad y para eso estamos las Trabajadoras Sociales.
Hola, Ana. Efectivamente hay una división interesada, pero triste y dañina.
Enhorabuena por tu iniciativa de la prisión, compañera.
Un abrazo.
Gracias por compartir tus conocimientos y tus fuentes. Estoy disfrutando y aprendiendo con la lectura del artículo que has enlazado sobre el feminismo de la diferencia, de Victoria Sendón de León. Un abrazo
Me alegro de que te haya gustado el artículo. Gracias a ti por comentar, amiga…
Belén, me ha gustado el post y me siento muy identificada. Creo que te entiendes con tu sobrina no sólo porque haya cariño, que hasta eso deja de funcionar en estos tiempos de polarización, sino porque os escucháis y respetáis, eso es maravilloso.
Es preocupante cómo estamos perdiendo energía en la confrontación y en desmarcarnos de esas actitudes violentas y absolutamente inadmisibles, echo en falta poder hablar, tratar de aprender como haces con tu sobrina, pero termino tomando distancia por el tono, y por esa «pereza pedagógica» que dice la compañera María.
Un abrazo y gracias siempre por compartir.
¡Hola, Amparo!
Tienes toda la razón. Estamos perdiendo el norte.
Un abrazo y muchas gracias por comentar.
Me ha gustado mucho tu post. Las leyes, todas absolutamente, tienen claros y oscuros y, especialmente, según se vayan siendo interpretadas. Estoy de acuerdo en que en los últimos tiempos la división parece más profunda, pero en el fondo pienso que solo tiene que ver con que es más pública. La división entre el feminismo de la igualdad y el feminismo de la diferencia era ya un clásico en los 80, pero entonces no había redes sociales y nos ahorrábamos buena parte de los insultos y las crispaciones que pudiesen existir, puesto que quedaban a un nivel mucho más interno. Yo también he dejado de participar en estos debates porque las faltas de respeto, las descalificaciones y los insultos me parecen inadmisibles, en muchas redes las publicaciones (sean tuits o de otro tipo) destilan una agresividad difícilmente comprensible desde una perspectiva feminista. Gracias por escribir esta entrada porque refleja la situación de muchas de nosotras. Un abrazo!
¡Hola, Nuria!
Tu comentario es muy interesante, yo no me había planteado esto de que la división es antigua y su relevancia era escasa debido a la ausencia de redes sociales en aquellos tiempos. Muchas gracias por compartirlo.
Belén, preciosa…, como diría Bukowski, un alma libre es rara, pero la identificas con facilidad cuando la ves…, en este caso cuando la lees.
Escribe Belén, con miedo, pero escribe por favor…
Gracias por compartirlo.
¡Un achuchón!
¡Hola, Miren!
Qué gracia que traigas a colación a Bukowski. Lo leí en mi juventud y me encantaba.
Muchas gracias por tus palabras. Un abrazo.
Gracias Belén por ser tan valiente y desnudarte sin pudor ante todas nosotras. Bravo.
¡Hola, María Antonia!
La escritura es incompatible con el pudor, esto yo lo tengo claro. Otra cosa es que la calidad sea mejor o peor, pero pudor, poco. De lo contrario el texto no llega.
Un fuerrte abrazo, preciosa.
¡Buenas noches, Belén!
La palabra del año ha sido «polarización», no sé qué nos pasa, que cada vez nos cuesta más trabajo, hablar y debatir de una forma sosegada sobre temas en los que como profesionales tenemos discrepancias, y los debates en los que más se aprenden, que te hacen replantearte cosas son en los que hay desacuerdos.
Sobre la ley podemos opinar, debatir y estar de acuerdo o en desacuerdo, y como bien dice en tu entrada, no estás de acuerdo sobre algunos puntos de la ley, «no es estar en contra de las personas trans» y, lo más importante, como trabajadoras sociales, no podemos estar en contra sobre lo que atañe a la intimidad de la vida de la persona, ya que su autonomía para decidir prevalece sobre cualquier otra instancia de poder.
Un abrazo y buena semana.
Cheli
Hola, Cheli. Lo has resumido estupendamente: Polarización.
Yo añadiría que la emoción ha sustituido a la razón.
Un abrazo y gracias, como siempre, por comentar.
Hola, Belén.
Valiente no es la persona que no tiene miedo, sino la que con miedo hace algo.
Con el miedo y a pesar de él lo valiente es pasar a la acción como es tu caso; siempre con esa pátina respetuosa hasta poniendo palabrotas.
Gracias por tu sosiego al expresarte.
Te mando, colega, un abrazo de un ser humano a otro ser humano.
¡Hola, Javier! Muchas gracias y bienvenido a este blog.
Con valentía. Y supongo por tus palabras que con incertidumbre sobre la repercusión de las mismas. Como dices en la entrada, la autocensura es algo que acaba haciendo daño dentro. Enhorabuena por sacarlo a la luz.
Este debate (como otros) debería ser sosegado y respetuoso, quizá mucho pedir para los tiempos que corren, aunque en el contexto del trabajo social si que debería ser exigible.
Un abrazo grande, camarada.
Hola, camarada. Como le decía a la compañera, el pudor es incompatible con la escritura.
Salud y república.
Ay Belén, no sabes lo que me alegra leer este post. Lo comparto totalmente. Yo tampoco he abordado demasiado esa cuestión, no tanto por miedo como por pereza pedagógica, a estas alturas me da mucha pereza, hastío y rabia el retroceso que estamos viviendo y la incapacidad para llegar a unos mínimos puntos de entendimiento. En mi blog, en julio de 2020, hice un post sobre TS feminista en tiempos de transactivismo y fue mi ´única aproximación escrita al tema (si la reviso hoy matizaría cosas, probablemente). En la universidad me acusaron de transfobia hace varios cursos y dejé de hacer seminarios de Trabajo Social feminista durante un tiempo, lo he retomado este curso y seguimos notando la polarización y el desconocimiento sobre feminismo que tiene el alumnado. Creo que sigue siendo necesario ese debate tranquilo y sosegado, especialmente en nuestra profesión, y te agradezco mucho la valentía de tu post en estos tiempos de cancelación de las opiniones discrepantes. Un abrazo sórico!
Buenas, María.
Hay que ver como está el patio… Yo es que temo pronunciarme en tuiter (paso de llamarle X) porque el asunto está tan tensionado que o te acusan de tránsfoba por un lado o de tibia por otro.
Qué pena…