5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
25 de octubre de 2020 / 27 Comentarios
Mi padre, Gabriel, nació en 1933 y mi madre, Encarna, en 1934, con lo que ahora tienen 87 y 85 años respectivamente (mi madre nació en diciembre). Vivieron una infancia muy dura, sobre todo mi padre, que venía de una familia muy pobre. Él vivió el hambre y aún recuerda como su madre le gritaba ¡Gabrielico, las pavas! y los pies ensangrentados de las gentes que huían de Málaga y caían desplomados en su casa, mientras mi abuela rajaba sábanas para que se los vendaran. No pudieron ofrecer otra cosa más que agua y sábanas rajadas a los malagueños, la poca comida que tenían la tuvieron que esconder bajo una montaña de estiércol. Todo eso lo recuerda mi padre a pesar de lo pequeño que era o igual se lo contaba mi abuela Elena, el caso es que lo tiene grabado a fuego en la memoria.
A los nueve años mi madre se subió a un árbol y se cayó con un resultado funesto: Pasó un año ingresada en un hospital con todo el cuerpo escayolado. Salió de allí con la cadera y una pierna destrozadas y una discapacidad del sesenta y cinco por ciento. Mi abuela Encarna decía que tenían que agujerear la escayola para rascarle y sacar los insectos que se formaban en su interior.
Las monjas fueron a hablar con mi abuelo para que la dejase irse a un internado a estudiar porque era una niña muy lista, pero sobre todo para que se labrase un futuro por las dificultades que tendría para casarse a causa de su cojera. Mi abuelo se negó porque la necesitaba para el campo y porque todo eso del internado le resultaba, digamos, exótico. Eran tiempos de hambre, sudor y miseria. De Almería se decía: Esparto, legañas y mocos. Mi padre no fue a la escuela y mi madre solo unos pocos meses. A mis padres la educación les estaba vetada.
Contra todo pronóstico, mi padre, un hombre alto y guapo, se enamoró de la cojilla y la cojilla le correspondió. Vivieron un noviazgo formal como tantas parejas de la época y se casaron en 1959. Tenían 26 y 24 años, muchas ilusiones y poco, muy poco dinero. Al poco de casarse mi madre quedó embarazada, pero las condiciones de la época y su discapacidad trajeron una niña muerta que mi madre evoca con dolor cuando pasa por el cementerio donde está enterrada.
Después nació mi única hermana, Encarna, nueve años mayor que yo. Ella ha sido la culpable de mi afición a la lectura y quien me enseñó a atarme los cordones, diferenciar la izquierda de la derecha y muchas, muchas cosas más. Sigue haciendo de hermana mayor a mis casi cincuenta años en los que ha soportado con estoicismo mis destrozos infantiles, los atracos adolescentes a su hucha y más de un quebradero de cabeza que no cuento por vergüenza. Era un poco trasto yo de chica, pero esta entrada está dedicada a mis padres.
Mis padres formaron un equipo perfecto de la época para sacar adelante a la familia. Mi padre, camionero, trabajaba sin tregua. Había semanas que lo veíamos apenas una hora; muchas veces mi madre le llevaba la comida al camión porque no tenía tiempo entre descarga y nueva carga. Por eso cuando estaba en casa aprovechaba para disfrutar de nosotras. Recuerdo que aprovechaba cualquier recado para llevarme de la mano con él. En verano íbamos a la playa y disfrutábamos de lo lindo jugando en el rompeolas con la recámara de camión que todos los años nos tenía preparada.
Mi padre era un trabajador responsable y leal, era y es un hombre bueno que, en palabras de mi madre, jamás se paró en un bar de luces rojas, como otros. Un hombre incapaz de hacer daño a nadie. Un hombre que ha asumido que tiene una hija lesbiana a pesar de su mentalidad porque para él lo más importante es nuestra felicidad y punto. Es además un abuelo increíble al que sus nietos, mis sobrinos, adoran.
Mi madre no tenía estudios, pero supo educarnos con mucha destreza porque es una mujer muy lista, las monjas tenían razón. En los períodos de pobreza se las apañaba para que apenas lo notásemos y en los períodos de desahogo también. Sabía ser dura cuando lo necesitábamos y comprensiva cuando lo merecíamos. Es una mujer excepcional y no me importa decirlo porque es la verdad.
Ambos ha trabajado con ahínco para dar educación a sus hijas. Vivieron en sus carnes la quiebra de Forum Filatélico, que volatilizó los ahorros de toda una vida y supieron reponerse como el equipo que son. Han vivido nuestros logros con orgullo contenido y es que las gentes de El Ejido no somos muy dadas a expresar, en general. Por eso me apena, me cabrea, me indigna que sus últimos años de vida tengan que estar condicionados por la maldita pandemia.
No lo están llevando bien. El coronavirus les ha quitado la partida de dominó, el baile del sábado, la comida del domingo en ca Carmela, las manualidades, las reuniones con sus hermanos... Les ha arrebatado el mercadillo y sus plácidas rutinas, merecidísimas después de una vida de trabajo y esfuerzo. Por no hablar del contacto físico, imprescindible para mi padre. En pleno confinamiento estiraba los brazos desde su balcón del tercer piso a modo de abrazo. A mis padres el confinamiento los machacó.
Ni siquiera podrán asistir a mi toma de posesión, que tanta ilusión le hacía a mi madre, porque no habrá toma de posesión. Cada cosa que hacemos la viven con mucha inquietud. Están atemorizados. El coronavirus le está quitando a mis padres las ganas de vivir, como a tantas otras personas mayores de este país. Esa generación nació en medio de una guerra y a este paso en medio de otra guerra, esta vez biológica, se van a morir. No es justo. Joder, no es justo.
27 Comentarios
Precioso, merecido y emotivo homenaje, en el que nos vemos y vemos reflejadas las historias de vida de muchas personas, las familiares y las de quienes nos acompañan y acompañamos en nuestra práctica profesional.
También en este espacio hay lugar para la emoción. ¡Mil gracias por compartirla! Un abrazo.
Gracias a ti por tus preciosas palabras…
Eres muy grande, me flipa la reflexión y la forma tan bonita de plasmar tus sentimientos. Sigue así.
Gracias, preciosidad…
Me ha emocionado mucho Belén. Te leo y veo a mis padres, y a muchos mayores que tanto han sufrido y que tengan que pasar por esto … Un placer leerte, abrazo grande.
Gracias, Nieves, esa era también la intención. Un abrazo.
¡Bonica eres! Muchas gracias…
Orgullo de orígenes!!!-
Orgullo de compañera de profesión!.
GRACIAS.
Gracias a ti por tu comentario ¡Me has alegrado la mañana!
Bonito homenaje a estas figuras importantes…. que bueno poder “honrarles” en vida a pesar de las dificultades
Besos a ese corazón que escribió esta entrada
Que el viento de poniente lleve mis besos así, volando locos, parriba parriba, igual hasta son capaces de atravesar Mordor, quien sabe…
Me emocionaste. Cuando habla el corazón sobran las palabras, así que disculpa estas palabras, pero no me puedo resistir.
¡Que historia mas grande, humana, digna….! ¡Que sabia y necesaria reflexión!
¡Enhorabuena por esos padres, por esa familia, por ese texto con alma, corazón y vida…!
Me identifico muchísimo con la historia de vida que transmites. Mi último libro que acaba de salir hace menos de una semana, y que se titula «De la necesidad, virtud», va en esa línea.
¡Que bien escribes y comunicas! Cuanto aprendo de ti.
¡Que orgullo de compañera de profesión!
Gracias. Un abrazo de corazón a corazón.
Manuel, me alegra y me enorgullece que te haya gustado el texto. Yo no sé escribir, simplemente me salió de dentro. Tengo pendiente la lectura de tu libro del que seguro que extraeré mucho saber. Un abrazo.
QUE GRAN HISTORIA Y QUE GRAN REFLEXIÓN , BELÉN!
ENHORABUENA POR ESTE TEXTO QUE TRANSMITE UNA HISTORIA PERSONAL Y FAMILIAR, Y LA DE MUCHAS Y MUCHAS PERSONAS DE ESTE PAIS!!
¡Muchas gracias, compañera! Esa era la idea, un abrazo…
Un retrato que bien puede describir a muchos de nuestros padres y supermadres. Una generación extraordinaria entrenada en el dolor, en el hambre pero también en el esfuerzo, el compromiso y la ilusión. Ojalá que ese carácter también les sirva para afrontar esta complicada situación. Un abrazo para Gabriel y Encarna.
Tienes mucha razón ¡Muchas gracias, se lo transmitiré!
Esta pandemia está siendo especialmente difícil para los muy mayores y también para los jóvenes. En mi caso tengo una hija y un hijo, ambos universitarios, sus vidas actuales marcadas por el confinamiento nada tienen que ver con la que tuve yo a su edad, que no paraba en casa ni un momento, iba todos los días a clase, me veía con compañeras, amigas y amigos, no perdonaba una noche de viernes y/o sábado… es verdad que no había las redes sociales actuales internet, play, waspp… que mitigan, aún así les digo muchas veces que siento mucho está época que les ha tocado vivir.
Muy cierto amiga ¡Me encanta saber de ti! Un fuerte abrazo.
Cuanta razón tienes, si ademas esto llega cuando ya solo queda uno porque el otro falleció, la situación es terrible.
Gracias por expresarlo tan bien!
¡Esa es otra! Porque están los dos, una persona mayor sola debe de ser horrible, pobrecita mía ¡Un abrazo!
Gracias por compartir! Porqué te apasiona el Trabajo Social que sinó diría que lo tuyo es escribir, escribir y escribir, bonita, señora o colega , ya no sé cómo dirigirme a ti porque con cada entrada que leo te siento mas cercana.
Cierto es que que el futuro es esperanza pero que a nuestros mayores el tiempo de creer en un mañana mejor se les está esfumando … Mi madre vive con miedo cuando nunca vie en ella ese sentimiento, y todo por este virus que esta cambiándolo todo … incluso su presente, su futuro …
Un abrazo!
¡Me cas a poner colorada! Muchas gracias, escribir este texto fue fácil porque me lo dictó el corazón. Aunque hablo de mis padres es extrapolable a millones de parejas de este país. Un abrazo.
Hola, Belen:
Emotiva y bonita entrada, qué suerte tuvimos, tu todavía la tienes, de tener esas madres feministas, sin ellas saberlo, que se privaron de todo para que nosotras tuviésemos una vida mejor y pudiésemos elegir. Digo madres, porque ellas lo organizaban todo, y en mi caso, mi padre siempre decía “ lo que diga tú madre o pregúntale a tu madre o qué te ha dicho tu madre…”.
Disfrútalos, se echan mucho de menos. Un abrazo. Cheli.
Cheli, pues igual en mi caso. Muy acertado lo de las madres feministas, la mía supo labrar un futuro para sus dos hijas ¡Un fuerte abrazo!
Primero de todo gracias por compartir, algo tan personal. Segundo qué hermoso para unos padres recibir algo así de una hija, es sentir q le has aportado algo valioso de esta vida.
Por último quería decir que no importa la geografía si no los tiempos en que se vivían las circunstancias que tuvieron que afrontar. Mis suegros, de lo rural de Galicia, e incluso mis padres, más jóvenes, que de niños llegaron A Coruña, comparten similitudes con la historia de tus padres, gente hecha a si misma que han luchado por conseguir q su descendencia avanzase, en lo personal, pero enseñando unos valores que estarán siempre en nosotras/os. Hermosa entrada, compañera. Biquiños Galegos.
Enma, cuando escribía la entrada pensaba que la historia de mis padres es la de tantas y tantas parejas de todo el territorio español. Han trabajado mucho para que sus hijas tengan un lugar en el mundo. Gracias por comentar y por tus amables palabras ¡Besicos desde el sur del sur!