5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
13 de marzo de 2021 / 19 Comentarios
No es el caso de la entrada de hoy, sin embargo quería comenzar con esta reflexión porque cada vez tolero menos las consignas de la psicología positiva, las zonas de confort y todas esas estupideces. Que hay que levantarse tras una caída es cierto, como también lo es que es preferible no pegársela. Sobre todo si careces de un mullido colchón que la amortigue.
Pero hoy lo que toca es cumplir lo prometido y contar una experiencia reciente en la que yo misma ejercí violencia institucional. Ocurrió durante mi desempeño profesional en el Instituto Almeriense de Tutela. Como he contado en otras entradas, el ejercicio del cargo tutelar es muy complicado, mucho. Al elevado número de personas con discapacidad que las entidades tutelares atienden hay que sumar la complejidad que entraña el acompañamiento en toma de decisiones. En un tiempo y un espacio muy muy restringido. Sin apenas personal.
Además, a las dificultades de algunas de estas personas para su autocuidado hay que sumar consumos abusivos de alcohol u otras sustancias. Eso, combinado con sus restricciones, necesarias, para manejar dinero convierte algunos casos en auténticas bombas de relojería. Son esas personas, hombres en su mayoría, por los que te echas a temblar cuando el vigilante de seguridad te llama y te dice: Fulanito está aquí y quiere hablar contigo ¿Que suba?
La mayor parte de las veces las personas con este perfil acuden a la entidad tutelar para pedir dinero. Un dinero que, a pesar de que es suyo, sabes que no debes proporcionarle. Hay días que estás en plenas facultades y los recibes para explicarles en el despacho las razones por las que no debes dárselo. Les recuerdas que han de venir el día asignado. Que hay muchas personas tuteladas a las que atender.
La entrevista puede durar tranquilamente una hora. Una hora en la que tratas de desplegar todas las herramientas terapeúticas de las que dispones mientras tratas de mantener la calma ya que tienes un millón de cosas que hacer. Encima, la hora que estás dedicando a esta persona no garantizará que la situación no se repita una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. Así que empiezas a buscar modos de esquivar ese tipo de entrevistas en lugar de dar explicaciones, recordar las normas o escuchar lo que tenga que decir.
Al principio usas trucos tales como pedir a la auxiliar administrativa que después de un rato prudencial entre al despacho y diga que tienes una reunión. Poco a poco vas afinando la estrategia hasta que un día, en el que te has peleado con tu pareja y has soportado un atasco interminable, directamente pides al vigilante de seguridad que diga que no estás y que no sabe cuando volverás. Y es un alivio. Bastante hay con atender a Fulanito cuando le toca para que haya que hacerlo cada vez que se le ocurre venir con la misma historia. Así, acabas por decirte a ti misma que no está mal mentir y decir que no estás. Aunque ni siquiera sepas para qué quiere hablar contigo, total, seguro que es para pedir dinero. O igual no. Que va, seguro que sí.
Y te ves tirando del vigilante de seguridad con más frecuencia (esto será objeto de nueva entrada). Buscas la hora más adecuada para salir a desayunar sin encontrarte con ninguno de ellos. Estás más y más cansada de las entrevistas bucle. Sin embargo ese es el trabajo. Ellos no tienen la culpa de la escasez de personal y del millón de cosas que tienes que hacer. Ni de la pelea con tu pareja ni del atasco interminable. Ni de que un juez haya dictaminado que de golpe y porrazo serán tratados como niños de diez años.
Terminé por darme cuenta y busqué soluciones. En algunos casos pude reconducir la relación profesional, en otros no. Son estos últimos casos los que no consigo quitarme de la cabeza meses después de marcharme. Y aunque no encuentro ninguna moraleja más allá del sufrimiento que en muchas ocasiones pude causar, como las historias de fracaso no existen mentiré y diré que me hicieron mejor profesional. Siendo cierto tampoco les serviría para nada a quienes atendí mal, pero es mejor obviarlo para no arruinar el cuento. De eso se trata ¿verdad? de arroparnos con bonitas historias que nos protejan del frío implacable que hace fuera.
19 Comentarios
Glub! Que bien sienta leer estas cosas que nos pasan y que pocas veces decimos en alto; hacernos consciente de nuestros lados oscuro sin sombra de autocomplacencia …. es verdad que aveces este tipo de autoreflexiones en alto, pueden ser utilizadas en tu contra. Pero aún así seguiremos diciéndolo y no creo que la razón sea ser mejores personas y profesionales (como esos libros que tanto “te gustan”), si no por que nos pica…. y no queremos vivir en una inercia adormecida(habló con por mi aunque me dirija en plural)
¡Como me conoces, los libros de autoayuda me encantan, jjajajajaja…! Sí, creo que hay que reconocer los errores, de lo contrario seremos profesionales muy cutres. Un abrazo bien fuerte.
muchas graciassssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss…………..me ha emocionado. gracias por compartirlo
Gracias, me alegra que te haya gustado, yo creo que reconocer los errores es básico. Un abrazo.
Ayuda mucho leerte, en lo inmediato y en el poso que deja, en la reflexión y en su puesta en práctica. Enriquece. Gracias y un abrazo
Muchas gracias, Marisa. Esa es la intención de este blog, un blog que sin vuestros comentarios no tendría sentido. Un abrazo.
Gracias Belén por tu entrada. Y por tu valentía. Efectivamente falta personal y hacemos lo qué podemos con los medios que tenemos . Yo la cago muchas veces y hay que hablar y escribir también de los “errores” el no visibilizarlos no significa que no los cometemos.
Gracias a ti, por comentar, María. Quien no se equivoque, que tire la primera piedra 😉
Estupenda entrada y muy cierta, cuan importante es darse cuenta de esos momentos en nuestra labor profesional; Sobre la el papel del/a vigilante de seguridad, como indicas, da para hacer una reflexión, y más en los tiempos actuales donde al estar muchos centros cerrados han sido la cara visible de la administración, y en muchos casos se les ha delegado y pedido que realicen tareas que corresponden a otras personas, entre ellos a profesionales del TS.
Hola, Tania. De hecho habrá una próxima entrada sobre el tema vigilantes de seguridad ¡Muchas gracias por comentar!
No existen, pero cuando quieras te cuento unas cuantas…
Muy buena entrada, Belén, honesta y sincera. Somos humanas y la propia estructura y funcionamiento de las instituciones nos coloca en situaciones difíciles de gestionar. Lo bueno es mantener la capacidad de reflexionar sobre ello, la autocrítica, la responsabilidad sobre nuestras actuaciones…
Lo terrible es que esas actuaciones se normalicen y formen parte de la práctica habitual de algunas profesionales. Eso le sobra a nuestra profesión.
Una vez más, te felicito y te agradezco tus entradas que nos hacen reflexionar sobre cosas que importan y, sin duda, nos ayudan a ser mejores.
Un abrazo.
Los comentarios son una parte fundamental del blog pues generan aprendizaje compartido así que las gracias te las doy yo ¡Un abrazo!
A parte de que estoy de acuerdo con el tema de lo que la psicología positiva está haciendo, a veces, que vamos no discuto su necesidad y eficacia pero en ocasiones, para algunos/as puede ser un lastre…la entrada es estupenda, porque cuantas veces nos vemos en esas situaciones que tan bien describes y buscamos «nuestras trampas mentales» para no sentirnos mal.
De hecho en la entrada también es positiva, porque trata, de profesionales que tratamos de ANALIZA un mal día, una intervención desajustada, un tono poco paciente o profesional y tratas de que eso sean los menos días posibles y APRENDER. Hay análisis y reflexión y tienes que ubicarte en la realidad de que «vamos a errar» y que también somos humanos/as.
Pero que pasa con esos profesionales que acaban haciendo de ello su rutina, que se van apagando y dejan de ser el faro que las personas que atendemos necesitan, que esquivan los encuentros, que por su queme profesional o personal no están ilusionados, ya no son creativos y hablan en un tono inapropiado a las personas… eso si es terriblemente negativo.
Y, aunque pocas/os-menos mal-de esos por desgracia, haberlo – hailos (que dicen en mi tierra).
Gracias por la entrada y por hacer pensar. Biquiños galegos.
Has expresado muy bien la clave de todo esto: Si erramos, al menos que nos percatemos y nos sirva para aprender y sobre todo para no repetir ese error, ya repetiremos otros…
Un abrazo, Enma y gracias por comentar.
Hola, me parece muy sincero tu artículo y creo que es muy interesante y necesario analizar nuestro comportamiento como profesionales. Las personas usuarias se merecen que las atendamos en las mejores condiciones y nosotr@s poder ejercer en esas condiciones. Me parece imprescindible
aludir a la necesidad de prevención de riesgos laborales en nuestra profesión, se suele hablar solamente de ello cuando ya estamos quemad@s y muchas veces ts/usuari@s somos víctimas de la violencia institucional que existe hacia las personas usuaria y hacia l@s trabajador@s. X ello me parece interesante analizar como poner o no poner límites o buscar «soluciones» para no llegar al desgaste por empatía o estar quemad@s. Espero a esa nueva entrada, y analizar xq llegamos a incluir a la persona de seguridad en una intervención. Muchas gracias, tus entradas siempre me resultan muy interesantes
La necesidad de prevención de riesgos laborales es CLAVE. Y lo del vigilante de seguridad efectivamente es digno de análisis ¡Gracias!
Belén, sinceramente, creo que es de las mejores entradas tuyas que he leído nunca. Sincera, directa, amable, real. Eres muy generosa escribiendo estas cosas.
Comparto absolutamente tu visión sobre esa búsqueda de la felicidad constante que nos quieren imponer como norma. Yo pienso que el fracaso no forma parte del éxito, forma parte de la vida como otras muchas tantas cosas y experiencias. Enhorabuena.
Tú siempre me miras con buenos ojos… Pero vaya, yo creo que es importante mostrar los fracasos y no solo los logros puesto que ya que la hemos fastidiado al menos que nos sirva para aprender.
Un abrazo.