Fronteras morales

Cuando le llegó el momento de elegir mi nombre, eligió Trevor, un nombre que no significa nada en Sudáfrica y que tampoco tiene precedente alguno en mi familia. Ni siquiera es un nombre de la Biblia. Es un nombre sin más. Mi madre no quería que su hijo estuviera en deuda con ningún destino. Quería que yo fuese libre para ir adonde quisiera, hacer lo que quisiera y ser quien quisiera.

Prohibido nacer. Trevor Noah.

Regresé contenta de Mejorada del Campo, un municipio de la comunidad de Madrid. Las jornadas que la Mancomunidad Mejorada Velilla organiza cada año son estupendas y un referente en la comunidad. Tuve además la ocasión de compartir mesa con Débora Ávila, una profesora e investigadora de la Complutense a la que llevo tiempo siguiendo. Sus investigaciones sustentan muchas de mis reflexiones.

Ella intervino con una ponencia titulada Lógicas neoliberales de gestión de lo social. En su intervención describió el concepto de políticas burodisuasorias, noción que yo recuperé después para referirme a la administración electrónica. Como vengo denunciando hace tiempo, opino que la administración electrónica tiene el doble objetivo de facilitar las cosas a las instituciones públicas y dificultárselas a la ciudadanía. Y como también dije en Mejorada, no estoy en contra de la administración electrónica como tal, sino de esta administración electrónica.

Débora asimismo planteó que el neoliberalismo utiliza prácticas de buroexclusión porque hay una intencionalidad de dejar fuera a determinados colectivos de la condición de ciudadanos, por ejemplo con el acceso a la sanidad. Ella señalaba que la desigualdad no es un problema a erradicar sino un asunto a gestionar y que la lógica neoliberal ha conseguido que aceptemos la exclusión social como un hecho inherente a las sociedades avanzadas.

Escuchando a Débora me vino a la cabeza un artículo que leí hace poco. Es de María José Aguilar y Daniel Buraschi. Se titula Construcción discursiva de fronteras morales en manifestaciones anti-inmigración. Es el fruto de una investigación realizada en las Islas Canarias que me ha gustado mucho.

Hoy comento este artículo, que es donde aparece el término Fronteras morales. Siempre lo recalco, lo ideal es leerse el texto, yo simplemente voy a resaltar parte de lo escrito allí.

Los autores recogen el término exclusión moral para tratar de comprender el rechazo de parte de la población canaria a la acogida de personas migrantes. El término hace referencia a aquellos que son moralmente excluidos porque son percibidos como no ciudadanos, prescindibles o no merecedores. En consecuencia, dañarlos parece apropiado o simplemente aceptable.

Y continúan argumentando: El concepto de exclusión moral nos permite entender que las fronteras que excluyen a las personas migrantes no son solamente políticas y administrativas sino que son también fronteras morales, es decir, líneas de separación simbólica que colocan a determinados grupos fuera de los márgenes en los que nos sentimos obligados a aplicar normas morales y de justicia. Estas fronteras nos permiten aceptar y condescender con actos que nos resultarían inconcebibles en el interior de nuestra comunidad moral.

El concepto Fronteras morales es potente y extrapolable a otros colectivos excluidos; lo comenté con la propia María José, que me confirmó que efectivamente así lo entienden ellos. Pienso que el artículo guarda relación con las tesis de Adela Cortina sobre la Aporofobia. Las cuenta en el video que he enlazado y que te recomiendo que veas si no lo conoces. Son cinco minutillos de nada.

¿Y qué pasaría si aplicásemos la noción fronteras morales a nuestra relación con las personas que atendemos? ¿Podríamos hacerlo?

Lo averiguaremos la semana que viene.

Te sigo pidiendo el apoyo a la campaña Mi voz, mi decisión porque el derecho a decidir sobre el aborto es un derecho fundamental que nos interpela a todas y a todos.