La posesión de una casa no significa automáticamente habitar, sino que habitar es una tarea que exige una transformación radical de la relación total con su mundo, la cual solo puede encontrarse en el esfuerzo extremo.
Fragmento de El hombre y su casa. Otto Friedrich.
Será casualidad, pero estos días no he parado de encontrarme con situaciones que tienen que ver con habitar un lugar. Por un lado, por fin vislumbro la que será mi futura casa (tres mudanzas en dos años pasan factura). Por otro lado me ha llamado una amiga psicóloga para consultarme un caso que tiene que ver también con habitar, en este caso un recurso residencial. Además, una alumna del curso de escritura ha planteado un artículo referido al Housing first que tiene una pinta estupenda.
Mi amigo Jesús Muyor me había recomendado el libro con mucha razón. Es, en palabras de Enric Benavent, un impecable diálogo de reflexiones personales que el autor ha ido cultivando mientras trabajaba de educador en un centro residencial para personas con diversidad funcional.
Esas reflexiones van mucho más allá de lo puramente vivencial; Martínez analiza cuestiones tan sugerentes como la espiritualidad.La espiritualidad no hace referencia únicamente a cuestiones religiosas. Se refiere a aspectos que tienen que ver con el sentido vital, con el estar bien con uno mismo, con el hecho de poder decidir sobre la propia vida y disponer de espacios de reflexión interior (p.78).
El derecho al silencio y la cuestión del sentido de la vida se abordan, asimismo, en este libro. Y es que se trata de una obra que combina sensibilidad, rigor científico y reflexiones con un tono íntimo y honesto.
En uno de los capítulos, titulado La casa y la persona como ser de proyecto, escribe el autor: Podemos definirnos como personas en función del porcentaje de decisiones que hemos tomado sobre nuestra propia vida. Porque si nosotros no hemos sido los verdaderos artífices de todo lo que se refiere a nuestra vida quizá tendríamos que plantearnos si realmente estamos siendo seres de proyecto.
Los proyectos vitales son esenciales en la vida de las personas. Por raros, marginales o alejados de los estándares que nos parezcana las profesionales de lo social. Aunque vivas en una residencia. O convivas con la diversidad funcional. Incluso si tienes 90 años y demencia. Hay legislación novedosa. Da lo mismo. Las políticas sociales y las intervenciones que las concretan, tercas e inmisericordes, siguen negando los derechos más elementales a las personas con dificultades para decidir.
Jo Belén, la verdad que yo también tengo esa obra en el tintero, recomendada por una Educadora Social, gran profesional y gran amiga (Carmen). Espero reanimarme a su lectura tras leer tu post. La importancia de habitar en un hogar…; recuerdo que la misma persona que me hizo la mencionada recomendación, me trasladó unas líneas significativas sobre el tema del que hablas, la seguridad y la paz de vivir en una casa: «En algunos juegos infantiles como el de pillar, cuando pasa el peligro y el chico o la chica consiguen llegar a una zona segura exclaman: <<¡Casa!» o «¡Salvado!». Merece la pena fijarse en la cara de satisfacción que ponen al pronunciar estas palabras. Reveladora equivalencia: la casa salva. Pero ¿de qué nos salva? […]" (Esquirol, 2018, p.39). Un abrazo Bele´n y gracias por tu nueva publicación.
2 Comentarios
Jo Belén, la verdad que yo también tengo esa obra en el tintero, recomendada por una Educadora Social, gran profesional y gran amiga (Carmen). Espero reanimarme a su lectura tras leer tu post. La importancia de habitar en un hogar…; recuerdo que la misma persona que me hizo la mencionada recomendación, me trasladó unas líneas significativas sobre el tema del que hablas, la seguridad y la paz de vivir en una casa: «En algunos juegos infantiles como el de pillar, cuando pasa el peligro y el chico o la chica consiguen llegar a una zona segura exclaman: <<¡Casa!» o «¡Salvado!». Merece la pena fijarse en la cara de satisfacción que ponen al pronunciar estas palabras. Reveladora equivalencia: la casa salva. Pero ¿de qué nos salva? […]" (Esquirol, 2018, p.39). Un abrazo Bele´n y gracias por tu nueva publicación.
El hogar es lo más parecido al útero materno, el lugar donde nos sentimos a salvo, qué gran verdad. Un abrazo…