5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
13 de septiembre de 2020 / 10 Comentarios
La misma semana otra compañía, esta vez de mensajería, me juró y perjuró entregar un pesado (y urgente) paquete por la tarde. Sin embargo, como dicta la ley de Murphy de la mensajería española el mensajero vino por la mañana y yo estaba trabajando, obvio. Tuve que esperar al día siguiente y recoger el paquete en la calle porque el mensajero me estaba haciendo un favor al volver. Tras firmar la entrega el hombre me pidió que le puntuara con un nueve o un diez ya que era muy importante para él. Con resignación cristiana, o más bien marxista, le puntué con un nueve por aquello de la solidaridad entre la clase trabajadora. Me fastidió porque en realidad lo que me apetecía era puntuarlo con un tres o un cuatro por no haber subido el pesado paquete y por los incumplimientos en la entrega.
Nos hemos resignado a que las empresas quebranten sistemáticamente sus obligaciones y prometan cosas que no cumplen. Hemos asumido, impotentes, que nada podemos hacer las personas consumidoras contra los gigantes de las telecomunicaciones, de la banca... Contratamos servicios básicos con la esperanza de que nos den los menores quebraderos de cabeza posibles. Esta actitud ante el pisoteo de nuestros derechos como consumidoras me recordó a la famosa parábola de la rana hervida que Peter Senge escribió en su famoso libro La quinta disciplina. En estas divagaciones andaba cuando me puse a esbozar la entrada de hoy.
Pensando en esto de la impotencia, también me siento impotente contemplando el desastre de implantación del ingreso mínimo vital. Me indigna, me enfurece, me cabrea además leer que, encima, el ministro Escrivá pide paciencia a las millones de personas que están con una mano detrás y otra delante esperando una ayuda que debió llegar hace muchos meses ya. Demasiados. Y si yo me siento impotente no soy capaz de imaginar como deben sentirse quienes la han solicitado. La diferencia es que quienes tenemos nuestras necesidades cubiertas quizás nos estemos quemando poco a poco en el agua calentita de la olla, pero quienes viven en la pobreza no.
Los millones de personas empobrecidas de este país no viven tranquilas dentro de una olla que se va calentanto como la famosa parábola de la rana. Directamente no tienen tiempo, fuerzas ni posibilidades de rebelarse contra el sistema. Bastante hacen con sobrevivir cada día a salto de mata mientras el gobierno aplica el palo y la zanahoria con promesas que tampoco materializa. ¿O acaso ha cumplido alguna en lo que a las personas empobrecidas se refiere? ¿Pero qué clase de gobierno progresista es este, que mata de hambre a las criaturas y paralelamente desincentiva la jubilación anticipada? El ministro Escrivá sería un dignísimo merecedor del premio Corazón de Piedra, esperemos que la asociación de directoras y gerentes tenga a bien nominarlo, y es que premiar a políticos del PP está ya muy visto. Ahí lo dejo.
Porque los principios de justicia social son fundamentales para el trabajo social propongo que, en la medida de nuestras posibilidades, salgamos de la famosa parábola de la rana y secundemos las movilizaciones que hoy comienzan. Esta semana, coincidiendo con la semana internacional en favor de la RBU diversos colectivos, entre ellos Marea Básica, lo harán de manera descentralizada y en la mayoría de territorios del Estado el próximo día 15 de septiembre para reclamar, ante el desastre del IMV, una Renta Básica de Emergencia. Y si no puedes sumarte a estas movilizaciones, no pasa nada. El 25 de septiembre arranca la recogida de firmas por una renta básica europea, una iniciativa registrada en el parlamento europea en la que todas podemos participar. Puedes seguir la iniciativa en twitter, telegram o instagram. Hagámoslo por quienes solo pueden emplear su tiempo en sobrevivir. Por quienes sienten que todo está perdido.
10 Comentarios
Pues llevo unas semanas bajo mínimos intelectuales y luchadores….a veces hay que descansar…… y tu entrada, me pone de nuevo en alerta Y enciende la mecha que dice ….. retómenos la voz porque hay mucha gente pasándolo muy mal y el silencio solo beneficia a unos pocos. Como dice el amigo Pedro, parece que de esta historia los ricos seguirán ricos y habrá más personas en situaciones aún más críticas. Feliz inicio escolar raruno. Besos compañera
Es importante alternar lucha y autocuidado, tú lo sabes bien. Me parece muy bonita la frase «el silencio solo beneficia a unos pocos». Preciosa…Un abrazo infinito.
Ay Belen!!! si yo te contara, comparto contigo desde la cruz a la firma, como diría mi madre. Que desencanto tengo, y que cabreo y encima no tenemos derecho al pataleo. Por cierto, Almería y alrededores son maravillosos.
Pues coincidimos plenamente, Marci, en el cabreo y en la opinión sobre Almería y alrededores. Un abrazo.
Comparto absolutamente contigo la indignación, el enfurecimiento y el cabreo y de verdad creo que no son estos los políticos que nos merecemos ( aunque la aseveración más extendida sea la contraria) porque creo que son unos inútiles e incapaces de gobernar un país y nos lo están demostrando día tras día.
Ay María Antonia, qué frustrante. Al menos compartimos cabreo, jjajaja. Un abrazo.
Gracias por tu lúcida aportación, que divulgo, con tu permiso. Salud, mientras.
Gracias a ti por el comentario amable y la difusión.
Gracias, una vez más por tus reflexiones. Observo que cada vez más compañeras saltan a la política tratando de intervenir desde otro ángulo. Puede que sea saltar desde la olla a las brasas. Me quedo con la perspectiva de que algunas resignaciones temporales son un alto en el camino para respirar y coger fuerzas.
Yo fui una de ellas, amigo Carlos, 11 años estuve en IU, pero ya lo dejé. Lo de las resignaciones temporales me ha encantado…