5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
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El blog de Belén Navarro
31 de marzo de 2020 / 0 Comentarios
Llevo un tiempo escribiendo sobre la complejidad dentro y fuera del blog. Desde que me acerqué al pensamiento de Morin vía Teresa Zamanillo —tarde, como siempre— interpreto los hechos de una forma distinta. Ahora solo me falta ser capaz de pensar de manera diferente. Creo que el nuevo libro que está a punto de publicar Silvia Navarro me va a ayudar. En cuanto salga a la luz lo leeré y lo reseñaré en el blog. A lo que voy, a los debates falsos.
Hay dos debates que circulan por las redes que me ha parecido interesante comentar aquí porque, a mi juicio, ilustran dos características de la época que nos ha tocado vivir. El primero trata sobre la iniciativa de poner a la chavalería con autismo un brazalete azul para evitar que la gente en los balcones los increpe cuando salen a pasear. El otro día leí la iniciativa —que yo catalogaría como ocurrencia— en un grupo de whatsapp y me eché las manos a la cabeza. Aunque puedo entender a las madres y padres, desesperados, que abogan por la medida, expresé mi desacuerdo con educación y hubo una persona que se sintió tan ofendida que abandonó el grupo. Me quedé helada. Al final acabé pidiendo disculpas por discrepar, típico y penoso, por otra parte.
Este asunto del brazalete azul es un buen ejemplo del desplazamiento del foco que con tanta habilidad manejan los grupos mediáticos de la derecha: En lugar de tomar medidas contra los chivatos de balcón, de escandizarnos por su comportamiento por completo carente de moral, en lugar de señalarlos a ellos, de espetarles que se metan en sus propios asuntos y recordarles que nadie les ha encargado —todavía— la vigilancia ciudadana ni falta que hace, la solución es estigmatizar con un brazalete a las chicas y chicos con discapacidad que deben salir a la calle.
Pensándolo bien, mi señora esposa y yo igual debiéramos colocarnos un triángulo rosa para sacar a los perros por si alguien decide increparnos al ir juntas, vaya usted a saber. Resumiendo: este asunto del brazalete azul es en mi opinión un debate falso, como la falsa moneda pues ni siquiera debiera producirse. Increpar a la gente desde un balcón está mal. Lo demás sobra. Punto.
El otro debate candente es el relativo a si los servicios sociales deben realizar o no atención presencial durante el confinamiento. También opino que es un falso debate como la falsa moneda que de mano en mano va y ninguno se la queda. Un debate falso pues comienza la casa por el tejado. Falso porque obvia la necesaria premisa, a saber, que lo primero es evitar el contagio y desde ahí discernir qué atenciones han realizarse presencialmente, cómo han de hacerse y quiénes han de hacerlas con qué medios.
Observo diferencias muy sustanciales dependiendo de los territorios y por ende de sus problemáticas. No es lo mismo un territorio urbano, con un número elevado de personas sin hogar que carecen hasta de teléfono móvil que un territorio rural. Tampoco lo es una ciudad diezmada por los contagios como Madrid que Almería, ni un servicio de base que un centro ocupacional.
Porque no es lo mismo, como decía, sobre la premisa de que ahora lo fundamental es evitar el contagio lo que hay que hacer es discernir qué debe hacerse de manera presencial como excepción. Por lo tanto el debate no es presencial sí o presencial no. Yo misma estoy haciendo una atención mixta dependiendo de mi propio cribado.
Mi pareja, también trabajadora social, ha resuelto una problemática de violencia machista y otra de sinhogarismo por teléfono. Dos marrones de los grandes. Pues los ha podido resolver por teléfono porque la prioridad era sacar a la víctima del domicilio en uno de los casos y procurar un techo y productos para productos básicos al otro caso. Que no digo que todos se puedan resolver por teléfono, digo que igual algunos se pueden resolver así. Ella ahora está haciendo sostén emocional también por teléfono con los dos casos. Ya les pondrá cara (no conoce a ninguna de las dos personas).
En cambio echo de menos un debate articulado sobre la consideración de los servicios sociales como servicios esenciales más allá de la satisfacción por el reconocimiento que supone. En mi casa desde luego tenemos un debate encendido al respecto. Bueno, sobre esto y muchos asuntos más y es que no sé como acabará la convivencia de dos trabajadoras sociales teletrabajando confinadas (más o menos). Espero que ambas sobrevivamos a este debate y al resto de debates. Garantizo que los nuestros no son falsos como la falsa moneda, al contrario, son bien auténticos. No nos matará el coronavirus, no. Nos matamos antes nosotras.
Es broma.
(Creo).
PD. Trabajo social y tal, ahora también en telegram
¿Tú que opinas?