Será porque en enero cumplo 48 años que cada vez espero y pido menos a la vida: Salud para mis padres, logros para mi pareja y que los propósitos de mi familia y amigos se vayan cumpliendo en la medida de lo posible. Pido que la vista no me falle porque mi mayor pasión es la lectura y sería una grandísima puñeta con todo lo que me queda por leer. Desearía que Megan, mi perra, dejase de romper macetas y orinarse por toda la casa, pero me parece que va a ser mucho desear, al menos durante un año.
De la política también espero cada vez menos, será que ha pedido algo de brillo para mí: La izquierda no sale del desnorte habitual y la derecha está cada día más cafre, no se me ocurre otra manera de expresarlo. Leo a Slavoj Zizek y del mismo modo que no encuentro en el teclado los signos de acentuación para colocarlos en su apellido tampoco encuentro en su análisis, lúcido, una salida al capitalismo global perverso y necrológico. Ahora sí, Slavoj Žižek.Me frustra que los servicios sociales se coman al trabajo social y me desespera, lo confieso, que nos enredemos en tonterías del tipo ha salido una oferta laboral para asistentes sociales. Me desesperan estas pérdidas de tiempo habiendo tanto debate urgente y tanto posicionamiento en el que posicionarse si es que procede. Me reconozco a veces en el papel de abuela cebolleta, un papel que me desagrada y me hace gracia a partes iguales. Otras veces me entran ganas de escribir defendiendo el término asistente social porque pienso, lo digo en serio, que asistir no es una cosa tan mala, sin embargo luego me paro a pensar que es una guerra que no merece la pena emprender y lo dejo aparcado en borrador de entrada.Sin embargo en otras ocasiones la vida, tan juguetona ella, me regala la observación de una conversación entre trabajadoras sociales milennials muy enfadadas porque a una familia le han denegado la renta mínima o un desahogo vía chat de whatsapp por parte de otra compañera con decenios de ejercicio y las energías intactas por un desalojo en su zona. La vida también me regala de vez en cuando un buen vino, un paseo con los perros o una buena película en casa y las risas con mis amigos en los escasos, siempre escasos, momentos de reunión. Por regalar, a la vida le ha dado por regalarnos a todas un pacto de coalición que no cambiará el país, seguro, pero traerá esperanza a muchas personas que la necesitan y pienso que la esperanza es el mejor de los regalos. Para mal o bien.
Feliz 2020. Un abrazo, compañeras.
María Peláe
Para mal o bien
2 Comentarios
Amiga Belén, me encanta este blog. Es tan creativo y original que se merece muchas visitas. Yo tambien soy asistente social. Y seré tu fan.
Fuerte abrazo
¡Muchas gracias, Teresa! Espero que este blog sea una pequeña contribución a un trabajo social más científico y comprometido.