Este libro surge de un encuentro. Del día en que mi amiga Nuria y yo nos paramos a hablar con una mujer que mendigaba en una calle de Sevilla, y de todo lo que vino después. Es, ante todo, una crónica personal que relata un viaje hacia un mundo que yo desconocía: el de la extrema pobreza y el endemoniado laberinto burocrático por el que se hace pasar a los más necesitados.
Lo prometido es deuda. Anuncié en una entrada anterior, titulada Reactividad, que escribiría dos sobre los libros Silencio administrativo y Lectura fácil y heme aquí con la primera de ellas, dedicada al librito de Sara Mesa (digo librito por su tamaño, como todos los de la colección Nuevos cuadernos Anagrama).
Leer libros sobre los servicios sociales vistos desde fuera duele. La mayoría de quienes ocupan por turnos el otro lado de la mesa lo están pasando muy mal y el sistema no está contribuyendo a paliar su sufrimiento. Esto es así. Me permito ser taxativa porque no está el patio pa farolillos. O quizá sí. En fin, Silencio administrativo es un libro duro por lo simple. Relata un caso real. Uno de tantos para nosotras. Un particular infierno para su protagonista, a la que la autora ha decidido llamar Carmen, como la cigarrera (de Bizet o de Mérimée, a elegir). Un periplo por nuestro sistema público de servicios sociales doloroso por lo real, indignante por lo injusto, perverso por la gratuidad del ensañamiento burocrático para solicitar algo tan necesario como la Renta Mínima.
Primun non nocere. O al menos amortiguar el ensañamiento. No me importa que se me acuse de propugnar el papel de muro de contención del sistema. El sistema está ahí. A mí no me gusta, creo en confrontarlo, me exijo tratar de deslizarme por el interior de sus grietas para romperlo, pero no pienso renunciar a hacer de él un lugar menos hostil para a las personas, a facilitarles un poco la vida (si es que puedo), a ofrecer calidez, a acompañar en el proceso, a tender la mano y sobre todo a luchar con todas mis fuerzas por no ser cómplice. Por todo eso creo que hay que leer libros como este, porque nos ayudan a saber qué imagen queremos que proyecte nuestro espejo cuando nos miremos en él por las mañanas. Silencio administrativo ofrece una visión descorazonadora y eso no puede ser. No debe ser.
Es además un libro idóneo para el alumnado universitario. Es barato, se lee fácil, es corto y aborda (mientras narra la historia de Carmen) cuestiones muy interesantes como la trampa de la pobreza. Constituye un caso práctico perfecto para trabajarlo en clase, por ello propongo al profesorado de trabajo social que lo lea; si alguien decide usarlo y necesita ayuda, aquí estoy. Lo digo de verdad. Con algunas profesoras y profesores incluso he entrado en clase vía Skype. A veces los puentes entre la disciplina y la profesión funcionan y vamos de un lado a otro encantadas de la vida. No como Carmen, que al final... Bueno, tendréis que leerlo.
Hoy traigo una recomendación
de mi amigo Pau, de Manifestaos
(Trap en Quechua ¡Toma ya!)
¿Tú que opinas?