En política existe una máxima que reza así: A la gente se le puede decir lo que quiere oir, pero es mejor decirle lo que tiene que oir. Nuestra clase política (salvo honrosas excepciones) decidió optar por lo primero, tiempo ha. Es más cómodo y ofrece mejores resultados electorales, según parece. Esta deriva sumada a:
. El
es una de ellas. Es muy grave, sin embargo es antipática lo que supone una ventaja a la hora de hacerle frente. Otras, en cambio, resultan tan entrañables y tan enternecedoras que es todo un atrevimiento cuestionar, más aún si se realizan en Navidad. Una de ellas es el
, una iniciativa malagueña que ha contado, como no podía ser de otra forma, con el apoyo de la Junta de Andalucía y pretende exportarse al resto del territorio andaluz.
Esta inocente iniciativa ha coincidido con la inminente aprobación del
Decreto de Renta Mínima de Inserción de Andalucía, fruto del pacto PSOE-Ciudadanos, que viene a sustituir al antiquísimo
Salario Social. La
renta básica es una medida contemplada en nuestro
Estatuto de Autonomía (Art. 23.2) y uno de los 28 compromisos legislativos suscritos por PSOE e IU en el pacto de Gobierno de la pasada legislatura. De aquel compromiso surgió un grupo de trabajo en el Parlamento (mayo de 2014) por el que desfilaron durante meses expertos, agentes sociales, representantes de la Universidad y de los ayuntamientos (Extracto de artículo del Diario Público).
Un trabajo durísimo para acabar en una decepcionante reforma del salario social. Una RMI que
no cumple la Carta Social Europea, tal y como denuncia
Marea Básica, que redunda en el perverso dogma de la inserción a través de la empleabilidad (un ejemplo de iniciativa con evidencia científica en contra a toneladas) y para la que no existe suficiente financiación, como muy bien explica
Save the children o el artículo de Público que citaba anteriormente. Su título lo dice todo:
La pobreza andaluza desborda la 'renta básica' de la Junta antes de entrar en vigor. Recomiendo su lectura, así como desaconsejo comparar la RMI andaluza con las que se están implementando en otras CC.AA. más que nada para que las profesionales andaluzas no caigamos en la más profunda depresión. De la ciudadanía andaluza qué decir.
El borrador del decreto al que he podido acceder es de junio. Después ha habido modificaciones, que he buscado como el Santo Grial, sin éxito. Éste nos regala las siguientes perlas:
- La RMI se condiciona a la empleabilidad con unas condiciones draconianas.
- No se percibirá de forma indefinida. La duración pasa de 6 meses a un año, pero hay que esperar ¡otro año! para solicitar (salvo excepciones especificadas).
- Las personas solicitantes se someterán a un doble itinerario de inserción por servicios sociales y empleo, con la todavía mayor burocratización de los procedimientos y la consiguiente desorientación de las personas que lo soliciten. Control, control y más control sobre la gente pobre, que es lo cool.
- Las cuantías bajan, al tomar como referencia el IPREM y no el SMI.
- Los requisitos se endurecen y se requerirá documentación que vulnera lo expuesto en la Ley 39/15 de procedimiento administrativo común.
- La población inmigrante queda en el limbo, contraviniendo el tratamiento que les otorga la Ley 9/16 de 27 de diciembre de Servicios Sociales de Andalucía (que tanto trabajo costó conseguir).
Andalucía ostenta el vergonzante honor de liderar casi cualquier ranking sobre pobreza y exclusión social, el riguroso trabajo de la
Red Andaluza contra la pobreza (entre otros) así lo demuestra. Dos millones y medio de andaluces son pobres y la RMI alcanzará a 45.000 personas. Hoy es 4 de diciembre, Día Nacional de
Andalucía ¡Andaluces, levantaos, pedid tierra y libertad! grita nuestro himno, con letra de Blas Infante. Tierra y libertad. Nada sobre chupetes.
(Esta canción también forma parte de la BSO de la peli
En la Ciudad de Cesc Gay, que me gustó mucho)
¿Tú que opinas?