Es imposible indicar con el dedo la democracia, la libertad, la conciencia, el totalitarismo, la belleza, la hospitalidad o el capitalismo financiero, como es imposible señalar físicamente la xenofobia, el racismo, la misoginia, la homofobia, la cristianofobia o la islamofobia. Por eso, estas realidades necesitan nombres que nos permitan reconocerlas para saber de su existencia, para poder analizarlas y tomar posición ante ellas. En caso contrario, si permanecen en la bruma del anonimato pueden actuar con la fuerza de la ideología, entendida en el sentido que le dió Marx (...) como una visión deformante de la realidad que destina la clase dominante para (...) seguir manteniendo su dominación.
El párrafo que acabas de leer es el principio de Aporofobia, el último libro de la filósofa Adela Cortina. Un libro que, afortunadamente, ha sido muy promocionado por los distintos medios de comunicación, y es que colocar el foco mediático sobre la pobreza y sus soluciones es siempre una buena noticia.
Antes de leer Aporofobia lo intenté con Ética Mínima, de la misma autora. Confieso que no lo acabé. Es cierto que la ética es un tema más abstracto que el odio hacia la gente pobre, pero además observo una evolución de un libro a otro. El primero está escrito en un estilo académico, en mi opinión bastante intrincado, y este último está escrito con una intención divulgativa muy de agradecer.
El término aporofobia es un neologismo creado por Adela Cortina, cuya historia constituye el primer capítulo del libro. El interés del mismo radica en la aproximación global que la autora realiza sobre la problemática del odio hacia los pobres, incluyendo los mecanismos cerebrales que contribuyen al prejuicio. No sólo analiza las causas de este odioso fenómeno sino que cierra el libro con propuestas políticas, educativas y económicas para combatirlo. Un libro muy interesante que recomiendo
porque acabar con estas fobias (...) es una exigencia del respeto no a la dignidad humana, que es una abstracción sin rostro visible, sino a las personas concretas, que son las que tienen dignidad, y no un simple precio.
¿Tú que opinas?