Todos los días escucho un anuncio en la radio, de camino al trabajo, que me pone de los nervios. Se trata de un anuncio de Meritene, un complejo vitamínico para nuestros mayores. En el anuncio, una joven telefonea a su madre para saber como están sus dos hijos, al cuidado de la abuela. La anciana le responde que muy bien, que están jugando con ella (uno enganchado a la pierna y otro en brazos, cito textualmente), pero ella puede responder gracias al complejo vitamínico que la hija le ha comprado. La mujer mayor finaliza la conversación señalando que si pudo con su hija puede con los nietos, todo esto en un tono distendido y jovial.
El anuncio no deja de sacarme de quicio por más veces que la SER lo emita y mis sufridos oídos lo escuchen. Tiene la cuña su miga: el producto se publicita para poner a las abuelas como aizkolaris, que los niños, ya se sabe, son incansables y además de arrastrarlos (mochila al hombro del abuelo o abuela en cuestión) a multideporte, flauta dulce, kárate y/o inglés, también merecen su rato en el parque, su pertinente bolsa de gusanitos (o la chuchería trending topic del momento, desconozco cual) y su vuelta en el columpio, mientras el abuelo / a empuja, sonriendo con seguridad gracias al pega dientes Corega Ultra, que también hace su servicio en esto del abuelismo actual.
Porque las abuelas actuales pueden con todo (o deberían), ya lo dice la buena señora: si pudo con la hija, puede con los nietos. Para eso le ha comprado la hija el producto de marras. Claro que el anuncio omite el detalle banal de que la abuela pudo con la hija precisamente porque no era abuela sino madre, porque no tenía 75 años sino 35 (un poner), que para eso la naturaleza es sabia y nos dota del inmenso honor de la procreación a edades en las que nuestras fuerzas nos permiten tamaña empresa y cuando nuestras fuerzas flaquean se nos retira, a dios gracias, el período.
Aunque, pensándolo bien, para el capitalismo la naturaleza no es sabia, sino todo lo contrario, la naturaleza es tonta de solemnidad, y, sobre todo, improductiva, ya que nos resta las fuerzas a edades tempranas tales como los 65 años, cuando el dios mercado exige precisamente lo contrario, que las fuerzas aguanten para trabajar hasta la hora, el minuto y segundo de irnos al otro barrio, o si no trabajamos, al menos no resultar un desecho, ejerciendo como abuelas modernas, mano de obra barata que anule la capacidad de protesta de sus hijas trabajadoras por cobrar un sueldo de vergüenza, la mitad destinada al pago de la guardería concertada de turno. Hay que seguir lubricando los engranajes del sistema ¿o si no de qué vamos a ser rentables, competitivos? ¿ser únicamente un gasto para la sociedad en medicamentos y pensiones? ¡No, hombre, no! Abuelas ciborgs al servicio de la economía capitalista.
Que conste que no estoy por la abolición del Meritene. Muy al contrario, soy partidaria del Meritene, del Corega Ultra y de todas aquellas prótesis, órtesis y demás -esis que supongan un elemento emancipador de las personas mayores. Que viva el Meritene si mi madre se lo toma para ir a gimnasia, a bolillo o simplemente porque le sale del mismísimo. Larga vida al Corega Ultra para que mi padre enseñe los piños riendo con los amigos en su partida diaria de dominó y para que pueda masticar con fruición su tapilla de tocino mientras ve la Ruleta de la Fortuna. Que vivan los productos que contribuyan a hacer de la vejez una etapa de bienestar, pero, Nestlé, no me vendas un Meritene para que la abuela cuide de los nietos porque me haces llegar al trabajo con un humor de perros.
Y, por favor, hija / hijo, no me vengas con la milonga de que a tu madre le gusta cuidar de sus nietos y eso la mantiene en forma. A mí no. No quieras, encima, responsabilizarlos de su sobrecarga. A tu padre, pero sobre todo a tu madre no le gusta ser una esclava, lo que ocurre es que no se atreve a decírtelo a la cara porque les han vendido la moto gripada de ser útil, ellos la han comprado y nosotros se la hemos financiado. A mí sí me cuenta tu madre en el despacho que está cansada, que los niños no le hacen caso y que lo que realmente le gustaría es estar sola y ver a sus nietos solo cuando le apetezca. Esa es la verdad. Lo otro es, simplemente, publicidad engañosa.
2 Comentarios
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Me parece que si en España no ha habido una revolución en los últimos años ha sido porque muchos jóvenes con hijos han contado con sus padres/abuelos para ejercer de cuidadores no pagados. Por un lado hay que reconocérselo pero por el otro hay que preguntarse qué pasa para que quienes ya han trabajado toda su vida, no es que tengan la opción de cuidar a sus nietos sino casi la obligación. Creo que el papel de la trabajadora social es importante también en este ámbito y que deberían existir servicios sociales como en los paises escandinavos para cubrir estas necesidades. Parece que los abuelos, si no, tienen que trabajar hasta ingresar en una residencias para personas mayores en Málaga o en cualquier otro rincón de España. En las residencias, finalmente podrán vivir tranquilos sin que se les pida que sigan cuidando a sus nietos.