Suelo evitar escribir entradas acerca de las pulmonías que suelta de mucho en cuando la clase política peperiana porque, a pesar de lo importante que es denunciar las burradas que hacen y dicen, me pongo tan nerviosa que acabo perdiendo los papeles. Con todo, la última frase lapidaria peperiana que he escuchado es de tal calado que no me he podido contener, allá voy.
Me cuenta una compañera trabajadora social que el otro día estaba reunida sobre un caso con el alcalde de su pueblo porque éste le había hecho llamar para recriminarle que no estaba tratando bien a una familia, buena gente. Tan buena gente es esta familia que la trabajadora social había tenido que citar a los hermanos para recordarles que tienen un padre de 80 años abandonado en un cortijo donde Cristo tiró el alpargate, que decimos por aquí.
No voy a detenerme a reflexionar sobre lo que se entiende en los pueblos por buena gente porque daría el tema para una entrada, ni a la intervención del alcalde. Sigo con la reproducción de conversación. Bien, después de las advertencias sobre la confidencialidad, mucho debate y aclaraciones, este buen hombre, bastante contrariado por el giro de los acontecimientos, a modo de conclusión va y suelta: si no existiesen los servicios sociales, no tendríamos estos problemas.
Impresionante. A estas alturas yo creía haberlo escuchado todo: que los servicios sociales fomentan la vagancia, que suponen un despilfarro para las arcas públicas, que solo ayudan a moros y gitanos... pero decir que la sola existencia de los servicios sociales es generadora de problemas sociales ha batido el récord, amigos. Esta afirmación es en mi opinión de una gravedad extrema, porque lo que hay detras de esa frase es, simple y llanamente, la firme creencia de que los problemas familiares o sociales no son asunto de la administración pública y abordarlos lo único que conlleva son quebraderos de cabeza.
Se le podría contestar a este alcalde que pensar eso es lo mismo que pensar que si no existiesen los centros de salud, la gente no se pondría enferma, pero yo preferiría contestarle explicándole que si no existiesen los servicios sociales:
- No se habría detectado la situación de abandono que este anciano está padeciendo.
- No se atenderían a menores que son desatendidos por sus padres.
- No se abordarían actuaciones de prevención de exclusión social de niñas y niños y de colectivos en situación de vulnerabilidad.
- No se ayudarían a las cuidadoras de personas en situación de dependencia.
- No existirían personas en situación de dependencia porque tal ley no se habría puesto en marcha.
- No se fomentarían grupos de autoapoyo.
- No se apoyaría la permanencia en el medio de personas con trastorno mental.
- No se trabajaría para fomentar la autonomía personal de las personas con diversidad funcional.
- No se intervendría en dinámicas familiares disfuncionales.
- No se implementarían proyectos de desarrollo comunitario.
- No se informaría a la población de los derechos sociales que (aún) les asisten.
- No se potenciaría la reinserción en el medio de personas exreclusas.
- No se lucharía contra la exclusión social.
- No se atajarían problemáticas individuales de emergencia social.
Y así podría continuar, aunque lo que realmente me apetecería es explayarme con un ¡Juan, bienvenido al país sin problemas sociales, el país feliz, del mundo de la ilusión de la casa de la gominola de la calle de la piruleta, mírame, soy una trabajadora social mágica! Por cierto, pretendía ser sarcástica.
2 Comentarios
Buena observación…lo que queda de ellos, diría yo. "Alcaldadas", me lo apunto…
Sin sarcasmos… ¿pero existen los servicios sociales?. Por lo demás, lamentable y frecuente actitud la de ese alcalde. En mi pueblo a esas actitudes se las conoce como "alcaldadas". Saludos.